bien.

Esto no era propio de ella. En realidad queria salirse de este caso, penso, no queria profundizar mas en el, y desde luego no con metodos al limite de lo aceptable.

Inger Johanne se sono los mocos. Se estaba constipando, como era de esperar.

No habia casi nadie en el sendero. Un hombre haciendo footing paso resoplando envuelto en una nube de humedad. Saludo con la cabeza y sonrio, pero pego un respingo cuando Jack salio disparado desde detras de unos arbustos, y se lanzo a por sus talones.

– Pongale una correa al perro -berreo, y salio acelerando.

– Ven aqui, Jack.

Se dejo atar al cochecito meneando el rabo y se tumbo. Eran las doce, marco el numero.

– Aqui Inger Johanne Vik -empezo-. Hemos hablado esta manana y…

– Si, hola otra vez. Oye, ?me permites que me siente? Acabo de entrar por la puerta y…

Aranazos. Ruidos. Un golpe.

– ?Hola?

– Sigo aqui -dijo Inger Johanne.

– Oye, ya me he acomodado. A ver, ?de que se trataba en realidad?

– Solo tengo una pregunta, acerca de la epoca de bachillerato de Fiona Helle. De su juventud. Tu ibas a su clase, ?verdad?

– Si, como os dije cuando me interrogasteis, Fiona y yo fuimos juntas a clase desde el primer curso del colegio. Eramos inseparables. Siempre amigas. Ha sido todo tan horrible desde que…, hasta la semana pasada no he tenido fuerzas para venir al trabajo, la verdad. Me concedieron una baja, simple y llanamente. Mi jefe es tan…

– Entiendo -dijo Inger Johanne-. Y yo desde luego no voy a molestarte mucho rato. Solo estoy intentando averiguar si Fiona alguna vez… falto al colegio. Durante un periodo largo de tiempo, quiero decir.

– ?Faltar al colegio…?

– Si. No un par de dias por un constipado, quiero decir, sino por un periodo mas largo…

– Bueno, estuvo en el balneario de Modum. En primero de bachillerato. Duro bastante tiempo.

– ?Como? -Inger Johanne ya no tenia frio. Se paso el telefono a la mano izquierda y pregunto-: ?Que has dicho?

– Fiona tuvo una especie de colapso nervioso, creo. No se hablo de eso, de alguna manera, ibamos a empezar el colegio despues de las vacaciones. Yo habia estado en Francia con mi familia, recuerdo, todo el verano. Tenia muchas ganas de volver a ver a Fiona y… no vino. La habian ingresado.

– ?En el balneario de Modum?

– Siiii… ?Sabes?, no estoy segura. Siempre he tenido la idea de que fue en el balneario de Modum, pero quiza sea porque era el unico sitio que conocia donde ingresaban a gente por ese tipo de cosas. Nervios, quiero decir.

– ?Como sabes que eran nervios?

Silencio.

Nuevos aranazos, esta vez mas suaves.

– Ahora que preguntas… -dijo Sara Brubakk lentamente-, la verdad es que no estoy muy segura de nada de todo esto. Aparte de que estuvo fuera, vamos. Mucho tiempo. Creo recordar que no volvio hasta despues de las navidades. O…, ah, si, volvio un poco antes. Montabamos un espectaculo en el colegio y siempre empezabamos los ensayos a principios de diciembre.

– ?Un espectaculo? ?Justo despues de un colapso nervioso?

Jack gruno profundamente a un pato macho y bravucon. Ahuecaba las alas intentando agarrar un pedazo de pan que estaba a un par de metros del hocico del perro.

– Quieto -dijo Inger Johanne.

– ?Como?

– Disculpa. Le hablaba al perro. Asi que Fiona participo en… ?Te conto por que habia estado fuera?

– Si. Bueno, no… Oye, de esto hace ya mucho tiempo. -La voz habia adquirido un matiz de disculpa. Al mismo tiempo que la mujer parecia sinceramente interesada en ayudar-. Como te he dicho, era mi mejor amiga. Hablabamos de todo, como hacen las buenas amigas. Pero recuerdo que yo estaba un poco dolida, porque Fiona no queria contarme nada sobre donde habia estado y sobre lo que le pasaba en realidad. De esto si que estoy segura. Recuerdo que mi madre me dijo que la dejara estar. Que ese tipo de cosas no eran faciles…, las enfermedades.

– Pero la historia de los nervios y el balneario de Modum pueden ser conclusiones que sacaras tu y no necesariamente algo que sepas o supieras -resumio Inger Johanne.

– Creo que si, desgraciadamente.

– ?Me podrias decir algo de la impresion que daba cuando volvio?

– No… ?Impresion? Bastante normal, en realidad. Como antes. No la habia visto en… cinco meses, ?son cinco? ?Desde San Juan hasta noviembre? A esa edad se crece rapido. Pero nosotras eramos muy amigas. Lo seguimos siendo despues, quiero decir.

Se acercaba una comitiva de ninos de guarderia. Caminando de la mano de dos en dos, se tambaleaban sendero arriba con sus monos demasiado grandes. Un crio que llevaba el gorro calado hasta los ojos y que tenia las narices llenas de mocos lloraba dolorosamente. Una mujer adulta lo cogio en brazos y grito:

– Ya no queda mucho, ninos. ?Vamos!

– ?Podria haber estado embarazada? -lanzo Inger Johanne.

– ?Embarazada? ?Embarazada, dices? -Sara Brubakk rompio a reir-. No, ?eso puedes descartarlo! Por Dios, si con el tiempo se vio que tenia verdaderos problemas para tener hijos. Fiorella es una nina probeta, ya sabes.

Inger Johanne no lo sabia. En general habia demasiadas cosas de la historia de Fiona Helle que no habian llegado a las carpetas de Kripos.

– No, no lo sabia.

– Ademas -agrego Sara Brubakk-, es cien por cien seguro que Fiona me hubiera contado algo asi. Eramos casi como una y carne. ?Embarazada? No. Ni hablar.

– Pero tu no la viste durante cinco meses -objeto Inger Johanne.

– No. Pero ?embarazada? Eso no.

– Esta bien. Te lo agradezco mucho.

– ?Eso era todo?

– Por ahora si. Gracias.

– ?Vais a conseguir resolver el caso? -Sara Brubakk parecia interesada en que asi fuera.

– Por lo general lo hacemos -dijo Inger Johanne evasivamente-. Solo que lleva su tiempo. Entiendo que pueda ser dificil para vosotros. Para la familia y el circulo de amistades.

– Si. Pero llamame con lo que sea. Estoy deseando ayudar.

– Lo entiendo. Adios.

La comitiva de ninos se habia adentrado entre los edificios de ladrillo de la calle Mor Gohjerta y habia desaparecido. Los patos se habian tranquilizado. Se agrupaban sobre los tempanos de hielo, con las patas recogidas bajo si y los picos reposando placidamente contra las plumas del pecho.

Inger Johanne empezo a subir por la vera del rio. Jack la seguia obedientemente.

«Durante mucho tiempo este ha sido un caso sin secretos -penso-. Un caso sorprendentemente carente de odio y secretos. Luego van apareciendo. Como hacen siempre, en todos los casos, despues de todo asesinato. Mentiras. Medias verdades. Datos ocultos y olvidados, historias escondidas.»

Ragnhild se puso a llorar. Inger Johanne miro dentro del cochecito. Las encias sin dientes estaban al descubierto debido al furioso llanto. La madre lo cubrio con el chupete. Se hizo el silencio.

Llevaba mucho tiempo pensandolo: en ambos casos, tanto en el de Fiona como en el de Vibeke, habia muchas menos contradicciones y conflictos subyacentes de lo normal.

Incremento el ritmo. El viento era frio y duro. Pronto Ragnhild se despertaria de verdad. Tenian que llegar a casa.

«El rechazo materno ya ha creado asesinos antes de esto -penso mientras se enfrentaba al borde de la acera de la calle Bergen-. Pero ?por que casi veintiseis anos mas tarde? ?Sera que el nino, el nino adulto, no se ha

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