Entonces me acorde. Recorde las clases. Recorde los largos dias, las cansadas, exigentes, divertidas… -Se acerco a su reflejo en el cristal de la ventana, como si fuera mas seguro hablar consigo misma-. Ahora recuerdo incluso el ciclo de conferencias en que estaba incluido. Behavioral science. Warren nos divirtio con una conferencia que habia titulado Proportional retribution.

Por un momento a Yngvar le dio la impresion de ver el reflejo de una sonrisa.

– ?Sonries?

– Nos divertia -repitio ella-. La verdad es que eso es lo que hacia. Nos reiamos. Todos nos reiamos cuando Warren queria que nos rieramos. Era un dia de junio. Se acercaban las vacaciones. Hacia calor. Un bochorno horrible y calor. El aire acondicionado del auditorio estaba estropeado. Nosotros sudabamos. Pero Warren no. Siempre parecia fresco, siempre…, cool. En todos los sentidos de la palabra.

Se volvio lentamente. Bajo la taza. Estaba vacia y colgada de su dedo indice por el asa.

– Empleo tantas fuerzas en olvidar -dijo sin mirarlo-. Quiza no sea tan extrano que tenga grandes problemas para recordarlo. A pesar de que…

Se le llenaron los ojos de lagrimas. Echo la cabeza hacia atras para evitar que se derramaran. Yngvar volvio a hacer gesto de que se queria levantar.

– Inger…

– No -dijo ella, tajante. De pronto sonrio entre las lagrimas y se paso el dorso de la mano por el ojo izquierdo-. La conferencia trataba sobre vengadores con gusto por la tesis del «ojo por ojo, diente por diente» - dijo-. Sobre criminales con una inclinacion exagerada hacia los castigos reflejos. Y hacia el simbolismo, no menos. A Warren le encantaban esas cosas. Amaba todo lo que era violento. Claro. Exagerado.

– Sientate, Inger Johanne.

Yngvar dio unas palmadas sobre el cojin del sofa a su lado.

– No. Quiero estar de pie. Tengo que contarlo ahora. Mientras tenga fuerzas. O mejor dicho… -De nuevo esa fugaz sonrisa pequena-. Mientras tenga fuerzas para hacerlo -anadio.

– La verdad es que no se exactamente de que estas hablando, Inger Johanne.

– Nos hablo de cinco casos -continuo ella, como si no lo hubiera oido-. Uno de ellos era…, se trataba de uno de esos excentricos que solo te encuentras en Estados Unidos. Un tipo intelectual y un poco retorcido, con mucha mana para las plantas. Tenia un jardin magnifico, que protegia con unas y dientes.

»No recuerdo de que vivia, pero debia de tener dinero, porque el jardin era la joya de todo el barrio. Un vecino lo llevo a juicio por un problema con las lindes de los terrenos. Pensaba que la valla estaba unos metros metida en su propiedad. Los tribunales dieron la razon al vecino, tras una larga ronda por el ente judicial. No lo recuerdo muy bien. La cosa es que…

Se quedo rigida, con la punta de la lengua a la vista y la cabeza ladeada.

– Sigue, por favor.

– ?Has oido algo?

– No. ?No podrias…?

Inger Johanne trago saliva y respiro profundamente antes de continuar:

– La cosa es que encontraron al vecino muerto justo antes de que se dictara la ultima sentencia. Le habian cortado la lengua y la habian metido en un sobre hecho con la portada de House & Garden. Una revista sobre…

– Sobre casa y jardin -dijo Yngvar con desanimo-. ?No podrias hacer el favor de sentarte? Tienes frio. Ven aqui.

– ?No me estas escuchando?

– Si, pero…

– ?Le habian cortado la lengua! ?Y la habian envuelto bellamente! La mas obvia y vulgarmente simbolica…

– Estoy seguro… -dijo el con la voz moderada- de que hay ejemplos en todo el mundo de cadaveres que estan mutilados de este modo, Inger Johanne. Y que no tienen nada que ver con el asesinato de Fiona Helle. Tu misma lo estas diciendo: paso hace mucho tiempo, y no lo recuerdas muy…

– La putada es que lo recuerdo -dijo con enfado-. ?Ahora lo recuerdo! ?No podrias intentar comprender, Yngvar! ?Comprender lo… dificil que resulta obligarse a recordar algo que se ha intentado desesperadamente olvidar? ?Lo…? ?Lo terriblemente doloroso que es…?

– Me es dificil comprender algo de lo que nunca se me ha contado nada -dijo Yngvar, y se arrepintio inmediatamente-. Quiero decir…, ya veo que esto es doloroso para ti. No es dificil de…

– Ni se te ocurra -le grito ella-. Nunca, nunca voy a hablar de lo que paso. Solo estoy intentando darte una explicacion de por que esta historia se me habia escondido. Ha estado tan cerca, tan…

El se levanto. La agarro por las munecas y noto lo delgada que se habia puesto. El reloj de pulsera, que se le habia quedado estrecho durante los ultimos meses de embarazo, amenazaba ahora con deslizarse por la mano. Ella, sin voluntad, dejo que la agarrara. El le acaricio la espalda. Las vertebras se notaban a traves del jersey.

– Tienes que comer -dijo con la cara en su pelo, que estaba muerto y revuelto-. Tienes que comer y dormir, Inger Johanne.

– Y tu tienes que escucharme -lloro ella-. ?No podrias escuchar mi historia? Sin preguntar lo que…, sin mezclarlo todo… -Inger Johanne se estiro y puso la manos contra el pecho de el-. ?No podrias dejar de preguntar sobre lo que tiene que ver conmigo? ?Podrias olvidar eso y escucharme?

– Me es dificil. En algun momento vas a tener que…

– Nunca. ?Vale? Nunca. Me prometiste que…

– Nos ibamos a casar al dia siguiente, Inger Johanne. Tenia miedo de que cancelaras toda la boda si no me doblegaba a tus deseos. Ahora todo es distinto.

– Nada es distinto.

– Si. Estamos casados. Tenemos hijos. Estas poniendote… Sufres, Inger Johanne. Sufres por algo en lo que no me permites entrar. Y eso simplemente no lo acepto.

– Vas a tener que hacerlo.

El la solto. Se quedaron asi de pie, juntos, pero sin rozarse. El le sacaba casi una cabeza. Inger Johanne alzo la cara. En sus ojos habia una oscuridad que Yngvar no reconocia, y se le acelero el pulso cuando por un momento creyo ver algo que parecia… odio.

– Inger Johanne -susurro.

– Te amo -dijo ella en voz baja-. Pero tienes que olvidar ese asunto. Quizas algun dia sea capaz de contarte lo que paso entre Warren y yo. Pero no ahora. No en mucho tiempo, Yngvar. Me he pasado las ultimas semanas intentando sacarlo del olvido. Ha sido un viaje duro. Ya no aguanto mas. Quiero volver. A la vida aqui. Contigo y las ninas. Nosotros.

– Por supuesto -dijo el con la voz ronca, el corazon seguia latiendo con fuerza.

– Me he traido una historia, y es la que quisiera contar. Al resto le voy a poner la tapa, por ahora… Quiza por mucho tiempo, quiza para siempre. Pero tienes que…, tienes que escuchar lo que tengo que decir.

El trago saliva y asintio con la cabeza.

– ?Nos sentamos? -dijo, la voz seguia siendo aspera.

– No te pongas asi -dijo Inger Johanne acariciandole el pelo-. ?No podrias…?

– Me has asustado -dijo el, sin quererle soltar los ojos.

Ahora estaban amables. Los autenticos, amables y cotidianos ojos de Inger Johanne.

– No era mi intencion.

– Nos sentamos, ?te parece? -insistio el.

– No podrias dejar de…

– ?Dejar de que?

– Siento haberte asustado. Pero no tienes que tratarme como a un invitado cualquiera por eso -concreto Inger Johanne.

Por un momento su mirada habia sido beligerante. No habia odio, como Yngvar habia sentido al principio, sino agresividad y beligerancia.

– Tonterias -dijo el sonriendo-. Lo dejamos estar. Vamos a dejarte a ti y a…, a ti y a Warren a un lado. Cuentame.

Fue a buscar otra taza, sirvio cafe para los dos y se sento en el sofa palmeando el cojin junto a el para

Вы читаете Crepusculo En Oslo
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату