– No lo olvidare -aseguro Inger Johanne-. Muchas gracias por la ayuda.

En el camino de vuelta a Oslo comprobo si le habian dejado mensajes en el contestador del movil. Tenia dos de Yngvar dandole las gracias por la ultima noche y preguntandose donde se habria metido. Inger Johanne redujo la velocidad y se coloco tras un camion, a una distancia prudencial. Volvio a escuchar los mensajes. En el ultimo percibia un ligero deje de irritacion, o quiza de preocupacion, en la voz de Yngvar. Inger Johanne se pregunto si eso le gustaba o si, por el contrario, la molestaba.

Su madre habia llamado tres veces y no se iba a rendir, asi que Inger Johanne marco inmediatamente su numero de telefono y se mantuvo en el carril derecho de la autopista.

– Hola, mama.

– ?Hola! Que bien que llames. Tu padre acaba de preguntar por ti, ha…

– Pues que llame cuando quiera, diselo.

– ?Que te llame? ?Si tu nunca estas en casa, hija mia! Bueno, el caso es que nos preocupamos bastante al no recibir noticias tuyas despues de que salieras de viaje. ?Te dio tiempo a visitar a Marion? ?Que tal le va ahora, con su nueva…?

– No visite a nadie, mama. Estuve trabajando.

– Bueno, si, pero ya que estabas por esos lares, podrias haber…

– Pues resulta que ultimamente tengo mucho que hacer. Cuando despache todos mis asuntos, regrese a casa.

– Estupendo, muy bien, hija.

– Has dejado un mensaje en el contestador. Varios. ?Querias algo en especial?

– Solo queria saber que tal estabas. Y tambien invitaros a ti y a Kristiane a comer el viernes. Seguro que te viene de perlas no tener que pensar en…

– El viernes… Dejame que piense…

El camion subia trabajosamente la cuesta de Kari. Inger Johanne paso al carril de la izquierda, acelero y lo adelanto. El auricular del manos libres se le desprendio de la oreja.

– Espera -le grito a la nada-. ?No cuelgues, mama!

Al agacharse a recoger el cable perdio el control del volante, y el coche se paso a otro carril. Un Volvo tuvo que frenar en seco para no darle un golpe por detras. Inger Johanne aferro el volante con las dos manos y fijo la vista al frente.

– No cuelgues -repitio con aspereza.

Consiguio recoger el telefono sin apartar la mirada de la carretera.

– ?Que ha pasado? -grito la madre al otro lado de la linea-. ?Otra vez estas conduciendo mientras hablas por telefono?

– No, estoy hablando por telefono mientras conduzco. No ha pasado nada.

– Un dia de estos te vas a matar. ?No creo que haga falta hacerlo todo al mismo tiempo!

– Iremos el viernes, mama. ?Crees…? -El corazon seguia latiendole con tanta fuerza que le dolia el pecho. Se dio cuenta de que no habia probado bocado desde el desayuno-. ?Crees que Kristiane se podria quedar con vosotros hasta el sabado a mediodia?

– ?Claro que si! ?No podeis quedaros a dormir las dos?

– Tengo planes, mama, pero estaria…

– ?Planes? ?Para el viernes por la noche?

– ?Puedo dejar a Kristiane con vosotros o no?

– Por supuesto que nos la puedes dejar, hija. Puede venir siempre que quiera. Y tu tambien. Ya lo sabes.

– Pues nos vemos sobre las seis.

Colgo antes de que su madre pudiera decir una palabra mas. Lo cierto es que Inger Johanne no tenia planes para el viernes por la noche. No sabia muy bien por que le habia pedido a la madre ese favor. Isak y ella tenian un acuerdo: antes de dejar a la nina al cuidado de terceros, se consultaban el uno al otro primero, siempre.

Volvio a marcar el numero del contestador, pero los mensajes de Yngvar se habian borrado. Seguramente ella los habia eliminado sin querer. Line habia llamado mientras estaba hablando con la madre.

«Hola, soy Line. Solo queria recordarte lo de la tertulia literaria del miercoles. Toca en tu casa, ya sabes. Y pobre de ti como no vengas. Prepara algo muy sencillo. Nosotras llevamos el vino. Llegaremos sobre las ocho. ?Adios, guapa! ?Estoy deseando que llegue el miercoles!»

– ?Joder!

A Inger Johanne se le daba bien simultanear las cosas. Lograba sacar adelante su vida diaria porque era capaz de hacer varias cosas al mismo tiempo. Podia planear la fiesta de cumpleanos de Kristiane mientras hacia la colada y hablaba por telefono. Escuchaba programas de radio mientras leia el periodico sin perder detalle de ninguna de las dos cosas. Camino de la guarderia pensaba en lo que iba a preparar para comer y en la ropa que le iba a poner a Kristiane al dia siguiente. Se cepillaba los dientes, hacia gachas y le leia cuentos en alto a Kristiane, todo al mismo tiempo. Cuando en alguna ocasion salia a divertirse, llevaba antes a Kristiane a casa de Isak o de sus padres y mientras conducia se iba maquillando ante el espejo del coche. Asi eran las mujeres. Sobre todo ella.

Pero no en el trabajo.

Inger Johanne habia decidido dedicarse a la investigacion porque le gustaba profundizar en las cosas. Pero habia algo mas. Nunca hubiera podido ser abogada o burocrata. La investigacion le permitia aplicarse a fondo, concentrarse en solo una cosa a la vez, examinar todas las ramificaciones, atar cabos. La investigacion le brindaba la oportunidad de dudar. Si la vida cotidiana requeria decisiones rapidas, soluciones no del todo satisfactorias, concesiones y atajos ingeniosos, en el trabajo ella podia repetir las cosas desde el principio si no estaba del todo contenta.

Ahora se estaba yendo todo al traste.

Si habia aceptado a reganadientes investigar la posibilidad de que se hubiera cometido un error judicial contra Aksel Seier, fue porque era un caso relevante para su proyecto. Pero en algun momento, no sabia exactamente cuando, el caso habia cobrado vida propia e independiente. Ya no guardaba relacion alguna con su trabajo en la universidad ni con la investigacion que llevaba a cabo. Aksel Seier se habia convertido en un misterio que compartia con una anciana, y ella se debatia entre la fascinacion que ejercia sobre ella el caso y las ganas de hacer borron y cuenta nueva.

Despues se habia dejado enredar por Yngvar.

«Puedo hacer malabarismos con varias bolas pequenas al mismo tiempo -pensaba cuando giro por Tasen-, pero no con bolas grandes. No en el trabajo. No puedo realizar dos proyectos dificiles al mismo tiempo.»

Y no podia recibir a cinco chicas la noche del miercoles, simplemente no podia.

40

No eran mas que las once de la noche del lunes 29 de mayo, pero Inger Johanne ya llevaba una hora en la cama. Aunque estaba agotada, una inquietud indeterminada la mantenia despierta. Cerro los ojos y se acordo de que era Memorial Day. El cabo Cod habria celebrado su primer fin de semana de verano. Habrian guardado ya las contraventanas. Las habitaciones estarian ventiladas. La bandera de la barras y las estrellas, orgullo nacional en rojo, azul y blanco, debia de ondear en los mastiles recien pintados, mientras los veleros navegaban entre Martha's Vineyard y tierra firme.

Seguramente Warren habia estado en Orleans y habia instalado a la mujer y a los ninos para el verano en la casa con vistas a Nauset Beach. Los ninos en realidad ya debian de ser mayores, al menos adolescentes. Sin querer, ella se puso a calcularlo. Despues se obligo a pensar en Aksel Seier. Tenia ante si la lista de quienes trabajaron en el Ministerio de Justicia en el periodo comprendido entre 1964 y 1966. Era muy larga y no le decia nada. Identidades. Personas. Gente a la que no conocia y cuyo nombre no significaba nada para ella.

En cabo Cod habia mantenido los ojos bien abiertos durante todo el rato. Obviamente no se iba a topar con el. En primer lugar, habia algo mas de un cuarto de hora en coche entre Orleans y Harwichport. En segundo lugar, no se le ocurria ninguna razon para que alguien quisiera ir de Orleans a Harwichport; el trafico circulaba en el otro

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