– ?Pudo ser algo tan sencillo como el dinero? -pregunto Peter Salhus en voz baja-. ?Dinero para la familia?

– Si aun hubiera sido tan sencillo -dijo Warren hablando para su propio reflejo en el cristal de la ventana-. Fue por los ninos. En una zona residencial entre Baltimore y Washington DC, se encuentra en estos momentos una viuda destrozada que se da cuenta de que tanto ella como su marido han hecho algo terrible. Tienen tres hijos. El menor es autista. Dadas las circunstancias, le va bastante bien, porque recibe educacion especial, aunque eso es muy caro. Probablemente Jeffrey Hunter tenia que aprovechar cada centavo para que el dinero alcanzara para todo, pero nunca ha aceptado dinero ilegal. Nada parece indicar eso. Pero en los ultimos meses, en cambio, han secuestrado al nino pequeno dos veces, con toda discrecion. En ambas ocasiones volvia a aparecer antes de que se diera la alarma, pero despues de que los padres empezaran a sentir panico. El mensaje era claro: haz lo que se te pida en Oslo o tu chico desaparecera para siempre.

Peter Salhus parecia honestamente conmocionado cuando pregunto:

– Pero ?un agente experimentado del Secret Service se dejaria presionar por algo asi? ?No podria haber conseguido que protegieran a su familia? Si alguien es capaz de defenderse de una amenaza asi, tendria que ser un agente del Estado, ?no?

Warren seguia dandoles la espalda. La entonacion de la voz era plana, como si apenas tuviera fuerzas para asumir la historia.

– La primera vez, al chico se lo llevaron del colegio, cosa que en principio es imposible. Tanto en los colegios publicos como en los privados, que era el caso, estan bastante histericos con lo que respecta a la seguridad de los ninos. Pero alguien consiguio hacerlo. Entonces mandaron al chico a casa de una vieja companera de colegio de la madre, en California, para esconderlo. Alli le daban clases dentro de la casa y nadie, ni siquiera sus propios hermanos, sabia donde estaba. Una tarde desaparecio tambien de alli. Al cabo de cuatro horas estaba de vuelta, pero ni la amiga ni nadie pudieron explicar como habia sido posible que pasara. Pero el mensaje estaba mas claro que el agua -con una risa seca y breve, Warren por fin se giro y regreso a su silla-: encontrarian al chico, hicieran lo que hicieran. Jeffrey Hunter debio de sentir que no tenia eleccion, pero no pudo vivir con la traicion, es natural, con la verguenza. Era completamente consciente de que antes o despues saldria a la luz que estaba implicado, que a alguien en algun momento se le ocurriria comprobar la cinta de la camara de vigilancia de despues del secuestro.

– Asi que deambulo por las calles de Oslo hasta que se hizo lo bastante tarde como para coger un autobus que lo llevara hasta el bosque -recapitulo Bastesen-. Desde la parada camino un rato, se escondio en una zanja y se quito la vida con su propia arma reglamentaria. Debe de haberlo pasado bastante mal, el pobre. Caminar hacia Skar sabiendo que no le quedaban mas que unos minutos de vida, que nunca mas podria…

Yngvar sintio un leve sonrojo por la torpe elegia del comisario jefe y se apresuro a interrumpirlo:

– ?Puede el suicidio de Jeffrey Hunter ser la explicacion de que no hayamos sabido nada de los secuestradores? Porque en la nota que dejaron en la suite decian que se pondrian en contacto.

– Lo dudo -dijo Warren-, puesto que Jeffrey Hunter no ha sido mas que una herramienta. No existe el menor indicio de que estuviera implicado en algo mas que en sacar a la presidenta del hotel.

– Tengo que contradecirte un poco -dijo Yngvar-. La informacion sobre la ropa de la presidenta tiene que haber venido de dentro, no veo otra explicacion.

– ?Que quieres decir? ?Ropa?

– Esas dos fotografias que se repartieron por ahi… -Yngvar se interrumpio a si mismo-. Por cierto, tambien hemos encontrado al chofer del segundo coche. Hemos conseguido sacarle tan poco como a Gerhard Skroder. El mismo tipo de granuja lowlife, el mismo modo de operar, el mismo pago desorbitado.

– Pero la ropa -dijo Warren-. ?Que pasa con eso?

– La chaqueta roja, los elegantes pantalones azules. La blusa de seda blanca. Son los colores nacionales tanto de Estados Unidos como de Noruega. Quien sea que este detras del secuestro tenia que saber lo que se iba a poner. Las dobles llevaban la misma ropa que ella, no exactamente igual, pero si se parecian lo suficiente como para que la operacion de confusion tuviera exito. Desperdiciamos una cantidad increible de tiempo buscando a unos fantasmas. -Yngvar se encogio de hombros, vacilo y continuo-: Doy por supuesto que la Madame President viaja con un peluquero y con alguien que la ayude con la ropa. ?Que dicen ellos?

Era evidente que Warren Scifford estaba en un aprieto. La cara de poquer que solia permitirle mentir sin pestanear se habia disuelto en un gesto exhausto y abatido. La boca parecia mas pequena. Yngvar vio como se le tensaban los musculos de la cara.

– La verdad es que me impresiona bastante como consigues infravalorarnos sistematicamente -dijo Yngvar en voz baja-. ?No entiendes que hace ya mucho que nos planteamos esta pregunta? ?No entiendes que desde muy pronto empezamos a temernos que podia tratarse de un inside job? ?No te das cuenta de que tu, al empenarte en jugar a ser Mister Secret, has estado echando lena al fuego?

– La ropa de la presidenta se introduce en un sistema informatico -dijo Warren en voz baja.

– ?Al que tiene acceso cualquiera?

– No. Pero su secretaria lleva el control. Ella se lleva muy bien con Jeffrey Hunter. Son…, eran amigos, asi de sencillo. Ya a principios de mayo, durante un almuerzo informal en la Casa Blanca, habian estado hablando del… Dia Nacional este que celebrais aqui…, en el pais. Hemos interrogado a la secretaria, por supuesto, pero es incapaz de recordar quien de los dos saco el tema. En todo caso hablaron de que la presidenta se habia comprado ropa nueva con ocasion de su primera visita oficial al extranjero, entre otras cosas una chaqueta que iba a usar el Dia Nacional y que tenia exactamente el mismo color rojo que la bandera noruega. Alguien nos habia informado de que sois bastante… sensibles con estas cosas.

Una fugaz sonrisa cruzo su cara, sin ser correspondida por ninguno de los demas.

– ?Y estais totalmente seguros de que no hay mas de los vuestros implicados en esto? ?De que Jeffrey Hunter trabajaba solo?

– Tan seguros como se puede estar -dijo Warren Scifford-. Pero, con todos mis respetos, me teneis que permitir que diga que no me acaba de gustar el tono que ha tomado esta reunion. Yo no he venido aqui para que me echeis la bronca. He venido para daros la informacion que necesitais para encontrar a la presidenta Bentley, y para averiguar como va vuestra investigacion, por supuesto.

La voz tenia un leve matiz de ironia cuando enderezo la espalda. Terje Bastesen carraspeo y dejo la dichosa taza sobre la mesa para decir algo. Yngvar se le adelanto.

– Ni lo intentes -dijo.

El tono de la voz era amable, pero estrecho los ojos lo suficiente como para que Warren tuviera que pestanear.

– Nosotros te informamos de todo -dijo Yngvar-, tan pronto como conseguimos dar contigo, cosa que ha resultado bastante complicada, por cierto. Tenemos a dos mil personas… -se interrumpio, como si acabara de entender la enorme magnitud de la cifra-, dos mil personas trabajando en este caso, solo en las organizaciones policiales. Ademas de eso esta la gente de los ministerios, las direcciones generales y, hasta cierto punto, el Ejer…

– Nosotros tenemos en total a sesenta y dos mil norteamericanos que -lo interrumpio Warren sin elevar la voz-, en estos momentos, estan intentando averiguar quien secuestro a la presidenta. Ademas…

– ?Esto no es una competicion!

Todos miraron a Peter Salhus, que se habia levantado. Warren e Yngvar intercambiaron las miradas de dos ninos a los que el director del colegio ha pillado peleandose en el patio.

– Nadie pone en duda la prioridad absoluta de este caso en ambos paises -dijo Salhus, con la voz aun mas oscura de lo habitual-. Ni que los estadounidenses esten buscando una conspiracion y un contexto mayor que el nuestro. Tanto la CIA como el FBI y la NSA han tenido una… actitud, llamemoslo asi, bastante diferente durante la ultima jornada, en lo que se refiere al intercambio de informacion. No nos cuesta ver en que direccion estais trabajando. Los servicios de inteligencia de toda Europa estan siguiendo lo que sucede. Nosotros tambien tenemos nuestras fuentes, como seguramente sabreis. Y, como es obvio, es solo cuestion de tiempo que los periodistas norteamericanos se enteren de los metodos que estais poniendo en practica.

Warren no pestaneo.

– Eso es problema vuestro -continuo Salhus encogiendose de hombros-. Tal y como interpreto yo los datos que han entrado, ademas de aquello que no conseguis mantener en secreto para los medios de comunicacion… - Se agacho, cogio un documento de la cartera que tenia en el suelo, junto a la silla de la que se habia levantado, y

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