a lo largo de muro contra el mar, se imaginaba el jaleo de las hordas de la temporada de verano: japoneses ruidosos y alemanes estridentes y sonrosados.
Se habia convertido en una vagabunda, ahora en serio. Con el tiempo habia encontrado los senderos y habia aprendido a evitar los caminos principales, sin aceras y mortalmente peligrosas, con su eterno trafico abrumador.
Su nuevo
El abrigo
Seguia deambulando.
Al caminar le resultaba mas facil pensar. Durante sus largos paseos por el mar, las montanas y las escarpadas lomas entre Niza y Cap d'Ail, era cuando mejor sentia que la vida habia vuelto a ser energica. De vez en cuando, sobre todo cuando volvia a casa por la noche, notaba el cansancio de los musculos como un bendito recordatorio de su propia fuerza. A veces se desvestia y caminaba desnuda por la casa, el reflejo de las ventanas le confirmaba las transformaciones que estaba atravesando. Bebia vino, pero nunca mucho. La comida le sabia bien, tanto cuando la hacia ella como cuando se pasaba por alguno de los restaurantes donde la reconocian; ahora siempre la reconocian. Los corteses camareros que le apartaban la silla y que recordaban que le gustaba tomar una copa de champan antes de comer.
Los ultimos dias habia sentido agradecimiento.
Habia conducido de una sola tacada desde Copenhague, donde habia dejado el coche en un aparcamiento anonimo mientras ella cogia el ferri a Oslo y volvia. La lista de pasajeros del barco a Copenhague era un chiste. Habia viajado como Eva Hansen y se habia quedado en el camarote. En ambos trayectos. Tras pasar una noche en un hotel, acumulo las fuerzas suficientes como para sentarse treinta y cinco horas al volante, sin llegar siquiera a agotarse del todo. En sus breves pausas, en las pequenas salidas de la carretera para echar diesel, para comer en un restaurante de un dorf aleman o en un pueblo junto al rio Rodano, sentia ciertamente cansancio en los musculos y en las articulaciones. Pero nunca necesidad de dormir.
Entrego el coche al camarero marroqui del cafe de la Paix. Le habia pagado bien por tomarse la molestia de alquilar el coche a su nombre. Quiza no se habia creido del todo su explicacion: estaba muy constipada cuando necesito el coche y queria evitarse el viaje a Niza. Pero puesto que el joven planeaba volver a Marruecos, al restaurante nuevo que habia abierto su padre, cogio el dinero con una sonrisa y sin pregunta alguna.
Despues se fue a casa, a pie. Alli se durmio en cuanto cogio las sabanas y desaparecio, sin suenos, durante once horas.
En todos estos anos, de meticulosa planificacion, de nitidas informaciones y de concienzuda research, no le habia encontrado otro placer al trabajo que precisamente esto: comprobar que era su trabajo. Era lo que tenia que hacer para llevar a cabo la tarea por la que le pagaban. Era eficiente y nunca la cogian. Nadie podia decir que hubiera errado, hecho chapuzas, sido ligera o que hubiera saltado la valla por la parte mas baja.
A pesar de todo estaba agradecida por los anos sin vida.
Le habian proporcionado conocimientos y pericia.
A pesar de que tenia los ficheros en Noruega, recordaba lo suficiente. El gran armario de acero albergaba informacion sobre todas las personas a las que habia investigado. Conocidos y desconocidos. Famosos y celebridades junto al cartero de Otta, que siempre le llenaba el buzon de publicidad a pesar de que habia enviado un correo pidiendo que no lo hiciera. Habia registrado las debilidades y las rutinas de la gente, habia observado sus deseos y necesidades, habia puesto sus cartas de amor, secretos y patrones de movimientos en ficheros y lo habia almacenado todo en un gran armario de metal gris.
Nunca hacia chapuzas. El secreto de su profesion era siempre saber. La memoria nunca le fallaba.
Los anos muertos no habian sido en balde. Ahora los agradecia. Era capaz de montar un rifle AG-3 a ciegas y de hacerle un puente a un coche en treinta segundos. Le llevaba menos de una semana conseguir un pasaporte falso y tenia un control del mercado escandinavo de heroina que la policia hubiera aprobado como muy eficiente. Conocia a las personas que nadie mas que ella queria conocer, las conocia bien; pero ninguna de esas personas la conocia a ella.
Habia empezado a hacer mas frio. Un viento desagradable bajaba por las laderas disolviendo la bruma sobre el mar. El abrigo de
Ultimamente tenia menos prudencia con el dinero.
Un repentino parche de color aparecio en el cielo por el norte. Una persona se mecia ritmicamente de lado a lado bajo un parapente naranja. Aparecio otro por encima de la loma, rojo y amarillo, con letras verdes imposibles de descifrar. Una turbulencia repentina lo desestabilizo. Perdio el impulso y cayo en picado cincuenta o sesenta metros antes de que el hombre consiguiera recuperar el control del vuelo y bajar lentamente al valle que habia a sus pies.
Ella lo siguio con los ojos y se rio en voz baja.
Creian que desafiaban el destino.
Los deportes de riesgo siempre la habian provocado, sobre todo porque quienes los practicaban le resultaban pateticos. Es evidente que no a todo el mundo le toca una vida emocionante. Al contrario. La gran mayoria de los seis mil millones de personas de la Tierra, la mayor parte de los habitantes de Europa y la practica totalidad de la poblacion noruega viven vidas sin sentido. La lucha por la existencia puede consistir en conseguir suficiente comida para sobrevivir, salud para los ninos, un trabajo mejor o el coche mas nuevo del vecindario; la existencia humana sigue siendo una trivial nimiedad. Que a los jovenzuelos mimados y depravados se les antojara necesario desafiar la muerte con saltos y zambullidas, en escarpadas paredes de montana y a gran velocidad, era una manifestacion de la decadencia occidental que siempre habia despreciado.
Padecer.
Padecian afliccion vital porque creian merecer algo distinto y mejor, algo mas de lo que la vida era para la gran mayoria: un periodo de tiempo sin importancia entre el nacimiento y la muerte.
«Creen que pueden escapar de la falta de sentido de la existencia -penso-. A base de tirarse desde el Trollvegg bajo una estructura de tejido incierto. Quieren llegar mas alto, mas lejos y con mas riesgo. No alcanzan a avistar el aburrimiento, que los persigue constantemente, riendose de ellos y vestido de gris. No lo ven hasta que han aterrizado, hasta que han llegado sanos y salvos a casa. Luego repiten la empresa, hacen otra cosa, cada vez mas peligrosa, cada vez mas temeraria, hasta que o bien entienden que la vida no se deja desafiar o bien se topan con la muerte en el intento de demostrar lo contrario.»
Los parapentes ya casi habian bajado, se preparaban para aterrizar sobre un repecho con largas filas de vid. Le dio la impresion de oir su risa. Imaginaciones suyas, por supuesto, el viento no soplaba en la direccion correcta y habia mucha distancia hasta el fondo del valle. Pero podia ver como los hombres se daban palmadas en la espalda y pegaban saltos de alegria. Dos mujeres subian corriendo hacia ellos por las terrazas de la loma. Los saludaban alegremente agitando los brazos.
Seguia sintiendo repugnancia hacia los juegos mortales.
Los que los practicaban se limitaban a arriesgar la vida.
La muerte no era mas que el agradable final del aburrimiento. Aparte de que morir te proporcionaba una fama apropiada, puesto que el lenguaje de las necrologicas es laudatorio y no verdadero. Al morir joven, a la vida no le daba tiempo a hacerte viejo o feo, gordo o escualido. Quien no envejecia, dejaba tras de si un monumento tragico, un relato embellecedor y conciliador en el que lo triste se volvia emocionante y lo feo hermoso.
«Vegard Krogh», penso, y se mordio la lengua.
Ya no queria leer mas sobre el. Los articulos eran enganosos. Periodistas y companeros, amigos y familia