cuando…
– No -dijo el doctor Bonheur-. Ha estado aqui todo el tiempo.
El silencio que siguio fue espeluznante. Finalmente el abogado habia cerrado la boca. Sigmund mantenia la mano alzada, como en protesta, pero no era capaz de decir nada. Yngvar cerro los ojos. Incluso el llanto de Mats Bohus se habia apaciguado. En el pasillo detras de la puerta cerrada, antes habian sonado pasos que iban y venian, se habia oido charla y alguien habia gritado ostensiblemente. Ahora no se oia ni un ruido.
Fue Sigmund quien finalmente se atrevio a formular la pregunta:
– ?Estas seguro? ?Totalmente seguro?
– Si. Mats Bohus llego al hospital a las siete de la manana del 21 de enero. Desde entonces no ha salido de aqui. Eso lo puedo garantizar.
Sigmund Berli nunca se habia sentido tan despierto.
Los sabados por la noche no habia nada interesante en la television. Eso le iba bien a Inger Johanne. De vez en cuando pegaba una cabezadita, pero la despertaban bruscamente sus propios pensamientos: cuando se adormilaba se transformaban en absurdos suenos.
Kristiane se habia quedado a dormir en casa de los vecinos. Era la primera vez que se quedaba a dormir fuera de casa.
Leonard habia venido con una invitacion escrita, una hoja din A-4 con grandes letras rectas. Inger Johanne pensaba en los mojados nocturnos. Pensaba en Sulamit, que tenia que ser gato para que Kristiane pudiera dormir. Vacilo.
– Si es tan importante, el coche de bomberos puede ser gato por una noche -habia dicho Leonard.
Gita Jensen habia sonreido, estaba de pie en medio de las escaleras.
– Es verdad -dijo-. Leonard tiene tantas ganas. Y con Ragnhild, por las noches…, hemos pensado que quizas a vosotros tambien os viniera bien.
– Quiero ir -decidio Kristiane-. Quiero dormir en literas. Arriba.
Inger Johanne permitio que Kristiane se fuera, y ahora se arrepentia.
La nina podia asustarse. Era muy sensible a los cambios. Le habia llevado meses acostumbrarse a la nueva casa. Cada noche, durante mucho tiempo, se despertaba y buscaba el dormitorio de los adultos donde estaba en el antiguo piso. Alli no encontraba sino una pared, y su llanto desesperado no se apaciguaba hasta que la dejaban dormir en un pequeno colchon junto a la cama de Yngvar.
Kristiane se iba a hacer pis en la cama. Se iba a avergonzar y a poner triste. Ultimamente habia empezado a registrar mas el mundo que la rodeaba, a ser mas consciente de su propia singularidad. Era una avance, pero tambien sumamente delicado.
Por lo menos para Inger Johanne.
Yngvar habia llamado. Habia sido breve, se habia limitado a decir que volveria tarde.
Inger Johanne apago la television. Siguio un silencio demasiado intenso y la volvio a encender. Se esforzaba por escuchar ruidos provenientes del piso de abajo. Debian de haberse acostado ya. Lo que mas deseaba era ir a recoger a Kristiane. Subirsela al regazo, charlar sobre cosas raras y poco peligrosas. Ponerle a la nina de nueve anos un panal de noche que era invisible…, cuando no lo sabia mas que mama. Podian jugar al ajedrez al modo de Kristiane: el caballo tenia derecho a galopar a donde quisiera, con tal de que le dejaran comer peones para la cena. Podian ver una pelicula. Estar despiertas juntas.
Inger Johanne tenia frio. No servia de gran cosa empaquetarse con mantas. Aquella misma manana, en un entorno que no era el suyo, se habia atrevido finalmente a echar un ojo al cuarto que llevaba tanto tiempo cerrado. Al llegar a casa, jadeando y alterada, se habia puesto a llorar. Le habian impuesto algo. No lo queria. Se sentia desamparada y humillada; y tenia frio.
?Con tal de que volviera Yngvar!
Se llevo a Ragnhild al pecho. El bebe pesaba ya casi cinco kilos, y la piel tenia pequenos pliegues de carne sobre el dorso de las manos. El tiempo pasaba tan rapido. La pelusa oscura de la cabeza ya casi habia desaparecido. El pelo que crecia en su lugar parecia que iba a ser rubio. La mirada de la nina se aferro a la suya y, aunque todo el mundo explicaba que era demasiado pronto para decir algo seguro, Inger Johanne pensaba que los ojos iban a ser verdes. En la barbilla tenia una sombra del hoyuelo de Yngvar.
Tenia que estar al llegar. Eran ya las once.
Al dia siguiente habria una comida familiar. Inger Johanne no estaba segura de que fuera a ser capaz de dejar la casa.
Un ruido en la puerta de abajo hizo que, instintivamente, cogiera a Ragnhild con mas fuerza. La boca perdio el pezon y la pequena empezo a llorar.
Entrechocar de llaves. Pasos pesados subiendo las escaleras.
Por fin le iba poder contar a Yngvar a que se enfrentaban.
Un solo asesino.
Un mismo autor que habia asesinado y maltratado tanto a Fiona Helle como a Vibeke Heinerback y a Vegard Krogh. Habia un patron, los contornos inconcebibles de un plan que, por ahora, solo indicaba que los crimenes habian sido llevados a cabo por una sola persona.
Y que habria mas asesinatos.
Yngvar estaba en la puerta. Bajo el abrigo tenia los hombros hundidos.
– Fue el. Mats Bohus. Lo ha confesado.
– ?Como?
Inger Johanne se levanto del sofa. Temblaba y casi se le cae el bebe. Se volvio a sentar lentamente.
– ?Que…? Pero… ?Que enorme alivio, Yngvar!
– Mato a su madre.
– ?Y?
– A Fiona Helle, me refiero.
– Y…
– No hay «y». Nada mas.
Yngvar se arranco el abrigo y lo tiro al suelo. Salio a la cocina. Inger Johanne oyo como se abria y cerraba la puerta de la nevera. Yngvar se abrio una lata de cerveza.
Pero Yngvar se equivocaba y ella lo sabia.
– Mato a los demas tambien, ?no? El…
– No.
Yngvar cruzo la habitacion y se detuvo detras del sofa, con una mano sobre el hombro de ella y la otra aferrando la cerveza. Bebio. Los tragos eran audibles, casi ostentosos.
– No hay asesino en serie -dijo, y se seco la boca con la mano antes de vaciar la lata-. Solo una puta serie de asesinatos. Sera algo que anda por ahi. Me acuesto, carino. Estoy agotado.
– Pero… -comenzo ella.
Yngvar se detuvo ante la puerta y se giro hacia Inger Johanne.
– ?Te ayudo con Ragnhild?
– No hace falta. Voy a… Pero, Yngvar…
– ?Si?
– Podria estar mintiendo. Que… -No habia vacilacion en las palabras de ella.
– No miente. Por ahora su explicacion se corresponde completamente con lo que hemos encontrado en la vivienda de Fiona. Nos hemos peleado hasta conseguir otro interrogatorio esta noche. Seguro que no es aconsejable, por su salud, pero… conoce detalles que no se han hecho publicos. Tenia un movil fuerte. Fiona no queria saber nada de el. Como tu dijiste. Lo rechazo de plano. Mats Bohus sostiene que sentia repulsion hacia el. Repulsion, repetia. Una y otra vez. Incluso ha… -Yngvar se restrego la cara con la mano izquierda y respiro profundamente-, ha guardado el cuchillo. Con el que le cerceno la lengua. La mato, Inger Johanne.
– ?Puede estar mintiendo sobre los demas! Puede asumir la responsabilidad del asesinato de su madre y mentir sobre…
Yngvar apreto la lata de cerveza vacia.
– No -sostuvo-. Nunca he topado con una coartada mejor. No ha salido del hospital desde el 21 de enero. - Abatido, se quedo mirando la lata, como si se le hubiera olvidado que la habia destrozado. Ausente levanto la vista