Levanto un peon, se lo penso un momento y lo volvio a dejar donde estaba. Yngvar asio la misma pieza.
– ?Como se manifiesta su enfermedad? -pregunto mientras palpaba con cuidado el baston.
– El ultimo ano, el intervalo entre sus fases se ha acortado -dijo el doctor Bonheur-. Obviamente es fatigoso para el. Estuvo fuertemente maniaco un tiempo antes de Navidad. Despues siguio un periodo bueno. El… -Cruzo la habitacion y se inclino sobre el escritorio. Revolvio una pila de papeles. El dedo recorrio una hoja y se detuvo-. El 21 de enero por la manana llego aqui -completo.
– ?Temprano?
El medico busco entre los papeles.
– Si. Muy pronto. Llego sobre las siete de la manana; la verdad: muy derrumbado.
– ?Crees que…?
Yngvar dejo el peon y miro el reloj.
– ?Estara ya despierto?
– Se que lo esta. Suele despertarse sobre las cinco. Se queda solo en la sala de actividades hasta que aparecen los demas. Prefiere estar solo. Por lo menos cuando esta tan deprimido como ahora -detallo el medico.
– ?Podemos? -pregunto Yngvar, y alzo el brazo hacia la puerta cerrada.
El doctor Bonheur asintio con la cabeza y salio delante de ellos. Cerro la puerta tras de si y los condujo al ascensor. Nadie dijo nada. Entraron.
– Supongo que debo advertiros que… -El ascensor se detuvo. Cuando habian recorrido medio pasillo, el doctor se volvio y completo la frase-: Debo advertiros que Mats Bohus tiene… un aspecto particular.
– Esta bien -dijo Yngvar, sorprendido.
– Tiene un problema de metabolismo que lo hace grande. Pesado. Ademas nacio con labio leporino. Se lo operaron, por supuesto, pero sin mucho exito. Le hemos ofrecido varias veces hacerle una nueva intervencion. No quiere.
Siguio andando sin esperar respuesta. Abrio una puerta y entro.
– ?Hola, Mats! Tienes visita.
En medio de la habitacion, tras una mesa de formica, estaba sentado Mats Bohus, en una silla de madera. Los carrillos del trasero asomaban por los lados del asiento y daba la impresion de que el hombre tenia problemas para que le cupieran los muslos bajo la mesa. Llevaba puesto un chandal. Ante el habia una fila de hermosos animales. Al acercarse, Yngvar pudo ver, un cisne. Una jirafa. Dos leones, con la melena revuelta y la boca abierta. El elefante era amarillo y brillante, con la trompa alzada y grandes orejas transparentes.
– ?Que estas haciendo? -dijo Yngvar en voz baja; se habia acercado a la mesa, los otros dos hombres seguian de pie ante la puerta.
Mats Bohus no respondio. Los dedos trabajan raudos algo que parecia papel de seda. Yngvar se quedo de pie viendo como se creaba un caballo, detallado anatomicamente hasta las pezunas y la cola alzada.
– Yngvar Stubo -dijo finalmente-. Vengo de la policia.
Mats Bohus se levanto. A Yngvar le sorprendio la facilidad con que echo la silla para atras, coloco el caballo entre el leon y la jirafa, dio un paso a un lado y se giro hacia el policia.
– Teniais que llegar -dijo sin sonreir-. Pero ha llevado su tiempo.
La cicatriz sobre el labio era ancha y roja. Estaba tirante. Se podia ver una de las paletas, aunque la boca estuviera cerrada. La nariz era pequena, la zona de la barbilla poco definida, con pliegue tras pliegue sobre un cuello que no se veia.
Los ojos eran los de Fiona Helle. Ligeramente rasgados, de color azul intenso y largas pestanas oscuras.
– No me arrepiento -dijo Mats Bohus-. No os vayais a pensar que me arrepiento.
– Comprendo -dijo Yngvar Stubo.
– No -dijo Mats Bohus-. La verdad es que creo que no. ?Nos vamos?
Ya habia cruzado media habitacion.
Capitulo 11
Line Skytter entro arrastrando los pies en su cuarto de trabajo. Las zapatillas le quedaban demasiado grandes. La bata debian de haberla comprado para otra. El dobladillo del brazo tenia veinte centimetros de ancho.
– Aunque seas mi mejor amiga -dijo, y se sento sobre la cama de invitados-, espero que no vayas a coger la costumbre de aparecer los sabados a las siete y media de la manana para usar el ordenador. Por cierto, ?no teneis ahora a Kristiane? ?Que has hecho con ella?
– Esta con los vecinos, los de abajo -murmuro Inger Johanne-. Con Leonard.
Habia un bloc de notas junto al teclado. Aunque siempre sabia donde estaba, hacia muchos anos que no lo abria. Trece anos, penso. Se habia mudado tres veces desde entonces. Tres veces habia encontrado el cuaderno en una caja de zapatos con secretos: un anillo de laton de cuando era pequena, a los cinco anos se habia comprometido con el chico mas guapo de la calle. La cinta de plastico que habia llevado Kristiane en torno a la muneca en la clinica al nacer. La nina de Inger Johanne Vik. Una carta de amor de Isak. El camafeo marron de su abuela.
El cuaderno.
Tres veces habia decidido tirarlo. Cada una de las veces cambio de idea. El cuaderno amarillo de espiral y con un diminuto corazon en la penultima hoja iba a seguir con ella. Dentro del corazon habia escrito una «W» infantil. Es que ella era una nina, penso. Una nina de veintitres anos.
– ?Que estas buscando? -pregunto Line.
– Preferirias no saberlo. Pero muchas gracias por dejarme venir otra vez. Nuestro ordenador va fatal. Esta infectado con un virus y va muy lento.
– Un placer. Si ya casi no nos vemos.
– ?He parido hace un mes, Line! Las dieciseis semanas de antes andaba como una vaca, con desprendimiento de la placenta y problemas de sueno.
– Siempre has tenido problemas de sueno -dijo Line jovialmente-. ?Por que no te quedas hoy aqui? Cuando hayas acabado podemos dar una vuelta por el centro. Ir de compras. Irnos a un cafe. Ya casi no se fuma en ningun sitio, asi que no hay ningun problema con Ragnhild.
Echo un vistazo fuera. El cochecito estaba justo debajo de la ventana.
– Ademas duermen todo el rato, a esa edad.
– Pues la verdad es que no -dijo Inger Johanne-. Y gracias por la proposicion, pero luego tengo que ir a casa.
– ?Donde esta Yngvar? ?Que tal andais ultimamente? ?Esta loco por Ragnhild o que? Apuesto a que…
Inger Johanne suspiro elocuentemente y miro a Line por encima de las gafas.
– Estoy contentisima por haber podido venir -dijo lentamente-. Pero cuando el sabado por la manana decido despertar a mi amiga juerguista y sin hijos, es porque me traigo algo importante entre manos. ?Crees que podria trabajar un ratito sin interrupciones…, y luego charlamos?
– Desde luego -dijo Line levantandose-. Por Dios, estas…
– ?Line!
– Vale. Voy a hacer cafe. Si quieres, me lo dices y te lo traigo.
La puerta se cerro de golpe con un poco de fuerza de mas. Inger Johanne le echo un ojo al cochecito. Ningun movimiento. Ningun sonido. Aliviada se volvio a reclinar en la silla.
Acababa de parir y tenia derecho a tranquilidad, pensaba cada vez que Line la llamaba, que su hermana le daba la lata o cuando Yngvar sugeria con cuidado que podria estar bien tener alguna visita. Una pequena cena, quizas, o un cafe el domingo. Tan pronto como preguntaba y veia como los hombros de Inger Johanne se elevaban otro poco, lo dejaba estar. Hablaba de otra cosa. Luego ella lo olvidaba. Hasta la siguiente vez que sonaba el telefono y alguien empezaba a dar la lata con que queria ver a Ragnhild, que queria saludarlos a todos.
Tenia que conseguir normalizar sus noches.