Tenia una expresion chata y neutral, como si estuviera esperando algo o a alguien, y se estuviera aburriendo.

– Tiene que creerme -insistio Trond-. Nunca he estado con… ningun otro chico. ?Se lo juro! Y esa noche, esa noche, fue la ultima vez que iba. Si yo me iba a casar y…

Grandes lagrimones le corrian por la cara. Moqueaba por una de las fosas nasales. Se seco con la manga, pero era incapaz de calmar el llanto. Los sollozos sonaban como los de un nino pequeno. Yngvar se balanceaba adelante y atras. La silla golpeaba. Tam. Tam. Tam.

– ?No podria dejar de hacer eso? -dijo Trond-. ?Por favor!

Yngvar continuo balanceandose.

– Sigue.

– Me emborrache tanto -dijo Trond-. Sobre las nueve estaba ya como una cuba. Hacia mucho que no veia a Ulrik y entonces…, sobre las diez y media, sali para tomar un poco de aire. Sali del pub para despejarme un poco. Y, bueno, quedaba muy cerca. La calle Huitfeldt, quiero decir…, y entonces…

La silla de Yngvar cayo de golpe sobre el suelo. El joven pego un fuerte respingo. La taza de plastico con agua de la que acababa de beber se volco. El policia cogio las cartas. Quito la goma y ojeo los sobres una vez mas sin abrir ninguno de ellos. Despues volvio a poner la goma diligentemente, y metio todo el monton en una carpeta gris. Trond reconocia al policia amable que habia estado en la reconstruccion. Era imposible leerle los ojos, y casi no decia nada.

– Sigo escuchandote.

– Ha sido bastante dificil -dijo docilmente, tomando aire entre los hipidos-. Ulrik ha estado…, dice que…, en realidad habia pensado contarlo. Queria decir la verdad, pero cuando me di cuenta de que pensabais que me habia pasado toda la noche en el Smuget, no entendi bien por que…, pense que… -De pronto echo la cabeza hacia atras-. ?No podria decir algo? -se lamento, y se echo bruscamente hacia delante, apoyando las manos sobre la superficie de la mesa-. ?Podria decir algo, hombre!

– Tu eres el que tiene que hablar.

– Pero ?no tengo nada mas que decir! Siento muchisimo no haberlo dicho inmediatamente, pero es que… ?Yo amaba a Vibeke! La echo mucho de menos. Nos ibamos a casar, yo era tan… ?Tiene que creerme!

– Ahora mismo no tiene mucho interes lo que yo piense -dijo Yngvar tirandose del lobulo de la oreja-. Pero me importa mucho saber cuanto tiempo te ausentaste de la despedida de soltero.

– Durante una hora y media, ya lo he dicho. Desde las diez y media hasta las doce. Medianoche. Palabra de honor. Pregunte al resto, pregunteselo a mi hermano.

– Esta claro que la ultima vez que preguntamos se equivocaron. O, si no, mintieron, todos ellos. Juraron que estuviste toda la noche.

– ?Eso creian ellos! Por Dios, era todo un caos, y yo me fui solo un rato. Tendria que haberlo dicho inmediatamente, pero… me daba verguenza. Me iba a casar.

– Eso ya lo sabemos -dijo Yngvar con dureza-. Lo has dicho unas cuantas veces.

– Tendria que haberlo dicho -gimoteaba el joven-. Pero es que me daba tanta…, pense que…

– Pensaste que te ibas a librar -dijo Yngvar Stubo, la voz tenia una inflexion extrana-. ?No es verdad?

Se levanto, se puso las manos a la espalda y recorrio lentamente la habitacion. Trond se plegaba; doblo la nuca y encogio los hombros, como si tuviera miedo de que le fueran a pegar.

– Lo interesante -agrego Yngvar, la voz habia adquirido algo fingidamente paternal, un tono medio afable, medio estricto-. Lo interesante es que me acabas de contar algo que no sabiamos.

El chico habia dejado de llorar. Se secaba lagrimas y mocos con la punta de la camisa, y por un momento dio la impresion de estar mas aturdido que desesperado.

– Ahora no entiendo lo que quiere decir -dijo mirando al policia directamente a los ojos-. Es obvio que han hablado con Ulrik y aquella noche…

– Te equivocas -dijo Yngvar-. Ulrik no quiere hablar con nosotros. Esta metido en una celda en Granland y no suelta prenda. Hasta cierto punto tiene derecho a hacerlo. A no soltar prenda, quiero decir. Asi que sobre esto de que has mentido a proposito de tu coartada, no teniamos ni idea. Hasta ahora no.

– ?En una celda? ?Que ha hecho? ?Ulrik?

Yngvar se detuvo a un metro del joven. Coloco el codo derecho en la mano izquierda, y se acaricio la nariz con expresion pensativa.

– Tan tonto no eres, Trond.

– Yo…

– ?Tu que?

– Francamente, no tengo ni idea de que va esto.

– Hummm. Esta bien. Asi que quieres que crea que has estado con Ulrik de…, de formas no superficiales, se podria decir…

Yngvar senalo con la cabeza la carpeta con los documentos. Las cartas asomaban levemente de la apertura. La cara de Trond se puso como un tomate.

– Yo…

– Sin saber nada de la relacion de Ulrik con sustancias prohibidas -continuo Yngvar-. Con todos mis respetos, me cuesta mucho creerlo.

Trond tenia pinta de haber visto, por un momento, al mismisimo diablo, con cuernos en la frente y rabo en llamas. Tenia los ojos abiertos de par en par, la boca se le abrio y los mocos empezaron de nuevo a caer sin que hiciera ningun ademan de querer secarselos. Las palabras se convirtieron en silabas sin sentido. Yngvar se mordio pensativo los nudillos, sin la menor intencion de ayudarle.

– Drogas -consiguio por fin decir Trond-. De eso yo no sabia nada. ?Lo juro!

– Tengo una cria en casa -dijo Yngvar, y empezo de nuevo a deambular, dando grandes zancadas, de un extremo a otro de la estrecha sala de interrogatorios-. Tiene casi diez anos y posee una fantasia envidiable. -Se detuvo y sonrio-. Miente todo el rato. Tu dices «lo juro» con mas frecuencia que ella. Eso no refuerza exactamente tu credibilidad.

– Me rindo -murmuro Trond, y daba la impresion de que lo decia en serio, se recosto en la silla y repitio-: Me rindo, joder.

Los brazos le colgaban sueltos a ambos lados del cuerpo. Echo la cabeza hacia atras. Cerro los ojos. Separo las piernas. Se quedo sentado como un adolescente desgarbado.

– Supongo que tampoco sabias que Ulrik se prostituia -dijo Yngvar con tranquilidad, miraba fijamente la larguirucha silueta para no perderse el mas minimo detalle.

No ocurrio nada. Trond Arnesen se limito a quedarse ahi sentado, con la boca abierta, las rodillas bien separadas y las manos balanceandose al compas.

– Del tipo mas bien exclusivo -anadio Yngvar-. Pero eso no lo sabias, claro. Porque seguro que tu nunca pagabas.

Tampoco esta vez el joven reacciono. Se quedo mucho rato sentado inmovil. Incluso las manos le colgaban quietas. Solo un temblor en los parpados mostraba que habia estado escuchando. En el denso aire de la sala de interrogatorios no habia mas ruido que la respiracion constante de Yngvar y el zumbido del sistema de ventilacion, que apenas se oia.

– No deberias haber escrito esas cartas -dijo Yngvar en voz baja y con rabia, no sabia bien por que-. Si no hubieras escrito esas cartas, ahora todo estaria bien. Estarias sentado en tu casa. En tu hogar. Contarias con la simpatia de todo el mundo. Antes o despues remontarias tu vida. Eres joven. Dentro de medio ano habria pasado lo peor y habrias podido continuar. Pero tuviste que escribir las cartas. No fue muy inteligente, Trond.

«Estoy siendo malvado», penso, y se saco del bolsillo de la camisa un grueso puro con su funda de aluminio. «Lo estoy castigando por mi propia decepcion. ?Que es lo que me decepciona? ?Que haya mentido? ?Que tuviera secretos? Todo el mundo miente. Todo el mundo tiene secretos. No hay vidas intachables sin verguenzas, sin tacha ni macula. No lo estoy castigando por ser inmoral, he visto demasiado y he comprendido lo suficiente como para hacer eso. Estoy decepcionado porque me ha enganado. Por una vez decidi creer. Mi vida laboral transcurre entre las mentiras y las infidelidades de los demas, entre sus deserciones y sus traiciones. Sin embargo, habia algo en este muchacho, en este hombre inmaduro… Algo de candor. Algo autentico. Pero me equivoque, y por eso lo castigo.»

Olio el puro. Desenrosco un poco la tapa y olisqueo.

Вы читаете Crepusculo En Oslo
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату