parentela bajo su puno de hierro. En otras palabras, es como si Marianne no tuviese familia. Asi las cosas, en otono llego una carta de la tia abuela, que emigro antes de que Marianne naciese y es…
Gesticulo con el brazo y volco una taza llena de cafe. Solto una palabrota cuando el liquido caliente cayo sobre sus muslos y salto de la silla. Antes de que pudiese darse cuenta, Kjetil Berggren estaba a su lado con una botella de agua mineral vacia.
– ?Que tal? ?Quieres que eche mas?
– No, gracias -murmuro ella-. Esta bien, gracias.
Kjetil Berggren busco toallas de papel en una alacena, al lado de la pequena pileta que habia en el rincon.
– Y ademas esta eso de que ella ya se fugo antes -dijo el, todavia de espaldas.
Synnove se sento otra vez en la silla incomoda.
– No se fugo. Termino la relacion. Es distinto.
– Ten.
El le alcanzo una gruesa pila de toallas.
– Dijiste que se fue para catorce dias -dijo, sentandose de nuevo-. Sin dar noticias. Tampoco esa vez, quiero decir. Creo que comprendes que esto quiere decir algo, Synnove. Que esta mujer…, que Marianne, hace tan solo tres anos, desaparecio despues de una tremenda pelea y viajo a Francia sin siquiera decirte que se habia ido al extranjero. Este es el tipo de cosas que los policias tenemos que tomar en consideracion cuando decidimos si poner o no todo el peso en…
– Pero esta vez no nos peleamos. No nos peleamos en absoluto.
En lugar de regresar a su lugar al otro lado de la mesa, el se sento sobre esta y apoyo un pie en la silla al lado de Synnove. Posiblemente era un gesto amistoso.
– Me encuentro horrible -murmuro ella poniendo distancia-. Y apesto como un caballo. Disculpa.
– Synnove -dijo el con calma, sin darse cuenta de que ella tenia toda la razon.
Su mano estaba caliente cuando la apoyo en el hombro de ella.
– Desde luego que vere que es lo que puedo hacer. Me hago cargo de tu denuncia de desaparicion. Por lo menos es un comienzo. Pero desgraciadamente no puedo garantizarte que vayamos a hacer gran cosa. No por un tiempo, en todo caso. Sin embargo, hay mucho que puedes hacer sola mientras tanto.
Ella se puso de pie. Mas para alejarse del contacto, que inesperadamente sintio como poco bienvenido. Cuando se estiro para coger el jersey, Kjetil Berggren bajo de la mesa al suelo.
– Haz unas llamadas -dijo el-. Teneis muchos amigos. En caso de que haya algun asunto de… infidelidad en todo esto… -por suerte tenia la cabeza dentro del jersey. Se sonrojo enseguida. Lucho con torpeza dentro de la prenda hasta que retomo el control- suele haber uno o mas en el grupo de amistades que lo saben.
– Entiendo -dijo ella.
– Y si teneis una cuenta bancaria comun, puedes verificar si ella retiro dinero. Y si ese fuera el caso, puedes averiguar donde. Yo te llamare dentro de un par de dias a ver como va todo. O pasare por tu casa. ?Vives aun en la vieja casa de Hystadveien?
– Vivimos en Hystadveien. Marianne y yo.
En el momento en que lo dijo, supo que era mentira.
– Sin considerar que Marianne esta muerta -dijo con dureza, tomo el anorak y camino hacia la puerta-. Gracias, Kjetil. ?Gracias por
Cerro la puerta tras de si con tanta fuerza que la hizo saltar de las bisagras.
Noche hasta la oscura manana
Rolf no podia cerrar la puerta de un coche de manera civilizada.
La cerro con tanta fuerza que Marcus Koll lo oyo desde la sala, pese a que el coche estaba detras del edificio del garaje. Rolf le echaba la culpa a que durante toda su vida habia conducido ruinas con ruedas. Todavia no se acostumbraba a los coches alemanes que superaban el millon. Por no hablar de los italianos que costaban el doble.
Marcus daba manotazos irritados persiguiendo una mosca que invernaba. Era enorme y perezosa, pero todavia vivia cuando entro Rolf.
– ?Que diablos haces?
Marcus estaba de rodillas sobre la mesa del comedor y arrojaba golpes a su alrededor.
– Una mosca -murmuro-. ?No puedes ser un poco mas amable con nuestros automoviles?
– ?Una mosca? ?En esta epoca del ano? ?Mira tu!
Tres pasos rapidos y una palmada sobre la mesa.
– La agarre -dijo, divertido-. ?No deberia estar puesta esta mesa, de paso?
Marcus bajo de la mesa. Se sentia rigido y torpe, y tuvo que usar una silla como apoyo para la rodilla. Como cada noche de Ano Nuevo en los ultimos nueve anos, habia comenzado el dia jurandose que iba a comenzar a hacer ejercicio. Esa misma manana. Era su intencion mas importante y esta vez debia mantenerla. Habia un cuarto de ejercicios completo en el sotano. El apenas sabia como era.
– Enseguida viene mama.
– ?Tu madre? ?Le pediste a Elsa que venga a poner la mesa para una fiesta a la que ni siquiera esta invitada?
Marcus dio un bufido, vencido.
– Es mama quien quiere a Marcus con ella en casa, esta noche. Para esperar juntos el Ano Nuevo, los dos solos. Sera mas divertido para ambos.
– Me parece bien, ?pero eso no es ninguna razon para que la mujer desperdicie la tarde viniendo hasta aqui a poner la mesa! Llamala enseguida. Dile que yo lo hare. ?Que es esto?
Rolf sostenia una pequena caja metalica.
– Un disco duro -dijo Marcus sin darle importancia.
– ?Si? ?Que hacia en el maletero del Maserati?
– Ese es mi coche. ?Cuantas veces te dije que prefiero que utilices uno de los otros? Eres el peor chofer del mundo, y…
– ?Que pasa contigo, eh?
Rolf sonrio y se inclino para darle un beso. Marcus se escabullo. No pudo evitar echar una mirada al disco duro.
– Esta destruido -dijo-. Lo cambie. Hay que tirarlo.
– Entonces eso hare -dijo Rolf encogiendose de hombros-. Y tu deberias ponerte de mejor humor antes de que lleguen las visitas.
Todavia llevaba el disco duro en la mano cuando salio de la sala. Marcus tuvo que contenerse para no perseguirlo. Queria destruir y tirar personalmente el maldito aparatito.
No era tan grave, penso tratando de mantener el pulso calmo. Todo habia sido nada mas que una medida de seguridad, que era probablemente innecesaria. Totalmente innecesaria. Su respiracion se acelero y trato de concentrarse en cualquier otra cosa.
En el menu, por ejemplo.
No importaba nada que Rolf hubiese encontrado el disco duro.
No recordaba nada del menu.
«Olvidate del disco duro. Olvidalo. No significa nada.»
– ?Llamaste a Elsa?
