– Es lo que dice Eva Karin. «Cautivador», dice cuando habla del pesebre.

Dejo escapar un pequeno ronquido, como si tratase de evitar ponerse a llorar. Yngvar acerco un poco la silla.

– Muchas personas -solto despacio, e hizo una pausa-. Muchas personas van a decirle en los proximos dias que saben como se siente, pero pocas lo saben a ciencia cierta. Aunque la mayoria de los que tienen nuestra edad… -Yngvar debia de ser diez anos menor que Erik Lysgaard-… han pasado por la experiencia de perder a alguien, las cosas son muy distintas cuando ha habido un crimen. No solo perdemos a alguien de una manera brutal, sino que ademas nos quedamos con tantas preguntas. Un crimen de este tipo… -«No se que tipo de crimen es este», penso mientras hablaba. Estrictamente hablando, todavia no se habia comprobado nada- es un ultraje para muchos otros, aparte de para la victima. Puede quitarle el aire a cualquiera. Es…

– Disculpe.

El hijo de Erik, Lukas Lysgaard, abrio la boca por primera vez desde que habia recibido a Yngvar y lo habia conducido a la sala. Le habia parecido lloroso y agotado, pero dueno de si. Hasta ese momento habia permanecido bastante quieto, al lado de la ventana mas lejana, que se abria al jardin. Ahora arrugo el ceno y se acerco un par de pasos.

– No creo que mi padre necesite consuelo. No por parte suya, por lo menos, con el debido respeto. Tanto el como yo prefeririamos estar solos. Cuando accedimos a este interrogatorio… -se corrigio rapidamente-, a esta entrevista que no iba a ser un interrogatorio, fue porque, por supuesto, queremos ayudar a la Policia tanto como nos sea posible. Y mas aun dadas las circunstancias. Como sabe, estoy dispuesto a declarar en la comisaria de Policia en cuanto lo dispongan, pero por lo que a mi padre respecta…

El padre se recupero visiblemente en el sillon. Enderezo la espalda, parpadeo con enfasis y levanto la barbilla.

– ?Que es lo que quiere saber? -pregunto mirando directo a los ojos de Yngvar.

«Idiota», penso Yngvar de si mismo.

– Lo siento -dijo-. Por supuesto, debi dejarlos tranquilos. Es solamente que…, por una vez, no tenemos a los medios sobre la nuca. Por una vez seria posible adelantarse a esa pandilla que esta alli fuera.

Senalo con el pulgar por encima el hombro, como si ya hubiese un grupo de periodistas en las escaleras.

– Pero debi pensarlo mejor. No los molestare hoy. Por supuesto.

Se puso de pie y tomo la chaqueta que colgaba sobre una de las otras sillas del comedor. Erik Lysgaard lo miro con asombro, la boca entreabierta y el puno en la frente, justo sobre las poderosas gafas de pesada montura negra.

– ?No tiene usted alguna pregunta? -pregunto con gentileza.

– Si. Muchisimas. Pero como dije: eso puede esperar. ?Podria utilizar el cuarto de bano antes de irme?

Esto ultimo iba dirigido a Lukas.

– En la entrada, segunda puerta a la izquierda -murmuro este.

Yngvar inclino levemente la cabeza hacia Erik Lysgaard y camino hacia la puerta. A mitad del camino se volvio.

Dudo.

– Una sola cosa -dijo rascandose una mejilla-. ?Podria preguntarle que hacia la obispo Lysgaard en la calle, caminando sola a las once de la noche en Nochebuena?

Siguio un extrano silencio.

El hijo miro al padre, pero no habia realmente ninguna pregunta en la mirada. Solo un aire expectante y sin expresion, como si ya supiese la respuesta, o como si esta no le interesase. Por su parte, Erik Lysgaard apoyo las manos en los brazos del sillon, se recosto sobre el respaldo y respiro hondo antes de mirar a Yngvar directamente a los ojos.

– Eso no es asunto suyo.

– ?Como?

Inoportunamente, Yngvar comenzo a reir.

– ?Que ha dicho?

– Dije que es algo que no le interesa.

– Bien. Yo crei que habiamos convenido…

Nuevamente se hizo el silencio.

– Tendremos oportunidad para hablar de esto mas tarde -dijo finalmente, saludo al viudo levantando una mano y salio de la habitacion.

La sorpresiva y absurda respuesta habia hecho que se olvidara por un momento de la necesidad que lo acuciaba. En cuanto cerro la puerta tras de si, sintio que tenia que darse prisa.

– En la entrada, segunda puerta a la derecha -susurro para si; tomo el picaporte y abrio la puerta.

Un dormitorio. No muy grande, quiza de unos diez metros cuadrados. Rectangular, con una ventana en la pared corta, la mas alejada de la puerta. Bajo la ventana, un camastro simple con ropa de cama color lila. En la cabecera, sobre la almohada, descansaba una prenda plegada. Un camison, supuso Yngvar, que aspiro con energia por la nariz.

Definitivamente no era un cuarto de huespedes. El olor dulce del sueno se mezclaba con un perfume debil, casi indiscernible.

La puerta no se podia abrir totalmente, golpeaba contra un armario.

Debia cerrarla y encontrar el bano.

En lugar de escritorio, el pequeno dormitorio tenia una mesa de luz espaciosa, con una pila de libros y una lampara bajo un estante con cuatro retratos de familia enmarcados. Reconocio enseguida a Erik y a Lukas, junto a un viejo retrato en blanco y negro que probablemente era de la familia, de muchos anos atras, de cuando Lukas era pequeno. Aparecian todos en un bote durante el verano.

En la pared entre el armario y la cama, colgaba una pintura de intensos tonos rojizos, y sobre el respaldo de una silla de madera al pie del lecho vio algunas ropas. Las cortinas eran espesas, oscuras y estaban cerradas.

Eso era todo.

– ?Oiga! ?Por ahi no!

Yngvar regreso a la entrada con un sobresalto. Lukas Lysgaard se acercaba rapido agitando las manos.

– ?Que esta haciendo? ?Espiando por la casa? ?Quien le ha dado permiso para…?

– ?Usted me dijo en la entrada, segunda puerta a la derecha! Queria solamente…

– ?Segunda puerta «a la izquierda»! ?Ahi! -Indico indignado la puerta enfrente de Yngvar.

– ?Oh, disculpe! No era mi intencion…

– ?Puede darse un poco de prisa? Quisiera estar a solas con mi padre.

Lukas Lysgaard tendria unos treinta y cinco anos. Un hombre de apariencia comun con una anchura de hombros nada comun. Tenia el cabello oscuro, con profundas entradas, ojos probablemente azules. Era dificil decirlo, eran pequenos y se ocultaban tras unas gafas que reflejaban la luz de la lampara del techo.

– A veces, mi madre tenia problemas para dormir -dijo cuando Yngvar abrio la puerta correcta-. Entonces le gustaba leer. Para no molestar a mi padre, entonces…

Inclino la cabeza en direccion al pequeno dormitorio.

– Entiendo. -Yngvar sonrio y entro en el bano.

Se tomo su tiempo.

Hubiera dado mucho por ver el dormitorio una vez mas. Se arrepentia de no haber estado mas despierto. De no haber visto mas. No podia, por ejemplo, describir que clase de ropa habia sobre la silla; si era ropa de fiesta, o de Nochebuena o para uso diario. Tampoco se acordaba de que libros reposaban sobre la mesa. No habia la mas minima razon para creer que alguien en la familia tuviese algo que ver con el asesinato de una madre y esposa aparentemente amada. De todos modos, Yngvar Stubo sabia mejor que cualquiera que la resolucion de un asesinato misterioso se esconde por lo comun en la casa de la propia victima. Podian ser cosas que ni sus mas intimos supiesen. Tal vez algun pequeno detalle, algo en lo que ni ella ni otros hubiesen reparado.

Pero que de todos modos podia ser importante.

En todo caso, una cosa era segura, penso mientras se desabrochaba la bragueta: Eva Karin Lysgaard debia de tener enormes problemas para dormir si tenia que buscar refugio en el pequeno cuarto de servicio cada vez que no podia conciliar el sueno. Una explicacion mas satisfactoria era que la pareja dormia separada.

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