finalmente dejo las manos quietas.
– Pero ya que pregunta, la respuesta es si. No es nada de lo que avergonzarse.
Todo el cuerpo tenso irradiaba obstinacion y ahora era el el que no queria perder su mirada.
– En eso estoy totalmente de acuerdo -dijo Silje.
Si el muchacho hubiese pesado diez kilos mas y la herida en la cara estuviese curada, quizas hubiese sido guapo. Desgraciadamente tenia los dientes destruidos, un espectaculo raro entre los jovenes noruegos en 2009. Cuando hablaba, podia versele la capa de sarro gris que, de todos modos, no lograba ocultar las malas amalgamas en los incisivos. Pero los ojos eran grandes y azules, y las largas pestanas se curvaban con gracia, como las de un nino pequeno.
– ?No puede irse esta gente? -pregunto.
– ?Quien?
Martin senalo a la asistente social y al policia.
– Yo puedo irme -dijo Knut Bork-. Pero Andrea Solli tiene que quedarse. No disponemos de permiso para interrogarte sin que un custodio este presente.
Sin decir mas, se puso de pie. Dejo la carpeta al lado de la hoja frente a Silje Sorensen y empujo la silla nuevamente debajo de la mesa.
– Llamame cuando hayais terminado -dijo-. Estare en mi oficina.
Cuando la puerta se cerro tras el, Martin miro mohino a Andrea Solli.
– No necesito custodia -dijo-. Tambien puedes irte.
Silje se adelanto a la representante de Proteccion al Menor.
– No va a hablar -dijo con decision-. Olvidate. Mejor cuentame cosas sobre ti y Hawre.
Martin habia empezado a lamerse la herida. La sangre de la nariz se volvio de un color rojo claro al mezclarse con la saliva, y de pronto un pedazo grande de la costra se solto.
– ?Mierda! -grito, y se llevo la mano a la boca.
La sangre fluyo y Andrea Solli extrajo un paquete de Kleenex de su espaciosa cartera. Martin agarro tres hojas y las apreto contra la herida.
– Hawre y yo no eramos amantes -dijo excitado, y grito dando a entender que no habia terminado del todo de cambiar la voz-. ?Solo eramos amigos!
– Los amigos suelen tener alguna idea sobre donde esta el otro -respondio Silje.
El muchacho no respondio. Tenia los ojos humedos, pero Silje no sabia si era por el giro de la conversacion o por el dolor del labio. Eso le hizo dudar sobre como continuar. Para ganar tiempo, abrio una botella de medio litro de Farris y escancio tres vasos sin preguntar si alguien queria.
– Hawre esta muerto -dijo despacio.
Las urracas abandonaron juntas el marco de la ventana, graznaron y desaparecieron en la oscuridad sobre la ciudad. Finalmente habia dejado de nevar. Se habian hecho las cuatro y cuarto de la tarde. Desde el pasillo podian oir los pasos ansiosos de la gente que se apresuraba para regresar a casa.
– Era lo que yo creia -susurro Martin.
Arrojo el papel ensangrentado al suelo antes de poner los brazos sobre la mesa y esconder la cara.
– Era lo que yo creia -sollozo una vez mas.
Silje Sorensen tenia mas ganas de rodearlo con el brazo que de otra cosa. Hubiera querido contenerlo. Consolarlo, como si hubiese alguna forma de consolar a un muchacho de solo dieciseis anos que ya hacia mucho habia perdido la posibilidad de llevar una vida decente.
– ?Cuando lo viste por ultima vez? -insistio.
– No me acuerdo -lloro el muchacho.
– Esto es muy importante, Martin. A Hawre lo mataron.
Hubo una pausa en los sollozos.
– ?Lo mataron?
En la postura en la que estaba, su voz sonaba estrangulada.
– Si. Y por eso es muy importante que trates de recordar.
– ?Usted cree que mate a Hawre?
No estaba siquiera enojado. No de manera acusadora. Martin Setre simplemente daba por hecho que todos pensaban que el tenia la culpa de todo.
– No, de ninguna manera. No creo, en absoluto, que hayas matado a tu amigo.
– Bien -moqueo el muchacho, y enderezo lentamente la espalda.
Andrea Solli senalo el paquete de Kleenex. El no lo toco.
– ?Porque nunca haria algo asi!
– ?Puedes tratar de recordar cuando lo viste por ultima vez? Podemos partir del 21 de noviembre. Entonces os trajeron juntos. Era un viernes. ?Recuerdas algo de eso?
El asintio casi imperceptiblemente.
– Aqui dice que os entregaron a Proteccion de Menores y os llevaron a Agudos. Hawre, sin embargo, logro escaparse durante el traslado. ?Volviste a verlo desde entonces?
– Si…
Realmente parecia como si pensase. Una arruga inclinada le dividia el ceno en dos.
– Yo me fugue al dia siguiente. En todo caso, nos encontramos… el domingo. Y en… -Por primera vez cogio el vaso de agua mineral-. ?Me pueden dar Coca-Cola en vez de agua? -pregunto.
– Claro. Aqui tienes.
Le alcanzo una botella. El la abrio y bebio sin preocuparse del vaso. Una mueca de dolor le cruzo la cara cuando la boca del envase le toco la herida, que todavia sangraba.
– Nos encontramos ese domingo. De eso estoy bien seguro, porque…
Se interrumpio bruscamente.
– ?Por que? -pregunto Silje Sorensen.
– No se lo voy a decir.
– Tienes que entender que…
– No le voy a decir nada sobre esa noche, ?vale? No es importante, de todas maneras, pues volvimos a vernos con Hawre al dia siguiente.
– Muy bien -dijo Silje, y tecleo en su movil hasta llegar al calendario-. Eso seria… ?el lunes 24 de noviembre?
– No tengo ni puta idea de que fecha era, pero era el lunes, despues de que nos cogieran, en todo caso. Ibamos…
Finalmente tomo una de las servilletas y se la llevo con cuidado a la boca. Todavia tenia lagrimas en las pestanas. Ya no lloraba, pero el chico parecia todavia mas miserable que antes, si eso era posible.
– Solo queriamos ir a dar un par de vueltas. Despues ibamos a ir al cine. Necesitabamos dinero.
Silje Sorensen tenia delante una pluma y un papel. Aun asi, hasta ahora no habia tomado una sola nota. Ahora cogio la pluma con cuidado, pero sin tocar la hoja.
– ?Que pelicula? -pregunto antes de agregar rapido-: Asi podre verificar la fecha.
–
– Vamos, Martin. El estreno de
– Vale. No me acuerdo. Es cierto. No recuerdo que ibamos a ver; de todos modos, no fuimos al cine.
– ?Que hicisteis?
– Ibamos a… ?Ah, si! Solo ibamos a conseguir algo de dinero. Fuimos a la estacion central.
Ahora el busco de nuevo la mirada de la policia, como para confirmar que entendia lo que le queria decir. Ella asintio con cuidado y el lo interpreto como un si.
– Habia un monton de gente. Lleno de personas.
– ?A que hora era esto?
– No se. Por la tarde, quiza. En todo caso no era tan tarde. Despues ibamos a ir al cine. Nos quedamos donde estamos normalmente, y…
– ?Donde es eso?
– En la entrada del anden.
– ?Y entonces?
