– Es todo el odio legal. El odio verbal que esta protegido por la libertad de expresion. Como los motivos de las expresiones de odio contra las minorias coinciden en gran medida con los que respaldan lo que claramente son crimenes de odio, pienso que es interesante ver como se corresponden. Donde estan los limites.
– ?De que?
– De lo que se entiende como libertad de expresion.
– ?No entra ahi casi la mayor parte?
– Si, por desgracia.
– ?Por desgracia? ?Podemos dar gracias a Dios por eso, por poder decir lo que queramos en este pais!
– Por supuesto. Pero escucha…
Ella recogio mejor las piernas. El la miro. Cuando llego a casa, tenia mas bien ganas de zambullirse en la cama, aunque todavia no eran ni las diez. Aun asi estaba cansado despues de un dia largo y productivo, pero no tenia ganas de dormir. Con los anos, Inger Johanne y el habian caido en un ritmo de convivencia en donde la mayor parte de las cosas giraba en torno a su trabajo, las preocupaciones de ella y las ninas. Mirandola como ahora, sentada en un mar de documentos sin acordarse de las ninas cada poco, recordo en una rafaga como era estar intensamente enamorado de ella.
– La libertad de expresion tiene un gran alcance -dijo ella mientras buscaba un articulo en aquel caos-. Asi debe ser. Pero como sabemos, tiene una serie de limitaciones. La mas interesante es la que se encuentra en el Codigo Penal, en el parrafo 135 a. Sin aburrirte con demasiado derecho, solamente…
– No me aburres. Nunca.
– Si que lo hago.
– No ahora, en todo caso.
Una sonrisa rapida, y ella siguio:
– Algunos pocos han sido condenados por transgredir esa disposicion. Los menos. El punto por discutir, o quiza puedo decir mejor «por considerar», se relaciona con la libertad de expresion. Y si he de juzgar por todo lo que flota en torno a mi, aqui estoy sentada… -vencida, golpeo con las manos hasta dar por fin con el libro que buscaba-, entonces es la libertad de expresion la que manda. Punto.
– Eso es asi -dijo Yngvar-. Por suerte. Somos una sociedad moderna.
– Moderna y moderna, senorita Blom. He visto lo que hay detras de todo lo que estos idiotas homofobicos han dicho ultimamente…
– No son muy intelectuales estas expresiones tuyas.
Ella dejo que el la interrumpiese. Respiro profundo y se llevo las manos al cuello.
– En este momento no me siento especialmente intelectual. Estoy cansada. Agotada. Para que algo sea definido como crimen de odio, no basta con que el culpable odie a la victima como individuo. El odio debe estar dirigido a la victima como representante de un grupo. Y si hay algo que apenas puedo entender, es el odio contra grupos en una sociedad como la noruega. En Gaza, si. En Kabul, tambien. Pero ?aqui? ?En la Noruega segura, social, democratica?
Se lleno la boca de te y lo retuvo alli un par de segundos antes de tragar.
– Primero emplee dos meses en analizar las expresiones publicas de musulmanes, negros y otras minorias etnico-culturales. Es pensamiento grupal en su peor version. Es «ellos» y «nosotros», todo el tiempo. -Los dedos marcaban comillas en el aire-. Al final me dieron nauseas. ?Nauseas, Yngvar! No puedo entender como lo hacen una madre o un padre noruego y musulman para dormir de noche. Como es para ellos cada noche, cuando preparan a sus hijos para dormir y los ponen en la cama y les leen, sabiendo la cantidad de mierda que la gente dice y escribe sobre ellos, piensa de ellos, siente acerca de… -Los ojos se le hicieron mas estrechos, y se quito las gafas-. Es como si todo eso se hubiera vuelto legal. La mayor parte debe, por supuesto, serlo. La libertad de expresion politica en Noruega se acerca a lo absoluto. La cultura de las expresiones, por otro lado… -Empano el vaso con un soplido y lo limpio con el faldon de la camisa-. Disculpa -dijo, y sonrio levemente-. Es solo que yo hubiese estado tan preocupada si perteneciese a una minoria mal vista y tuviera hijos…
Yngvar rio bajo.
– En ese punto tienes mucho que ensenarles. En la preocupacion por los ninos, quiero decir. Pero… -Se puso de pie y empujo la taza de te hacia el otro extremo de la mesa. Aparto con rapidez hacia la otra punta del sofa los papeles mas cercanos a Inger Johanne y se sento junto a ella. La rodeo con un brazo. Le dio un beso en el cabello, que olia a tortitas-. Pero ?que tiene que ver esto con los crimenes de odio? -pregunto en voz baja-. Estamos de acuerdo en que esto no es criminal, sino, por el contrario, que esta protegido por la libertad de expresion.
– Tiene… -busco las palabras- como la sustancia de lo que se dice -comenzo de nuevo antes de interrumpirse otra vez-. Como el contenido de lo que se dice y se escribe esta en precisa concordancia con…, con lo que los otros sostienen, esos que golpean…, esos que matan…, pienso que… -Agarro la taza, sin beber-. Si queremos poder decir algo significativo acerca de los crimenes de odio, tenemos que saber que los provoca. Con eso quiero decir conocer no solamente las explicaciones tradicionales, que se basan en condiciones de vida, experiencias desdichadas, historias de conflicto, distribucion de recursos, enfrentamientos religiosos, etc. Hemos de saber que es lo que desencadena esos crimenes. Yo quiero investigar si existe alguna relacion entre las que se pueden considerar expresiones legales de odio, por un lado, y por el otro, la criminalidad ilegal motivada por el odio.
– ?Quieres decir, que la una estimula a la otra?
– Entre otras cosas.
– Pero ?es que no es obvio? ?Sin que por ello podamos prohibir esas expresiones!
– De hecho, no puede tomarse como evidente. La relacion, digo. Hay que investigarla.
– ?Papa! ?Papa!
Yngvar pego un brinco. Inger Johanne cerro los ojos y rogo intensamente que Kristiane no se despertase. Todo lo que podia oir era la voz baja y calmada de Yngvar, que se mezclaba con el refunfunar sonoliento de Ragnhild. De nuevo, todo quedo en silencio. Los vecinos de abajo ya debian de haberse acostado. Antes, durante la tarde, le habia irritado el ruido de una pelicula, evidentemente de accion; le habia parecido que estaba sentada, ahi, en primera linea de combate.
– Todo bien -dijo Yngvar, y se dejo caer al lado de ella en el sofa-. Un sueno, probablemente. No estaba del todo despierta. ?Donde estabamos?
– No se bien -contesto ella debilmente-. De veras, no lo se.
– Crei que te entusiasmaba este proyecto. Que te gustaba, quiero decir.
Ella le apoyo la mano en la barriga y se acurruco mas bajo su brazo.
– Me gusta -murmuro-. Pero ahora tengo una sobredosis de odio. No te he preguntado siquiera como fue tu dia.
– No lo hagas, por favor.
Ella sintio despacio como el se relajaba bajo su peso. Su respiracion se hacia mas profunda y ella cayo en el mismo ritmo. Mirando el pliegue que se formaba por encima de la cintura del pantalon, entendio que el cinturon de su marido estaba demasiado ajustado.
– ?Te parece que podriamos poner cortinas, Yngvar?
– ?Eh?
– Cortinas -repitio ella-. Aqui en la sala. Pienso que las ventanas se ven demasiado grandes y oscuras ahora en invierno.
– Si yo no tengo que elegirlas, compralas y colocalas.
– Vale.
Tenian que levantarse. Ella debia poner los papeles en orden. Si las ninas iban a levantarse manana las primeras, como solian hacer, todo se volveria un caos mas grande de lo que ya era.
– Que bien hueles -musito ella.
– Todo es bueno a mi lado -dijo adormilado, y habia en su voz una seguridad que ella no sentia desde hacia mucho tiempo-. Ademas soy el mejor, mejor, mejor policia del mundo.
– ?Policia! ?Oye, muchacho! ?Alto! ?Alto, he dicho!
Un chico joven acababa de saltar de un Volvo XC90 verde oscuro. Las chapas de registro del vehiculo eran ilegibles de tan sucias, a pesar de que el resto del coche estaba bastante limpio. «El truco mas antiguo del libro», penso el oficial Knut Bork cuando salio del vehiculo civil de la Policia y empezo a correr tras el muchacho.
