– O que se habia escondido -dijo Yngvar.
– ?Como?
Warren se giro hacia el y sonrio sorprendido.
– Podian haberla escondido -dijo Yngvar-. Pero tambien puede que se hubiera escondido. Lo uno es algo mas pasivo que lo otro.
Warren se acerco lentamente a la ventana y se quedo alli dandole la espalda a Yngvar. Reclino el hombro con indiferencia contra el marco, como si estuviera comprobando las vistas sobre el fiordo de Oslo.
– Asi que piensas que ella misma podia estar implicada -dijo de pronto sin darse la vuelta-. Que la presidenta de Estados Unidos podria haber participado en su propia desaparicion en un pais extranjero. Muy bien.
– Eso no es lo que he dicho-intervino Yngvar-. Solo insinuo que hay muchas explicaciones posibles, que en una investigacion como esta hay que mantener todas las posibilidades abiertas.
– Eso queda descartado -respondio Warren con calma-. Helen nunca pondria a su pais en una situacion asi. Jamas.
– Helen -repitio Yngvar sorprendido-. ?La conoces asi de bien?
– Si.
Yngvar esperaba una explicacion mas detallada, pero no la obtuvo. Warren se puso a dar vueltas por la gran suite, caminaba despacio y con las manos en los bolsillos. Era dificil determinar lo que estaba buscando realmente, pero su mirada corria por todas partes.
El noruego miro su reloj a hurtadillas. Eran las seis menos veinte. Queria irse a casa. Queria llamar a Inger Johanne y averiguar de que iba en realidad aquella excursion suya y por supuesto, donde estaba. Si conseguia irse pronto, aun cabia la posibilidad de que tanto ella como Ragnhild volvieran a casa antes de la noche.
– Asi que podemos suponer que los agentes solo revisaron la habitacion muy por encima antes de salir corriendo -dijo Yngvar intentando que el estadounidense se comunicara un poco mas-, con lo cual hay muchos escondites posibles. Los armarios de alli, por ejemplo. ?Habeis interrogado a los hombres, por cierto? ?Les habeis preguntado lo que hicieron aqui dentro?
Warren se detuvo ante las puertas dobles de roble claro. No las abrio.
– De verdad que la decoracion de esta habitacion es preciosa -dijo-. Me encanta el uso escandinavo de la madera. Y las vistas… -extendio la mano derecha y volvio hacia la ventana- son magnificas. A excepcion de la obra de alli abajo. ?Que va a ser?
– Una opera -dijo Yngvar dando unos pasos hacia el-. De ahi viene el nombre del hotel. Pero escucha, Warren, este secretismo tuyo no le conviene a nadie. Entiendo que este caso puede tener consecuencias para Estados Unidos que nosotros ni comprendemos ni podemos comprender. Pero…
– Os contamos todo lo que necesitais saber. Puedes estar tranquilo.
– Cut the crap -le espeto Yngvar.
Warren se giro de repente. Se forzo a sonreir, como si la explosion de Yngvar lo divirtiera.
– No nos infravalores -dijo Yngvar, el inusual enfado le sonrojaba las mejillas-. Es una estupidez por tu parte. No me infravalores a mi. Deberias ser mas listo.
Warren se encogio de hombros y abrio la boca para decir algo.
– Conocias al hombre de la cinta -gruno Yngvar-. A ninguno de los que estabamos alli nos cabe la menor duda. Y no hace falta llevar treinta anos en la Policia para entender que el tipo tiene que haber pasado toda la noche dentro de la habitacion. Lo que estas buscando no es el escondite de la presidenta.
»Ella podria haber estado escondida en cualquier sitio. Debajo de la cama, dentro del armario. -Yngvar senalo por la habitacion-. En realidad podria haberse escondido detras de las cortinas, si tenemos en cuenta lo mal… -se le escapo algo de saliva que alcanzo a Warren en la cara. Este no hizo un solo gesto e Yngvar dio otro paso hacia el mientras tomaba aire antes de proseguir-, lo increiblemente mal que trabajaron vuestros superagentes en la escena del crimen. ?La senora podria haber estado colgada de la lampara del techo sin que ellos la descubrieran!
– Se asustaron -dijo Warren.
– ?Quienes?
– Los agentes. Como es obvio no lo dicen, pero eso fue lo que les paso. Las personas asustadas trabajan mal.
– ?Se asustaron? ?Se asustaron? ?Me estas diciendo que los mejores agentes de seguridad del mundo…? ?Que tus chicos gurkha se asustaron!
Por fin Warren retrocedio un poco. Su expresion de indiferencia tuvo que dejar paso a algo que parecia incredulidad. Yngvar lo interpreto como arrogancia.
– No pareces tu mismo -dijo el norteamericano.
– Tu no me conoces.
– Conozco tu fama. ?Por que crees que pedi que fueras precisamente tu mi
– Te puedo asegurar que me lo he preguntado muy en serio -dijo Yngvar, ya mas tranquilo.
– Los gurkhas son soldados. El Secret Service no es un ejercito.
–
– Pero tienes razon. Quiero averiguar donde se escondio el hombre del traje.
– ?Pues vamos a buscar el sitio de una vez!
Warren se encogio de hombros y senalo la habitacion contigua. Yngvar asintio y se dirigio hacia la puerta abierta. Por un momento se detuvo, esperando a que Warren lo siguiera, pero el norteamericano se habia detenido en medio de la habitacion. Miraba fijamente un punto del techo.
– Han revisado el sistema de ventilacion -dijo Yngvar con impaciencia-. Una rejilla metalica situada dos metros mas alla en el tubo impide el paso. No ha sido manipulada.
– Pero esta rejilla de aqui -dijo Warren, la voz se le habia agudizado por lo mucho que estaba echando hacia atras la cabeza-. Las cabezas de los tornillos tienen unas marcas. ?Lo ves?
– Por supuesto que hay marcas -dijo Yngvar, que se quedo de pie en el vano de la puerta que daba al despacho de la suite-. La ha desmontado la Policia para comprobar si el sistema de tubos podia ser una via de escape.
– Pero ahora sabemos mas -dijo Warren agarrando un sillon-. Ahora no estamos buscando una via de escape, sino un escondite, ?no es verdad?
Se encaramo a la silla, coloco con cuidado una pierna sobre cada uno de los anchos reposabrazos y se saco una navaja multiusos del bolsillo de la chaqueta.
– ?El Secret Service no utiliza perros? -pregunto Yngvar.
– Si.
Warren habia sacado un pequeno destornillador de la navaja roja.
– ?Y los perros no hubieran reaccionado ante el olor de una persona en el techo?
– La
Solto el ultimo tornillo de la rejilla metalica. Era cuadrada y tenia algo menos de medio metro de anchura, casi se le escapa cuando se desprendio de pronto.
– Toma -dijo tendiendosela a Yngvar-. Asumo que ya han tomado muestras de las huellas dactilares y esas cosas.
Yngvar asintio con la cabeza. Warren bajo de un salto, con notable elegancia.
– Necesito subirme en algo mas alto que esto -dijo, y miro a su alrededor-. Preferiria no tocar nada alli arriba.
– Mira esto -dijo Yngvar en voz baja, alzo la rejilla y entorno los ojos-. Mira esto, Warren.
El norteamericano se agacho hacia el, sus cabezas se rozaban levemente y Warren miro por encima de las gafas.
– ?Pegamento? ?Cinta adhesiva?
Volvio a meter el destornillador en la navaja multiusos y saco un punzon. Con delicadeza comprobo la masa casi transparente y pegajosa; no podia tener mas de un milimetro de grosor y tal vez medio centimetro de largo.