leyo-: Fuertes restricciones del trafico aereo. Interrupcion total del trafico aereo proveniente de determinados paises, la mayoria de ellos musulmanes. Extensas reducciones de personal en oficinas publicas. Colegios que se cierran indefinidamente… -Agito los papeles antes de volver a meterlos en la cartera-. Podria seguir un buen rato. La suma de todo esto es evidente. Esperais mas agresiones. Agresiones mucho mas globales que el secuestro de la presidenta de Estados Unidos.

Warren Scifford abrio la boca y alzo las palmas de las manos.

– Ahorrate las protestas -le dijo el jefe de Vigilancia noruego, su voz de bajo vibraba de rencor reprimido-. Te digo lo mismo que Stubo: no nos infravalores. -Su enorme dedo indice estaba muy cerca de la nariz del norteamericano-. Lo que tienes que recordar, lo que tienes que recordar…

Warren fruncio el ceno y echo la cabeza hacia atras.

– … es que somos nosotros, la Policia noruega, quienes tenemos posibilidades de solucionar este caso. Este caso concreto. Somos nosotros, y solo nosotros, quienes podemos averiguar como ha podido suceder este caso concreto: llevarse a la presidenta de la habitacion de un hotel de Oslo. ?Lo comprendes?

Warren permanecia muy tranquilo.

– Y por nosotros, podeis hacer lo que os de la gana respecto a colocar esto en una perspectiva mas amplia. ??Lo comprendes?!

El hombre asintio casi imperceptiblemente con la cabeza. Salhus suspiro, retiro la mano y continuo:

– Me resulta incomprensible que no solo os negueis a ayudarnos, sino que incluso saboteeis la investigacion, al no proporcionarnos informacion esencial, como que un agente del Secret Service ha desaparecido de forma misteriosa. -Se detuvo, justo delante de Scifford -. Si no llega a ser porque una senora que estaba de excursion merodeo por una zanja en Nordmarka y luego se desmayo a pocos metros de distancia, aun estariamos buscando al hombre del traje. Todavia no tendriamos la menor idea de que… -Salhus carraspeo y se tomo una pausa, como si se tuviera que contener para no ponerse realmente furioso-. En colaboracion con el comisario jefe Bastesen, aqui presente, con nuestro ministro de Justicia y con nuestro ministro de Asuntos Exteriores, he enviado una queja formal a tu Gobierno -prosiguio Peter Salhus sin sentarse-. Con una copia para el Secret Service y otra para el FBI.

– Me temo -dijo Warren Scifford sin tono en la voz- que mi Gobierno, el FBI y el Secret Service tienen cosas mas serias de las que ocuparse que de una queja como esa. Pero, por favor…, Be my guest! No os puedo prohibir mantener correspondencia con otra gente, si es que teneis tiempo para andar con esas cosas. -Se levanto bruscamente, agarro una chaqueta deportiva de color verde militar, que colgaba sobre el reposabrazos y, con una sonrisa, anadio-: Entonces no tengo mas que hacer aqui. Ya me habeis dado lo mio. Y vosotros tambien habeis recibido un poco. Una reunion fructifera, en otras palabras.

Los otros tres hombres presentes en la habitacion se quedaron tan sorprendidos por su repentina reaccion que no consiguieron decir nada. Warren Scifford tuvo que posar la mano sobre el antebrazo de Salhus para que se moviera.

– Por cierto -dijo el norteamericano, que se dio la vuelta junto a la puerta, a los demas aun no se les habia ocurrido nada sensato que decir-, te equivocas con respecto a quien puede resolver este caso. Este caso concreto, como lo has llamado tu. Hablas como si los secuestros se pudieran resolver sin tener en cuenta los motivos, la planificacion, las consecuencias y el contexto. -Sonrio de oreja a oreja, parecia haber amabilidad en sus ojos-. Quien encuentre a la presidenta, ese sera quien tenga posibilidad de resolver el caso. Todo el caso. Lamentablemente cada vez dudo mas que vayais a ser vosotros. Eso si que me preocupa a mi -miro a Salhus-, a mi Gobierno, al FBI y al Secret Service. Pero mucha suerte, de todos modos, y buenas noches.

La puerta se cerro a sus espaldas, algo violentamente.

Capitulo 30

– Hemos encontrado a la presidenta -susurro Inger Johanne Vik-. No me lo…

No sabia que decir y estuvo a punto de echarse a reir, pero puesto que hubiera sido mas o menos tan adecuado como reirse en un entierro, consiguio contenerse. En su lugar, las lagrimas empezaron a correr de nuevo. Se sentia completamente exhausta y lo absurdo de toda la situacion no mejoraba con la obstinada decision de Hanne de no dar la alarma. Inger Johanne lo habia intentado todo: desde el sentido comun hasta el razonamiento, pasando por las suplicas e incluso las amenazas. De nada habia servido.

– Una mujer como Helen Bentley sabe lo que tiene que hacer -dijo Hanne en voz baja, arropando con delicadeza a la presidenta-. Ayudame un poco, por favor.

Helen Bentley respiraba constante y pesadamente. Hanne coloco dos dedos sobre su muneca y miro su reloj. Se le movia la boca como si contara, hasta que volvio a dejar la mano sobre la cadera de la presidenta.

– Tiene el pulso constante de alguien que esta descansando -susurro-. De hecho, creo que no se ha desmayado, sino que se ha dormido. Ha desconectado. Esta exhausta, mental y fisicamente.

Se dirigio al siguiente salon sin hacer ruido y por el camino mitigo la luz, que se controlaba con la voz.

– ?Oscuridad!

Las lamparas se fueron apagando hasta quedar oscuras. Inger Johanne siguio a Hanne y cerro la puerta a sus espaldas. Aquel salon era mas pequeno. Una enorme chimenea de gas, enmarcada con acero pulido, estaba encendida y hacia vacilar las sombras de la habitacion. Inger Johanne se sento en una profunda cama turca y descanso la cabeza contra el suave respaldo.

– Lo que necesita Helen Bentley no es exactamente un medico -dijo Hanne colocando su silla junto a la cama-. Pero, por si acaso, debemos despabilarla un poco una vez cada hora. Puede que haya sufrido una leve conmocion cerebral. Yo puedo hacer la primera guardia. ?A que hora empieza a despertarse Ragnhild, asi por lo general?

– Sobre las seis -dijo Inger Johanne bostezando.

– Entonces yo hago la primera guardia. Asi por lo menos puedes dormir unas pocas horas.

– Muy bien. Gracias.

Sin embargo, Inger Johanne no se levanto. Miraba las llamas tras los lenos de madera artificiales. Le resultaban casi hipnoticas, un bello fondo azul vaporoso que se transformaba en un fuego amarillo anaranjado.

– ?Sabes? -dijo, y noto una rafaga del perfume de Hanne-, creo que nunca he conocido a una persona parecida.

– ?A mi? -pregunto Hanne sonriendo, y la miro.

Inger Johanne se rio, se encogio de hombros y respondio:

– Como tu tampoco, en realidad. Pero ahora mismo estaba pensando en Helen Bentley. Recuerdo perfectamente la campana electoral. Quiero decir, siempre sigo bastante de cerca…

– Bastante de cerca -la interrumpio Hanne Wilhelmsen con una breve risa-. ?Tienes un interes patologico por la politica estadounidense! Yo pensaba que mi fascinacion por ese pais era mala, pero creo que la tuya es aun peor. Quieres…

Ladeo la cabeza. Era como si se preguntara si la propuesta cruzaria el importante limite entre amabilidad y amistad.

– ?Nos sentaria bien una copa de vino, en realidad? -lo dijo de todos modos, pero se arrepintio-. Supongo que es una tonteria. Tan tarde como es. Olvidalo.

– Creo que es una excelente idea. -Inger Johanne bostezo-. ?Muchas gracias!

Hanne arrimo la silla a un armario empotrado, lo abrio presionando levemente la superficie de madera y, sin vacilaciones, saco una botella con una etiqueta que dejo pasmada a Inger Johanne.

– No cojas esa -se apresuro a decir-. ?Si no vamos a beber mas de una copa!

– Esto del vino es el proyecto de Nefis. Se va a llevar una alegria cuando vea que yo tambien pruebo algo de lo bueno.

Abrio la botella, se la coloco entre los muslos, cogio dos copas que se puso con cuidado en el regazo y retorno a su sitio, donde sirvio a las dos con generosidad.

– En realidad fue un milagro que la eligieran -dijo Inger Johanne, que probo la bebida-. ?Fantastico! Me refiero al vino, vamos.

Вы читаете Una Manana De Mayo
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату