– Yngvar…

– Ni hablar, Inger Johanne. Nosotros dos no somos asi. No nos largamos con los hijos y luego nos negamos a decirnos donde estan. Eso no somos nosotros, asi de sencillo.

Ella se quedo callada.

– Si te digo donde estoy -dijo finalmente-, ?me prometes por lo mas sagrado que no nos vas a venir a buscar antes de que te avise?

– Para serte sincero, estoy hasta las narices de las promesas estas que me exiges cada dos por tres -dijo intentando respirar con calma-. ?Las vidas de los adultos no son asi! Pasan cosas que lo cambian todo. No se puede andar prometiendo a diestro y siniestro…

Se interrumpio al darse cuenta de que Inger Johanne estaba llorando. Los callados sollozos en el telefono se transformaban en ruidos rasposos, y sintio un escalofrio en la columna vertebral.

– ?Ha pasado algo malo de verdad? -pregunto con el aliento entrecortado.

– Ha pasado algo -sollozo ella-. Pero he prometido no contarlo. No tiene nada que ver conmigo ni con Ragnhild, asi que puedes…

El llanto se apodero de ella. Yngvar intento levantarse del banco, pero el pie derecho se le habia dormido por completo. Hizo una mueca, se apoyo sobre el respaldo y consiguio levantarse para sacudir la pierna hasta despertarla.

– Carino -dijo con suavidad-, te lo prometo. No voy a ir a buscaros hasta que me avises, y ya no te voy a preguntar mas. Pero ?donde estas?

– Estoy en casa de Hanne Wilhelmsen -dijo ella gimoteando-. En la calle Kruse. No se el numero de la calle, pero seguro que lo puedes averiguar.

– ?Que…? ?Que cojones haces en casa de…?

– Lo has prometido, Yngvar. Me has prometido no…

– Esta bien -dijo apresuradamente-. Esta bien.

– Buenas noches, entonces.

– Buenas noches.

– Adios.

– Que estes bien.

– Te amo.

– Mmm.

Mantuvo el telefono sobre la oreja un buen rato despues de que ella hubiera colgado. Habia empezado a lloviznar levemente. Todavia tenia la sensacion de tener la pierna llena de hormigas. La familia de patos se habia echado a nadar, ya no se atrevian a tenerlo cerca.

«?Por que siempre acabo achantandome?», penso, y empezo a cojear hacia las ruinas de la iglesia de Maria, por encima de la hierba humeda y recien cortada. «?Por que siempre tengo que ceder yo, y con todo el mundo?»

Capitulo 28

– ?Aqui? ?Esta puerta de aqui?

La subinspectora Silje Sorensen observaba al aterrorizado hombre de unos treinta anos e intento moderar su propia irritacion.

– ?Estas seguro de que es esta puerta?

Asintio freneticamente.

Como era obvio, podia comprender el miedo de aquel hombre, de origen pakistani, pero de nacionalidad noruega. Tenia todos los papeles en regla.

Los suyos propios.

El caso de la joven pakistani con la que se habia casado recientemente era peor. Fue expulsada de Noruega tras una estancia ilegal en el pais cuando aun era una adolescente. Un par de anos mas tarde la arrestaron en el aeropuerto de Gardermoen, con papeles falsos y un bonito alijo de heroina en la maleta. Sostuvo que habia sido obligada por unos hombres que la iban a matar y el asunto se saldo con la expulsion, para sorpresa de todos. Esa vez para siempre. Pero eso no impidio que su padre la casara con un primo segundo con pasaporte noruego. Habia llegado a Noruega pocas semanas antes: habia cruzado la frontera una manana al amanecer, escondida tras cuatro pales de zumo de tomate en un camion que venia de Espana.

Ali Khurram debia de amarla de verdad, penso Silje Sorensen mientras estudiaba la puerta que le habia ensenado. Por otro lado, el miedo extremo que expresaba respecto del destino de su mujer podia igualmente deberse al panico por lo que podria llegar a hacerle el padre de ella. Aunque vivia en Karachi, a casi 6.000 kilometros de distancia de Oslo, al suegro de Al Khurram ya le habia dado tiempo a enviarle dos abogados a la subinspectora Sorensen. Para su sorpresa, los dos habian sido bastante comprensivos. Entendian que un hombre que habia sacado de una habitacion a la presidenta de Estados Unidos, escondida en una cesta de ropa sucia, tenia que explicarse. Asintieron con seriedad cuando, bajo constantes recordatorios de la confidencialidad de la informacion, se les hablo minimamente de una parte del material de la investigacion. A continuacion, uno de los abogados, que tambien era de origen pakistani, habia mantenido una conversacion en voz baja con Ali Khurram, en urdu. La charla fue efectiva. Khurram se habia enjugado las lagrimas y se habia mostrado dispuesto a senalar el lugar del sotano donde habia aparcado el carro de limpieza.

Silje Sorensen miro una vez mas los planos de los arquitectos. Las grandes hojas eran dificiles de manejar. El policia que la acompanaba intentaba sujetar una punta, pero el rigido papel se arqueaba contra ellos.

– No esta aqui -dijo el policia intentando plegar la parte inutil del plano.

– Pero ?estamos en el pasillo correcto?

Silje miro a su alrededor. La luz de los tubos de neon del techo era cortante y desagradable. El largo pasillo acababa, por el oeste, en una puerta trasera que conducia a la calle, dos pisos por encima de sus cabezas.

– El sotano tiene dos plantas -dijo un hombre de mediana edad que mordisqueaba nerviosamente un ralo bigote-. Este es el de mas abajo. Asi que… si, estamos en el pasillo correcto.

Era el director tecnico del hotel y daba la impresion de estar a punto de orinarse encima. Movia las piernas sin parar y no podia dejarse el bigote tranquilo.

– Pero esta no esta marcada en el plano -dijo Silje mirando la puerta con profunda desconfianza, como si la hubieran puesto alli contra toda ley y toda regla.

– Pero ?que planos estas manejando? -pregunto el director tecnico intentando encontrar la fecha.

– ?Que quieres decir? -pregunto el policia, haciendo un nuevo intento de organizar las enormes hojas de papel.

– Cuando le di mi numero de telefono dijo que era del Secret Service -se lamentaba Ali Khurram-. ?Como iba yo a saber que…? ?Me enseno su identificacion y todo! Una cosa de esas como las de la tele, con foto y estrella y… Me lo habia dicho ya antes, aquel dia, que acudiera en cuanto me llamara. ?De inmediato, dijo! ?Era del Secret Service y todo! ?Como iba yo a saber…?

– Tendrias que habernos avisado cuando entendiste lo que habia pasado -dijo Silje, fria como el hielo, y le dio la espalda-. Tendrias que haber dado la alarma enseguida. ?Te aclaras con esto?

Lo ultimo se lo decia al director tecnico.

– Pero es que mi mujer… -continuo Ali Khurram-. Tenia mucho miedo por lo de… ?Que le va a pasar a mi mujer? ?Se va a tener que ir? ?No podria…?

– Ahora no vamos a volver a hablar de eso -dijo Silje alzando la mano-. Ya llevas varias horas dandonos explicaciones. La situacion no va a mejorar porque sigas dando la lata, ni para ti ni para tu mujer. Quedate alli. Y manten la boca cerrada.

Senalo con severidad un punto a un par de metros de la puerta. Ali Khurram se fue para alla cabizbajo, tapandose la cara con las manos y murmurando en urdu. El policia de uniforme lo siguio.

– Tienes los planos equivocados -dijo al final el director tecnico-. Estos son los originales. De cuando se construyo el hotel, quiero decir. Lo acabaron en el ano 2001. Y entonces esa puerta no estaba ahi.

Anadio una sonrisa, probablemente con la intencion de desarmarla, como si la puerta hubiera dejado de tener

Вы читаете Una Manana De Mayo
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату