realidad ha contado Lars ha sido una serie infinita de hallazgos tecnicos que no nos llevan a ningun sitio y de reflexiones tacticas que en el fondo solo tratan de una cosa: ?estamos colgados en la ignorancia! Joder… -Se contuvo-. Lo siento -dijo debilmente-. Pero escucha esto…

El jefe alzo la mano.

– No -dijo-. Lo ultimo que necesitamos ahora es mas critica de los medios. Si atacamos a Wencke Bencke… - Le echo una mirada a la papelera, como si la escritora estuviera ahi metida, junto con su nombre en rotulador rojo-. Si se nos ocurre siquiera mirar en su direccion, se va a montar un jaleo de cojones. Se esta haciendo muy popular, por lo que puedo entender. Ayer la vi dos veces en la television, y NRK ha anunciado que esta noche sera la invitada de honor de Primero y ultimo.

Se chupo los dientes. El ruido era insoportable. Luego chasqueo levemente la lengua y se retorcio el bigote entre el pulgar y el indice. Continuo, ahora mirando a Yngvar:

– Y si, contra todo pronostico, se viera que habia algo de verdad en esta hipotesis tuya, en esta absurda y volatil teoria tuya sobre viejas conferencias y aburrimiento, entonces esta senora es dura de pelar.

– Asi que lo mejor sera ni intentarlo -dijo Yngvar mirandolo a los ojos.

– Ahorrate los sarcasmos.

– Pero prefieres tener tres casos sin resolver que tener que enfrentarte a los medios de comunicacion -dijo Yngvar encogiendose de hombros-. Por mi esta bien.

El jefe de Kripos se acaricio su amplia cintura. Introdujo el pulgar debajo del cenido cinturon. Se chupo los dientes. Se subio los pantalones, que volvieron a caer inmediatamente al hueco bajo la barriga.

– Esta bien, esta bien -dijo por fin-. Te doy dos semanas. Tres. Durante tres semanas estas exento de llevar a cabo otra tarea que no sea la de registrar los movimientos de Wencke Bencke en el periodo de tiempo en torno a los asesinatos. Y nada mas. ?Me estas oyendo?

Yngvar asintio con la cabeza. Dijo:

– Tres semanas.

– Nada de saltos mortales. Nada de hurgar en otras partes de su vida. No quiero jaleo, ?entendido? Averigua si su coartada al final no se sostiene. Mi consejo es: empieza con el ultimo asesinato. Con Havard Stefansen. Cuando el murio, por lo menos andaba cerca.

Yngvar volvio a asentir.

– Vive en la misma casa…

– Como oiga una sola palabra sobre que esta mujer esta siendo investigada… -ahora el jefe tenia la cara rojo oscuro y el sudor le corria por la frente-, de boca de alguien que no sea los que estamos aqui ahora y que… ?No vamos a decir una palabra sobre este asunto a nadie!

Estampo su mano pequena y gorda contra la mesa.

Cogio aire, profundamente, luego lo dejo salir entre los dientes apretados. Y llego la advertencia:

– De lo contrario me cabreare. Y ya sabeis lo que significa eso.

Todos asintieron, como una clase de primaria entusiasmada.

– Y tu -dijo el jefe senalando a Sigmund-: si te va la vida en ser el escudero de Yngvar, por mi esta bien. Tres semanas. Ni un dia mas. Y por lo demas la investigacion sigue su curso como antes, Lars. La reunion ha acabado.

Las sillas aranaron el suelo. Alguien abrio una ventana. Alguien se rio. Sigmund sonrio feliz e indico que se iba al despacho a hacer una llamada.

– Yngvar -dijo el jefe, trayendolo hacia si cuando la habitacion se estaba vaciando.

– ?Si?

– No me gusta el ultimo caso -dijo en voz baja.

– ?Havard Stefansen?

– No. El ultimo caso de esa vieja conferencia. El que todavia no ha tenido lugar. El incendio. La casa en llamas del policia.

Yngvar no respondio. Se limito a contraer los parpados y a mirar por la ventana con aire ausente.

– Le he pedido a la policia de Oslo que haga unas rondas extra -continuo el jefe-. Por la noche. En la calle Hauge.

– Gracias -dijo Yngvar, y le ofrecio la mano-. Te lo agradezco. Hemos trasladado a los ninos.

– Muy bien -dijo el jefe queriendose ir. A pesar de todo se quedo un rato de pie, con la mano de Yngvar en la suya-. Y esto no es porque le de el menor credito a vuestro perfil. No es mas que una medida de seguridad. ?Entendido?

– Entendido -dijo Yngvar, completamente serio.

– Ademas -dijo el jefe cogiendo la funda de puro del bolsillo de Yngvar-, esto me lo quedo yo. ?No podrias dejar de fumar en el despacho? Los sindicatos me estan friendo con este asunto del humo.

– Esta bien -dijo Yngvar, pero ahora con una amplia sonrisa.

Se habia hecho la idea de que seria mas glamuroso. Quiza no tanto como en Hollywood, con los nombres de las estrellas escritos con purpurina sobre las puertas de los camerinos, pero de todos modos con el aura de algo brillante. No habia mucho de fabuloso en el cuarto descolorido situado al final de unas largas escaleras, con cafe tibio en un termo a presion y bolsas de te en una taza de papel encerado. A lo largo de dos de las paredes se extendian dos sofas de tipo banco en los que habia cinco personas esperando alguna cosa. Yngvar Stubo no entendia que funcion tenian. No eran famosos y no estaban haciendo nada. Se limitaban a estar ahi sentados, con la vestimenta descuidada, pegandole sorbos al cafe y mirando constantemente el reloj. En un monitor en el rincon, en diagonal bajo el techo, podia ver el propio estudio. Gente con auriculares iba de aca para alla con aspecto de contar con todo el tiempo del mundo.

– Anda, mira -le murmuro a dos policias de uniforme que estaban junto a la escalera con aspecto de desubicados; al ver a Yngvar, uno de ellos se escondio una galleta detras de la espalda y dejo de masticar.

Dado que se habian aumentado las medidas de seguridad en torno a las emisiones de la NRK, habia resultado facil acceder al estudio. Solo tuvo que mostrarle una legitimacion a un muchacho en la recepcion antes de ser conducido en la direccion adecuada. Saludaba y sonreia sin que a nadie pareciera importarle. Unos charlaban mientras otros no paraban de entrar y salir del cuarto abarrotado. Una silla con vistas al monitor estaba libre. Yngvar se sento y agarro un periodico para no parecer completamente desamparado.

– Yngvar Stubo -dijo una voz, alguien le toco el hombro.

Yngvar se levanto y se volvio hacia la voz.

– Wencke Bencke -dijo.

– Tengo la impresion de que me esta siguiendo -dijo ella, y sonrio.

– De ningun modo. Es por el aumento de las rutinas de seguridad, nada mas.

Alzo la mano en direccion a los dos agentes de policia.

– Pues si que se toman medidas de seguridad solidas -dijo ella enderezandose las gafas-. Resulta impresionante que empleen a un experimentado y meritorio detective de homicidios para hacer de guardaespaldas durante la grabacion de un programa de entretenimiento. ?Sera el modo mas sensato de usar los recursos?

Ella seguia sonriendo. La voz era afable, casi burlona. Tras la gafas, Yngvar vio una mirada que le hizo enderezar el espinazo.

– Debemos echar mano de lo que tenemos, ya sabe. De lo que tenemos en estos tiempos.

Estaba sudando y se quito el abrigo. Lo lanzo sobre la silla de la que se acaba de levantar.

– En estos tiempos -repitio ella-. ?Que tipo de tiempo es este?

– Un asesino anda suelto -dijo el.

– O varios -sonrio ella-. Por lo que entiendo, ni siquiera estan ustedes completamente seguros de si se trata de un solo hombre.

– Yo estoy seguro -dijo el-. Un autor de los hechos. O autora, claro. Por ser neutral con el genero. En estos tiempos.

Los hoyuelos de ella le dividian las mejillas desde los ojos a la barbilla.

– Es lo mejor -asintio la mujer.

Ella no se queria ir. El presentador del programa subia por las escaleras saludando a diestro y siniestro, una mujer fragil le volvio a empolvar la nariz y el entro despues en el estudio. Wencke Bencke no se movio. Tenia la mirada clavada en la de Yngvar.

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