entrar, para vaciarse el cerebro, librarse de prejuicios y presuposiciones mas o menos fundadas.
Esta vez hubiera deseado estar mejor preparado.
Noruega entera vivia en un estado de excepcion no declarado.
La noticia se difundio apenas un par de minutos despues de que se produjeran los hechos: habian intentado secuestrar a otro nino. En esta ocasion la policia tenia un numero de matricula y una buena descripcion del individuo. Tanto el canal publico de television, NRK, como TV2 cambiaron la programacion. Lo que comenzo como una serie de avances informativos acabo convirtiendose en un programa largo en los dos canales. En un tiempo impresionantemente corto las redacciones consiguieron reunir a expertos en la mayor parte de los campos que podian ser minimamente pertinentes para el caso. Solo dos de ellos asumieron una actitud heroica: un conocido psicologo infantil y un jefe de Kripos retirado, que acabaron recorriendo la ruta entre el numero 14 de la calle Karl Johan y Marienlyst. Por lo demas, los canales demostraron tener mucha inventiva. A veces demasiada, como cuando TV2 emitio una entrevista de un cuarto de hora con un empleado de una empresa de pompas funebres muy delgado y vestido de negro que, con gran sentimiento, se extendia en explicaciones sobre el sufrimiento de los padres que pierden a sus hijos en circunstancias traumaticas, tema que ademas ilustro con varios ejemplos mas o menos anonimos. La reaccion de los espectadores fue tan violenta que el director del canal tuvo que pedir disculpas personalmente antes de que acabara la noche.
Un testigo de la calle Kjelsas habia visto que el secuestrador llevaba un brazo escayolado.
Un poco ofendido por el tibio interes que mostro la policia -habian apuntado su nombre y su numero de telefono y habian asegurado que se pondrian en contacto con el en un dia o dos- habia llamado al telefono de TV2. Hizo una descripcion tan precisa y detallada que uno de los periodistas se acordo de un hombre a quien habian detenido en Asker y B?rum hacia poco tiempo. Un tipo retrasado, por lo que recordaba. El periodista desenterro sus notas de aquella epoca. Un grupo de vigilancia le habia partido el brazo a aquel hombre, pero el caso habia caido rapidamente en el olvido porque el detenido no quiso hablar con la prensa. Ademas, la policia estaba completamente segura de que no tenia nada que ver con los secuestros.
El asesino que habia sembrado la alarma en Noruega y que hasta ahora le habia quitado la vida a tres ninos, quiza cuatro, ?ya habia estado detenido! Y puesto despues en libertad sin mas, pocas horas despues de su detencion. Aun peor era que el tipo se hubiera librado tambien en esta ocasion. La policia habia sido alertada inmediatamente por un automovilista avispado que los habia llamado por el movil, pero el criminal habia desaparecido. Un autentico escandalo.
El jefe de policia de Oslo se negaba a contestar a ninguna pregunta. El ministro de Justicia, en una breve conferencia de prensa, declaro que era competencia exclusiva del jefe de policia informar del caso, pero este permanecia encerrado en su despacho y decia no tener nada de lo que informar.
TV2 le saco una ventaja a NRK que esta cadena no tenia manera de superar: el informante salio en la television. Si no consiguio su cuarto de hora de fama, la entrevista al menos duro un par de minutos. Ademas, le ingresarian diez mil coronas en su cuenta. Eso para empezar, le aseguro el entrevistador en cuanto apagaron las camaras.
Lo peor no eran en realidad las revistas de pornografia dura que estaban apiladas por todas partes.
No era nada que Yngvar Stubo no hubiera visto antes. Las revistas estaban impresas en papel barato, pero a cuatro colores. Yngvar sabia que normalmente las fotos se tomaban en paises del Tercer Mundo, donde se podia comprar a los ninos por muy poco dinero y conseguir que la policia hiciera la vista gorda por un punado de dolares. Lo peor no era tampoco que los ninos que miraban a la camara con ojos inexpresivos desde las sordidas fotografias no tuvieran mas de dos anos. Yngvar Stubo habia visto en persona a un nino de seis meses que habia sido victima de una violacion, y ya estaba curado de espanto. Que el habitante de la casa tuviera un ordenador le parecio mas sorprendente.
– Me he equivocado con este hombre -murmuro entre dientes poniendose los guantes de plastico.
Lo peor, sin embargo, eran las paredes. Todo lo que se habia publicado sobre los secuestros estaba meticulosamente recortado y colgado. Desde la primera y discreta portada sobre la desaparicion de Emilie hasta un ensayo de dos paginas de Jan Kjasrstad que habia aparecido en el ultimo numero del Aftenposten.
– Todo -dijo Hermansen-. Ha guardado cada puto articulo.
– Y eso no es todo -dijo el policia mas joven indicando con la cabeza las fotos de los ninos.
Eran las mismas que estaban colgadas en el despacho de Yngvar. Este se acerco a la pared para estudiarlas de cerca. Estaban metidas en fundas de plastico, pero saltaba a la vista que no las habia recortado de ningun periodico.
– Se las bajo de la red -observo el policia mas joven sin que nadie le hubiera pedido su opinion.
– Asi que no puede ser idiota del todo -dijo Hermansen, evitando mirar a Yngvar.
– Ya lo he admitido -refunfuno Yngvar.
El salon era, de hecho, una especie de despacho. Un centro de operaciones para un ejercito de un solo hombre. Yngvar deambulaba lentamente por la habitacion. Se apreciaba cierto metodo en aquella locura; incluso las revistas pornograficas estaban ordenadas segun una cronologia perversa. El inspector cayo en la cuenta de que las revistas apiladas junto a la ventana contenian escenas con ninos de trece o catorce anos. Cuanto mas se adentraban en la habitacion, mas jovenes eran las victimas de las revistas. Agarro al azar una que estaba sobre una mesita junto a la puerta de la cocina. Le echo una ojeada a la fotografia y noto que se le cerraba la garganta antes de obligarse a dejar la revista en su sitio en vez de romperla en pedazos. Uno de los policias de Asker y B?rum hablaba en voz baja por el movil. Al finalizar la conversacion negaba con la cabeza.
– Ni siquiera han encontrado el coche, mucho menos al tipo. Con la pinta que tiene esto… -Senalo lo que lo rodeaba con un movimiento de los brazos-, la verdad es que no me quedan muchas ganas de entrar en el dormitorio.
Seis policias estaban inmoviles, mirando en torno a si, sin decir una palabra. Fuera del edificio estaba a punto de suceder algo. Oyeron frenar un coche, gritos, el golpeteo de unos tacones contra el asfalto. Ellos seguian callados. El policia que no queria entrar en el dormitorio se puso el pulgar y el indice sobre los parpados y apreto con fuerza. Su gesto movio al colega que tenia mas cerca a acariciarle torpemente el hombro. Flotaba en el aire un olor a sexo viejo y sin lavar, a pajas y a ropa sucia. Aquel lugar hedia a pecado y verguenza y secretos inconfesables. Yngvar miro la foto de Emilie en la pared; la chiquilla seguia tan seria como siempre, con aquella flor en medio de la frente y su aspecto de sabelotodo.
– No es el -dijo Yngvar.
– ?Cooomo?
Los demas se volvieron hacia el. El mas joven se quedo pateticamente boquiabierto, con los ojos llorosos.
– Me equivoque con respecto a la capacidad intelectual de este tipo -admitio Yngvar intentando aclararse la garganta-. Es evidente que es capaz de usar un ordenador, de ponerse en contacto con los distribuidores de esta mierda…
Se interrumpio e intento encontrar una palabra mas expresiva, mas malsonante, mas apropiada para el material impreso que estaba amontonado por todas partes.
– De esta mierda -repitio abatido-. Se entera, y ademas sabemos casi con total seguridad que ha sido el quien ha probado suerte hoy en la calle Kjelsas. Su coche, un brazo escayolado… La descripcion concuerda en todos los puntos, pero no es… Este no es el hombre que ha secuestrado y matado al resto de los ninos.
– ?Y eso se te ha ocurrido a ti solito?
La expresion de Sigmund Berli parecia proclamar que ya no consideraba a Yngvar Stubo su socio. Se dirigia a los demas, a la policia de B?rum, que estaba convencida de que resolveria el caso en cuanto encontrase al hombre que vivia en aquel piso entre los recortes de periodico, la pornografia y la ropa sucia. Sabian quien era y lo iban a pillar.
– Este hombre ya ha sido detenido en una ocasion, ?por dos aficionados! Hoy ha estado a punto de dejarse atrapar de nuevo. Nuestro hombre, el hombre al que estamos buscando, el hombre que mato a Kim y a Glenn Hugo y a Sarah… -Yngvar no despegaba los ojos del retrato de Emilie- y que quiza tenga a Emilie encerrada en algun sitio…, no se dejaria atrapar asi como asi. El no intentaria secuestrar a un nino que va de excursion con un monton de adultos, en pleno dia, con su propio coche y el brazo escayolado. Ni hablar. Vosotros sabeis que tengo razon, pero estamos tan empenados en pillar a ese cabron que…