Se lavo las manos, se las seco bien y salio.

Lukas Lysgaard estaba esperandolo. Abrio la puerta de la calle sin decir una palabra.

– Entonces sabremos de ustedes -dijo sin ofrecer la mano a Yngvar.

– Evidentemente.

Yngvar se ajusto la chaqueta y salio a la pequena marquesina. Estaba a punto de desearle feliz Navidad, pero, por suerte, se contuvo; justo a tiempo.

El extranjero

– ?Feliz Navidad, entonces! ?Que lo disfrutes!

La subinspectora Silje Sorensen subio las escaleras de dos en dos mientras saludaba agitando la mano hacia un colega que se habia detenido a charlar cuando salia del espacioso y casi vacio edificio de la Central de Policia. Todos los servicios al publico estaban suspendidos, excepto Homicidios, donde un agente somnoliento la habia saludado inclinando la cabeza detras de las paredes de vidrio cuando ella entro corriendo por las puertas en forma de esclusa del acceso de Grondlandsleiret 44.

– Tengo a los ninos en el coche -grito, explicandose-. Vengo solo a buscar mis esquies, estan en la oficina porque…

El colega ya estaba fuera del edificio. Silje Sorensen llego al piso que buscaba. Agitada, doblo la esquina del pasillo y redujo la velocidad al acercarse a la puerta de su oficina. Se enredo con las llaves. Estaban heladas despues de haber pasado un dia entero en el coche. Ademas, tenia demasiadas llaves, y por lo menos la mitad pertenecian a cerraduras que ya ni siquiera recordaba a donde pertenecian. Finalmente encontro la correcta y abrio la puerta.

En su epoca, el arquitecto habia ganado un premio por el diseno de la Comisaria Central de Policia. Eso no era facil de entender. Una vez dentro de la estrecha entrada, uno se enganaba al principio y creia que alli lo importante eran el aire y la luz. El gigantesco vestibulo crecia en varios pisos de altura, circundado por galerias que lo bordeaban como los cantos de una herradura. Las oficinas, en cambio, eran pequenos cubiculos conectados por extensos y opresivos pasillos. A Silje Sorensen siempre le habian parecido estancas y enclaustradas, independientemente de cuanto procurase ventilarlas.

Desde fuera, la Central de Policia parecia no haber soportado bien las sucesivas estaciones, sino haberse torcido y doblado con los golpes, ahi colgada de las alturas, entre la prision de Oslo y la iglesia de Gronland. Durante sus quince anos en la Policia, Silje Sorensen habia visto como el municipio, el Estado y algunos optimistas entusiastas de la ciudad intentaban mejorar gradualmente la zona. Pero el bello parque Middelalder estaba demasiado lejos como para brindar gloria a la ruinosa Central de Policia. Tampoco la Opera era mas que un techo blanco e inclinado que apenas podia verse desde su oficina, por encima de los edificios sucios, bajo una cubierta de gases de escape.

Se disponia a abrir la ventana, pero tenia prisa.

La mirada planeo sobre el escritorio. Guardaba un orden pulcro en la oficina, al contrario de lo que hacia en todos los demas sitios. La atestada bandeja de entrada ubicada en el borde de la mesa le pesaba como una losa en la conciencia desde que habia salido de la oficina, el viernes anterior a la Navidad. La bandeja de salida estaba vacia, y se percato del estres que le sobrevendria cuando se le acabaran las vacaciones.

En el centro de la mesa vio una carpeta que no reconocio.

Se inclino sobre ella y leyo el papelito amarillo adherido a la cubierta.

Subinsp. Sorensen:

Adjuntos encontrara unos documentos referentes a Hawre Ghani, presuntamente nacido el 16/12/1991. Tenga a bien ponerse en contacto en cuanto pueda con el abajo firmante.

Detective inspector Harald Bull, tel. 937*****/231*****

Los ninos se iban a enfadar y se volverian intratables si se demoraba demasiado. Por otro lado, los habia dejado en el asiento trasero de su coche, cada uno con su Nintendo DS, en un estacionamiento ilegal y con el motor en marcha. Considerando que habian recibido los juguetes ayer y que aun se sentian atraidos por la novedad, quiza no fuera tan peligroso.

Se sento, todavia con el abrigo puesto, y abrio la carpeta.

Lo primero que vio era una fotografia. En blanco y negro y de grano grueso, con sombras bien marcadas. Podia ser la ampliacion de una foto de un documento de identidad, pero tampoco satisfacia los requisitos de una foto de pasaporte. El muchacho (porque este era mas bien un muchacho, y no un hombre adulto) tenia los ojos a medio cerrar. La boca estaba abierta. Los detenidos solian poner caras cuando los fotografiaban, para volverse facilmente irreconocibles. Por una u otra razon, ella no creyo que ese fuese el caso del joven en cuestion. Lo mas probable era que hubieran sacado el retrato mal, simplemente, y que en ese momento el fotografo no hubiera tenido ganas de repetirlo.

Hawre Ghani no significaba mucho.

No era lo suficientemente importante.

La fotografia la conmovio.

Los labios del muchacho brillaban, como si se hubiese pasado la lengua por ellos. Habia algo infantil e indefenso en el abultado labio superior, con el profundo arco de Cupido. En torno a los ojos, la piel era brillante y los pomulos no mostraban rastros de barba. Lo unico que decia que aquel era un muchacho en plena pubertad era la insinuacion de un bigote que asomaba bajo una nariz tan grande que casi ocluia el resto de la cara. En todo caso habia algo de juvenil desproporcion en su rostro. Algo de cachorro. Un rapido calculo mental le dijo que Hawre Ghani acababa de cumplir diecisiete anos.

Cuando siguio hojeando el informe, averiguo que, de todos modos, el joven no habia llegado a vivir para cumplirlos.

A pesar de que Silje Sorensen habia trabajado durante anos para el Departamento de Delitos Violentos y Atentados contra la Moralidad y que habia visto mas de lo que se habia imaginado que era posible ver cuando era una joven estudiante de Policia, la siguiente fotografia la hizo reaccionar. Dentro de una capucha oscura habia algo que debia de ser una cara. Todos los rasgos estaban desdibujados, la piel estaba descolorida y terriblemente hinchada. La unica orbita ocular era grande y estaba vacia; la otra era apenas visible. El labio superior habia desaparecido parcialmente en una grieta irregular que exponia cuatro dientes blancos y uno plateado. En todo caso ella presumio que era plateado, en la loto era mas un contraste negro y singular en la hilera de incisivos blancos como la tiza.

Siguio pasando las hojas con rapidez.

La penultima hoja de la delgada carpeta era un informe escrito por un agente de la Unidad de Personas Extranjeras. Nunca habia oido aquel nombre. El informe estaba fechado el 23 de diciembre de 2008.

Hacia ya dos dias.

El abajo firmante acudio esta manana a la Central de Policia para trasladar a dos detenidos, extranjeros con residencia ilegal en el reino, hasta el internado para extranjeros de Trandum. En la celda escuche la conversacion de dos colegas acerca del cadaver de un desconocido, encontrado en la bahia de Oslo el 20 de diciembre pasado. Uno de ellos comento que el cuerpo casi deshecho tenia un diente de plata en el maxilar superior. Reaccione de inmediato, ya que durante seis semanas habia tratado en vano de ubicar al refugiado kurdo (menor de edad) Hawre Ghani, en relacion con su solicitud de residencia en Noruega. En una pelea de pandillas en Oslo City, en septiembre (por lo demas registrada como caso individual numero 98*****37***/08), Hawre Ghani perdio el incisivo central derecho. Fue detenido despues del episodio, y yo lo acompane personalmente en una visita al dentista ese mismo dia. Prefirio que le colocasen un diente plateado en vez de una corona blanca, y por lo visto eso se arreglo luego conjuntamente entre Proteccion Infantil, Recepcion de Refugiados y el dentista en cuestion.

Dado que hasta el momento no se encuentra registrada ninguna denuncia de desaparicion que pueda corresponderse con el hallazgo en la bahia de Oslo, solicito al responsable del caso que contacte con el dentista

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