embargo, desde luego no era de Inger Johanne de quien queria hablar.

– ?Sabes? -continuo Warren-, a veces, cuando no puedo dormir y pienso en los errores que he cometido en la vida, me doy cuenta de que todos estan relacionados con mujeres. Y ahora me encuentro en una situacion en la que… Como la presidenta Bentley no aparezca con vida, mi carrera habra acabado. Una mujer tiene mi existencia en sus manos. -Suspiro-. Las mujeres. No las entiendo. Son irresistibles e incomprensibles.

Yngvar se dio cuenta de que habia empezado a rechinar los dientes. Se concentro en dejar de hacerlo. Le resultaba casi imposible y se paso la mano por la cara para relajarse.

– No estas de acuerdo -dijo Warren con una risa corta.

– No. -Yngvar se enderezo de pronto-. No. Encuentro a muy, muy pocas mujeres irresistibles. Y a la mayoria me parece muy sencillo entenderlas. No siempre, ni todo el rato, pero, por lo general si. Pero -desplego los brazos y miro en otra direccion-, como es natural, eso exige que se las vea como seres humanos iguales a nosotros.

– Touche -dijo Warren, que sonrio de oreja a oreja contra el sol-. Muy politicamente correcto. Y muy… escandinavo.

Un sonido cortante atraveso el jolgorio de los pajaros y el bramido del rio. Yngvar se tanteo los bolsillos buscando el telefono.

– Hola -berreo cuando por fin lo encontro.

– ?Yngvar?

– Si.

– Soy Peter.

– Ah, hola. -Yngvar estaba a punto de levantarse para alejarse del banco cuando cayo en la cuenta de que Warren no entendia noruego-. ?Algo nuevo?

– Si. Tiene que quedar entre tu y yo, Yngvar. ?Puedo confiar en ti?

– Por supuesto. ?Que pasa?

– Sin entrar en detalles, tendre que admitir que tenemos… En fin, tenemos bastante idea de lo que sucede en la embajada norteamericana, por decirlo asi.

Pausa.

«Les han pinchado el telefono -penso Yngvar; agarro la lata medio vacia de Coca-Cola sin beber de ella-. Joder, tienen pinchado el telefono de una embajada aliada en tierra noruega. ?Como cojones…?»

– Creen que la presidenta esta viva, Yngvar.

La respiracion se le acelero un poco. Carraspeo e intento poner cara de poquer. Para quedarse tranquilo, le dio la espalda a Warren.

– ?Y donde se supone que esta?

– Esa es la historia, Yngvar. Piensan que la presidenta ha entrado en paginas web a las que solo puede acceder usando unos codigos. O bien es ella, o es que han conseguido sacarle los codigos, cosa que indicaria que esta viva.

– Pero… No entiendo del todo…

– La han rastreado hasta la direccion IP de tu mujer. Afortunadamente aun no lo saben.

– Ing…

Se contuvo. No queria mencionar su nombre en presencia de Warren.

– Han rastreado la direccion IP hasta un ordenador que pertenece a la universidad. Ahora se estan peleando con la direccion para averiguar quien esta usando el ordenador. Creemos que vamos a poder retrasarlos un poco, pero no demasiado. Pero pense que… Voy a hacer que Bastesen envie un coche patrulla a tu casa, por si acaso, por si hubiera algo de cierto en los rumores de que el FBI se lo esta montando por su cuenta, quiero decir. Y si yo fuera tu, me iria a casa.

– Si… Claro… Gracias. -Concluyo la conversacion sin pensar en que el coche patrulla debia de ser enviado a otro sitio. Inger Johanne no estaba en casa. Estaba en Frogner con Ragnhild. Y el no sabia la direccion exacta.

Yngvar se levanto con brusquedad.

– Me tengo que ir -dijo, y empezo a irse.

La bolsa de plastico y una lata de Cola Light sin abrir se quedaron en el banco. Warren miro con sorpresa la basura antes de salir corriendo detras de Yngvar.

– ?Que pasa? -pregunto cuando lo alcanzo.

– Te voy a dejar en el centro, ?de acuerdo? Tengo que solucionar una cosa.

El enorme cuerpo vibro pesadamente cuando empezo a correr hacia el coche. En el momento en que se metieron dentro, sono el telefono de Warren. Respondio con breves sies y noes. Colgo al cabo de minuto y medio.

Cuando Yngvar aparto la mirada de la carretera por un segundo para mirar al norteamericano, pego un respingo. Warren estaba palido como un muerto. Tenia la boca medio abierta y sus ojos daban la impresion de estar a punto de desaparecer dentro de su craneo.

– Creen que han encontrado a la presidenta -dijo sin tono en la voz, y se metio el telefono en el bolsillo.

Yngvar giro y tomo la carretera de Frysja.

– Hay indicios de que se encuentra con Inger Johanne -dijo Warren, aun con un tono de voz anormalmente plano-. ?Estamos yendo hacia tu casa?

«Mierda -penso Yngvar, desesperado-. ?Ya lo han conseguido! ??No podrian haberlos retrasado un poco mas!?»

– Te voy a dejar en el centro -dijo-. Desde alli te las puedes apanar solo.

Con una mano siguio manejando el coche a toda velocidad hacia la carretera de Maridalen, y con la otra intentaba volver a llamar a Salhus. El telefono sono durante una eternidad antes de que saltara un contestador.

– Peter, soy Yngvar -grito al telefono-. Llamame enseguida. De inmediato, ?entiendes?

Probablemente lo mejor seria coger la autopista de circunvalacion hasta Smestad. Cruzar el centro a esa hora podia llevar una eternidad. Metio el coche en una rotonda de la calle que iba por encima de la autopista y acelero en direccion al oeste.

– Escucha -dijo Warren en voz baja-. Te voy a revelar un secreto.

– Ya va siendo hora de que digas algo -murmuro Yngvar, apenas le escuchaba.

– Estoy a punto de colisionar con los mios. Y con bastante fuerza.

– ?Sabes?, seguro que puedes hablar de eso con alguien, pero no va a ser conmigo.

Cambio de carril para adelantar a un camion y estuvo a punto de chocar con un pequeno Fiat que no estaba bien colocado. Maldijo por lo bajo, rodeo el Fiat y aumento aun mas la velocidad.

– Si te diriges hacia donde esta Inger Johanne -continuo Warren-, deberias llevarme contigo. Se trata de una situacion peligrosa, por decirlo con suavidad, y…

– Tu no vienes conmigo.

– ?Yngvar! ?Yngvar!

Yngvar pego un frenazo. Warren, que no se habia puesto el cinturon de seguridad, salio lanzado hacia el salpicadero, pero alcanzo a frenarse con los brazos. Yngvar detuvo el coche junto a un puesto de peaje cerca del hospital General.

– ?Que…? -le bramo al norteamericano-. ?Que cono es lo que quieres?

– No puedes ir alli solo. Te lo advierto, por ti mismo.

– Sal. Fuera del coche. Ahora.

– ?Ahora? ?Aqui? ?En medio de la autopista?

– Si.

– No lo estas diciendo en serio, Yngvar. Escuchame…

– ?Que salgas!

– ?Escuchame!

La voz tenia un punto de desesperacion. Yngvar intento respirar con mas calma. Se aferraba con ambas manos al volante y ante todo tenia ganas de golpear algo.

– Te lo acabo de decir en el parque: soy un idiota en lo que respecta a las mujeres. He hecho tantas… - Contuvo la respiracion largo rato y, cuando empezo de nuevo a hablar, lo hizo a toda velocidad-. Pero ?estas dudando de mis capacidades como agente del FBI? ?Crees que es la incompetencia lo que me ha hecho subir tan

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