No habia tenido fuerzas mas que para pasar la aspiradora, meter las cosas de Kristiane en la caja que tenia en su cuarto y limpiar el bano. Preparar la comida le habia llevado media hora. No le apetecia celebrar la reunion, pero habia decidido no anularla. Las chicas se lo estaban pasando bien. Incluso Bente sonreia feliz con los parpados entrecerrados. Inger Johanne penso en llegar tarde al trabajo manana, en pasar un par de horas en casa, con Kristiane, en zapatillas, y tomarselo con calma. Se alegraba de ver a las chicas y no protesto cuando Kristin volvio a llenarle la copa.
– He oido que todos los que se suicidan tienen en realidad un problema de psicosis grave -dijo Line.
– Que tonteria -resoplo Halldis.
– No, ?es verdad!
– Que lo has oido si, pero no que sea correcto.
– ?Y tu que sabes de eso?
– Podria perfectamente ser cierto en el caso de Asbjorn Revheim -tercio Inger Johanne-. Por otro lado, el tipo ya lo habia intentado en varias ocasiones. ?Creeis que se encontraba en un estado psicotico todas las veces?
– Estaba loco -murmuro Bente-. Como una puta cabra.
– Eso no es lo mismo que psicotico -objeto Kristin-. Conozco a mas de uno que esta como una cabra, pero nunca he conocido a ningun psicotico.
– Mi jefe es un psicopata -dijo Bente alzando la voz-. ?Es jodidamente malvado! ?Perverso!
– Aqui tienes un poco mas de agua -dijo Line, pasandole una botella de litro y medio.
– Psicopata y psicotico no significan exactamente lo mismo, Bente. ?Alguien ha leido Ciudad hundida, sube el mar?
Todas asintieron, a excepcion de Bente.
– Salio solo un par de anos despues de que lo condenaran, ?no? -dijo Inger Johanne-. Y ademas…
– ?No es en ese donde describe el suicidio? -la interrumpio Kristin-. Aunque lo escribio muchos anos antes de matarse… Bastante desagradable, la verdad. -Se estremecio con un escalofrio algo caricaturesco.
– Vamos, contadmelo -rogo Bente-. ?No me podriais decir lo que paso?
Todas guardaron silencio. Inger Johanne empezo a recoger la mesa, pues todo el mundo habia acabado.
– Creo que podriamos hablar de algo mas agradable -dijo Halldis con cautela-. ?Que planes teneis para el verano?
Cuando las amigas finalmente salieron dando tumbos, era mas de la una. Bente llevaba dos horas dormitando y parecia aturdida ante la idea de marcharse. Halldis prometio llevarla en taxi a Blindern, donde vivia. Inger Johanne ventilo la casa a conciencia. A ultima hora se habia abolido la prohibicion de fumar, aunque ella no recordaba muy bien quien lo habia decidido. Saco cuatro cuencos y les echo vinagre. Despues salio a la terraza.
Era la segunda hora del primer dia de junio. Una luz azul oscuro, de principios de verano, empezaba a aparecer por el oeste. Durante los proximos dos meses no anocheceria del todo en ningun momento. Hacia fresco, pero se podia estar al aire libre sin abrigarse. Inger Johanne se apoyo sobre las macetas, con los pensamientos mustios.
En los ultimos tres dias habia hablado de Asbjorn Revheim en dos ocasiones.
Es cierto que Asbjorn Revheim era una figura central en la literatura noruega, incluso en la historia contemporanea del pais. En 1971, o 1972, fue condenado por escribir una novela blasfema e impudica, varios anos despues de la farsa de juicio contra el escritor Jens Bjorneboe, que debio de haber marcado el fin del interes de la fiscalia por la literatura. Revheim no se amilano y, un par de anos mas tarde, saco Ciudad hundida, sube el mar, la obra mas soez y ofensiva hacia Dios jamas publicada en Noruega. Algunos especularon con la posibilidad de que le concederian el Premio Nobel, pero la mayoria opinaba que merecia otro paseo por los tribunales. No obstante, la fiscalia habia aprendido la leccion y, muchos anos despues, el fiscal general declaro que, de hecho, no habia leido el libro.
Revheim era un escritor importante, pero estaba muerto, desde hacia ya tiempo. Inger Johanne no recordaba la ultima vez que habia pensado en el, y mucho menos hablado de el. Cuando el ultimo otono habia salido una biografia sobre el, ni siquiera la habia comprado. Revheim escribia libros que habian significado mucho para ella cuando era mas joven, pero hoy no tenia nada que decirle, tal y como era ahora su vida.
Dos veces en tres dias.
La madre de Anders Mohaug pensaba que su hijo habia estado implicado en el asesinato de la pequena Hedvik en 1956. Anders Mohaug era discapacitado psiquico, se dejaba manipular y siempre andaba con Asbjorn Revheim.
«Todo parece demasiado sencillo -pensaba Inger Johanne-. Extremadamente sencillo.»
Tenia frio pero no queria entrar en casa. El viento le atravesaba la camisa. Le convenia comprarse algo de ropa. Las otras chicas parecian mas jovenes que ella. Incluso Bente, que bebia unas cantidades de alcohol que ya no eran como para echarse a reir condescendientemente y que fumaba treinta cigarrillos al dia, presentaba mejor aspecto que Inger Johanne. O por lo menos un aspecto mas moderno. Ya hacia tiempo que Line no la llevaba de compras.
Era demasiado sencillo.
Ademas, ?quien podria tener algun interes en defender a Asbjorn Revheim?
«En 1956 no tenia mas que dieciseis anos», penso llenandose los pulmones de aire nocturno. Queria despejarse un poco antes de acostarse.
Pero ?y en 1965, cuando murio Anders Mohaug y su madre acudio a la policia cuando soltaron a Aksel sin explicacion?
En ese entonces Asbjorn Revheim tenia veinticinco anos y era un escritor consagrado. Habia publicado ya dos libros, si no recordaba mal. Ya consagrado, con dos libros. Ambos habian suscitado encendidos debates. Asbjorn Revheim constituia una amenaza en esos momentos, no era digno de ser protegido.
Inger Johanne contemplaba la biografia que sostenia entre las manos, acariciando la cubierta. Line habia insistido en que se quedara con ella. La foto era buena. El rostro de Revheim era estrecho, pero masculino. Sonreia ligeramente, casi con arrogancia. Tenia los ojos pequenos, pero las pestanas largas.
Al fin Inger Johanne entro, pero dejo la puerta de la terraza entreabierta, y percibio el suave olor a vinagre. Se percato de que estaba decepcionada porque Yngvar Stubo no la habia llamado. Cuando se acosto decidio empezar a leer el libro, pero antes de apoyar la cabeza sobre la almohada, estaba profundamente dormida.
43
Aksel Seier nunca habia sido el tipo de persona que toma las decisiones con rapidez; normalmente necesitaba al menos una noche. Pero preferia reflexionar durante una semana o dos antes de tomarlas. Incluso las decisiones mas triviales, como la de comprar una nevera usada o una nueva cuando la vieja se estropeara del todo, le llevaban mucho tiempo. Todo tenia sus ventajas y sus inconvenientes; el queria sopesarlos, estar seguro de lo que hacia. La decision de marcharse de Noruega en 1966 deberia haberla tomado un ano antes. Deberia haber comprendido antes que no habia futuro para el en un pais que lo habia mandado a la carcel y lo habia dejado pudriendose alli durante nueve anos sin motivo alguno, un pais tan pequeno que nunca le permitiria olvidar, ni a el ni a los demas. Pero no era propio de el precipitarse. Quiza fuera un efecto secundario de los anos que habia pasado en la carcel, donde el tiempo discurria tan despacio que era dificil desperdiciarlo.
Se habia sentado sobre el murete de piedra que se alzaba entre el jardincillo de su casa y la playa. El granito rojo estaba recalentado por el sol, el sentia el calor a traves del pantalon. La marea estaba baja y habia algunos cangrejos medio muertos desperdigados a lo largo de la orilla del mar. Algunos tenian el caparazon arriba y semejaban tanques con cola. A otros las olas los habian dejado boca arriba, agonizando lentamente al sol con las patas al aire. Los cangrejos parecian monstruos prehistoricos en miniatura, un eslabon olvidado de la evolucion que deberia haber acabado con ellos hace mucho tiempo.
Asi se sentia el.
Llevaba toda la vida esperando una rehabilitacion.