Erik Lysgaard le habia prometido a Lukas no llorar.

– Papa. ?Papa!

Erik se sobresalto. Al principio se habia negado a acompanar a su hijo a casa; acepto ir cuando Lukas lo amenazo con traer a toda su familia consigo hasta Nubbebakken y organizar una especie de vacaciones alli para los ninos. Habia prometido no llorar. No habia prometido que hablaria.

Finalmente los ninos se habian dormido. Astrid, la mujer de Lukas, estaba en bata, al lado de la puerta de la sala. Palida, sonrio a su suegro y levanto la mano en un debil saludo de buenas noches. La noche habia sido una tortura.

Lukas tenia puesto el pijama de rayas azules y llevaba pantuflas gastadas sobre los pies desnudos. Se sento en cuclillas al lado del sillon de su padre, sin tocarlo.

– ?Duermes?

– Lo hacia. Dormite un poco mientras vosotros os preparabais para dormir.

– Ahora debes acostarte. Tu tambien. He preparado el cuarto de huespedes.

– Prefiero estar aqui sentado, Lukas.

– No, papa. Tienes que acostarte en una cama.

– Creo que eso lo decido yo. Aqui estoy muy comodo.

Lukas se quedo quieto.

– Te comportas como si fueras el unico que sufre -dijo abatido-. No te reconozco, papa. Estas siendo muy egoista. No ves que yo tambien sufro, que los chicos echan de menos a su abuela, no ves que…

– ?Si! ?Si lo veo! Pero no tengo animos para hacer algo al respecto.

Lukas deambulaba por la sala a media luz. Apago una vela que descansaba sobre el marco de la ventana. Recogio un osito del suelo y lo puso sobre un estante. Se mordio las unas. Afuera estaba todo en silencio. Pudo escuchar cuando Astrid tiro de la cadena del bano y el chirrido suave cuando cerro la puerta del dormitorio tras de si.

– ?Por que no mentiste? -pregunto de pronto.

Su padre levanto la vista.

– ?Mentir?

– ?Por que no inventaste una historia sobre por que mama estaba caminando por la calle? Que queria tomar aire, por ejemplo. Que os habiais peleado, para el caso. O cualquier otra cosa. ?Por que le dijiste a la Policia que no era asunto de ellos?

– Porque es la verdad. Si hubiese inventado algo, hubiera sido una mentira. Yo no miento. Para mi es importante no mentir. Deberias saberlo mejor que nadie.

– Pero ?comportarse como una almeja esta bien? -Lukas agito los brazos, derrotado-. Papa, ?por que…?

Se detuvo cuando de pronto el hombre lo miro directa y fijamente, con algo que parecia una sonrisa en los ojos.

– No me has llamado «papa» desde que tenias diez anos -dijo.

– He de preguntarte algo.

– No tendras respuesta. Debes entender eso ahora. No voy a decirte por que mama estaba en la calle y…

– No es eso -dijo rapido Lukas-. Se trata de otra cosa.

Su padre no dijo nada, pero al menos mantuvo el contacto con la mirada.

– Siempre tuve esta sensacion… -comenzo Lukas ensayando-, de que yo compartia a mama con alguien.

– La compartiamos con Jesus.

– No me refiero a eso.

Se quedo quieto un momento, como perdido, antes de sentarse en el sofa. Era tan hondo que le resultaba incomodo inclinarse hacia delante. Al mismo tiempo, estaba demasiado tenso como para recostarse sobre los almohadones. Al final se puso de pie nuevamente.

– ?Tengo un hermano o una hermana en algun otro lado?

La cara de su padre adquirio una expresion que lo asusto. Los ojos se oscurecieron. La boca se tenso y quedo enmarcada en gruesas arrugas profundas. Las cejas se juntaron. Las manos, que hasta entonces habian reposado flojas sobre sus muslos, se contrajeron en punos hasta que los nudillos se pusieron blancos.

– No esperaba esto de ti -dijo con una voz desconocida.

– Pero yo… No tuvisteis tu y mama, o quiza solo mama… Quiero decir, estuvisteis siempre juntos, y esto del bosque y Jesus y…

– ?Callate!

Su padre se puso de pie. Esta vez no levanto la mano para golpear. Se quedo inmovil, con rayos en los ojos y un temblor casi indetectable en el labio inferior.

– Preguntate a ti mismo -dijo frio como el hielo-. Preguntate si Eva Karin, tu madre, mi esposa, tiene un hijo acerca del que no quiere saber nada.

– ?Te pregunto a ti, padre! Y no digo que ella necesariamente no quisiera saber de…

Su padre empezo a caminar.

– Me voy a acostar -dijo, pero se volvio bruscamente al llegar a la puerta-. Y no contestare jamas, jamas, a ese tipo de preguntas. Preguntate a ti mismo, Lukas. ?Preguntate a ti mismo!

Lukas se quedo solo en la sala.

– Te pregunto a ti -susurro-. Te pregunto a ti, papa.

Ojala su padre hubiese dicho «si», penso. «?No podrias decir que si y hacer mi vida infinitamente mas facil?»

Era imposible acostarse. Sabia que no podria dormir. Habia formulado una pregunta y esperaba una respuesta. Anhelaba una respuesta. Todo tendria sentido si su padre pudiese solo confirmarle que habia un hijo mas alli fuera. Un hijo mayor que Lukas. Seria una explicacion para todo.

Pero su padre se habia negado.

«?Es porque no quieres mentir, papa?»

Lukas se recosto en el sofa sin quitarse las zapatillas. Se tapo hasta el cuello con una manta de lana, tal como su madre lo arropaba cuando era pequeno. Quedo alli desvelado hasta que llego la manana, un comienzo negrisimo para el nuevo ano.

Parte II. Enero de 2009

Perseguido

– No se si hice bien en contarle esto. En realidad, no encontramos ninguna senal de que alguien haya entrado tras forzar la puerta, y el rector no quiso llamar a la Policia. Es solo que yo…

– ?Puede empezar desde el principio? -dijo Inger Johanne, y se aclaro la garganta-. ?Puede contartelo todo una vez mas?

Trataba de encontrar una posicion en la que pudiese sentarse quieta.

– Si, pues…

La inspectora de ensenanza Live Smith se paso los dedos por el grueso cabello gris. Ya parecia haber dudado cuando intercepto a Inger Johanne en el pasillo y le pidio que la acompanase a su oficina. Ahora era como si se arrepintiese y quisiera olvidar todo.

– Como somos, al fin y al cabo, una escuela especial… -dijo insegura-, tenemos material bastante completo sobre cada nino. Como usted sabe, nuestros alumnos tienen en parte muchos tipos distintos de limitaciones funcionales, y a fin de maximizar la oferta de educacion para cada uno, entonces…

– Se lo que esta escuela es y lo que puede ofrecer -dijo Inger Johanne-. Mi hija viene aqui.

Su voz sonaba extrana. Dura y sin matices. Tosio de nuevo y tuvo que tomar el vaso a pesar de que le

Вы читаете Noche cerrada en Bergen
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату