escuchado desde Framnes, al otro lado del fiordo gris y desolado.

Una sirena se impuso rumor de los coches detenidos ante la luz roja de un cruce. Lukas pudo ver en el espejo retrovisor la luz azul destellante y trato de llevar el automovil mas hacia la vereda, evitando cruzar sobre la via peatonal. La ambulancia avanzaba con demasiada velocidad por afuera de la cola de vehiculos y casi atropello a un hombre mayor que pasaba delante del capo del gran BMW X5 de Lukas. Obviamente el hombre era sordo.

– Se salvo por un pelo -comento Lukas a su padre, y siguio con la mirada al confuso peaton hasta que el coche de atras empezo a tocar la bocina.

Erik Lysgaard no contesto. Estaba sentado en el asiento del copiloto, en silencio, como siempre. Las ropas que llevaba ya se habian vuelto notoriamente mas grandes sobre el cuerpo. El cabello le colgaba en mechones lamentables; parecia diez anos mayor de lo que era. Lukas hubo de recordarle a su padre, esa misma manana, que debia darse una ducha: su cuerpo le habia olido fatal cuando lo abrazo con renuencia la noche anterior.

Nada habia cambiado.

Lukas habia insistido una vez mas en llevar a su padre a su casa, en Os. Erik habia protestado una vez mas y como antes, al final su hijo gano. Los ninos se angustiaron de la misma forma que antes al ver a su abuelo, y Astrid habia estado a punto de perder la compostura un par de veces.

– Ahora debemos planear un poco lo que tenemos que hacer -dijo Lukas-. La Policia dice que podremos enterrar a mama la semana que viene. Necesariamente va a ser una ceremonia importante. Muchos la querian.

Erik seguia en silencio y con expresion perdida.

– Papa, tienes que relacionarte con esto.

– Tu puedes ordenarlo todo -dijo su padre-. No me importa.

Lukas se estiro hasta la radio y la apago. Agarraba el volante con tanta fuerza que los nudillos estaban blancos, y la velocidad que mantuvo durante el ultimo tramo de Arstadveien le hubiera valido perder el carne en cualquier control. Al llegar a la entrada de Nubbebakken las cubiertas chillaron cuando giro a la izquierda, cruzo por encima del carril de la direccion contraria y freno con brusquedad.

– Papa -dijo bajo, casi masticando las palabras-. ?Por que desaparecio ese retrato?

Por primera vez en todo el viaje, su padre lo miro.

– ?Retrato?

– La foto del cuarto de mama.

Erik bajo la vista nuevamente.

– Quiero ir a casa.

– Siempre hubo cuatro retratos en ese estante. Estaban ahi el dia que yo estaba contigo, despues de que matasen a mama. Me acuerdo de eso porque el policia se confundio. Una de las fotografias ya no esta ahi. ?Por que?

– Quiero ir a casa.

– Y a casa iras. ?Pero contestame, papa!

Lukas golpeo el volante con el puno. Un dolor helado le subio por el brazo y maldijo en silencio.

– Llevame a casa -dijo su padre-. Ahora.

La frialdad en la voz de su padre hizo que Lukas se callase. Puso el coche en marcha. Le temblaban las manos y se sentia tan alterado como cuando la Policia aparecio en la puerta con el mensaje del deceso. Cuando al cabo de unos minutos llegaron, tras cruzar el porton abierto frente a la casa de su padre, recordo con claridad a la hermosa mujer del retrato perdido. Era robusta, y aunque la fotografia estaba en blanco y negro, el intuyo que debia de tener los ojos azules. Iguales a los suyos. La nariz era recta y estrecha, tal como la suya, y en la sonrisa uno podia ver con claridad que uno de los incisivos superiores parecia estar montado sobre el otro.

Como sucedia con sus propios dientes.

El retrato mostraba tan poco de las ropas que no era posible adivinar cuando habia sido tomado. El no habia reparado en la fotografia hasta que fue adolescente y, hasta ahora, cuando ya tenia hijos propios y sabia por ello cuan observadores son los ninos, no concluyo que la foto no podia haber estado a la vista cuando el era menor que eso. Una vez pregunto quien era esa mujer. Su madre habia sonreido y le habia acariciado la mejilla diciendo: «Una amiga que no conoces».

Lukas detuvo el coche y descendio para ayudar a su padre.

No intercambiaron una palabra ni cruzaron las miradas.

Cuando la puerta se cerro tras Erik, Lukas permanecio en el coche. Estuvo alli quieto durante un buen rato, mientras el aguanieve caia sobre el parabrisas y la temperatura de la cabina descendia.

Indudablemente, la amiga de su madre guardaba un incomodo parecido con el.

– ?Como se te parece! Spitting image!

Karen Winslow se rio cuando Ragnhild le mostro el retrato. Lo sostuvo de lado para evitar el reflejo de la lampara de techo e inclino la cabeza. Ragnhild estaba en una tina de bano, con champu en la cabeza y un enorme pato de hule sobre la barriga. Parecia aplastada por el monstruo de un amarillo furioso.

– O sea, que esta es la menor -dijo devolviendo el retrato-. ?Veamos entonces a la mayor!

Habian tomado la fotografia durante las Navidades. Kristiane estaba sentada con cara seria en las escaleras externas de la casa en la calle Hauges. Por una vez miraba directamente a la camara y se acababa de quitar el gorro. El cabello fino apuntaba para todos lados a raiz de la corriente estatica, y con la luz que la ventana de la puerta arrojaba desde detras, parecia como si la nina tuviese un halo.

– ?Guau! -dijo Karen, y se puso seria-. ?Que criatura tan preciosa! ?Que edad tiene? ?Nueve? ?Diez?

– Ya casi catorce -dijo Inger Johanne-. Pero no es como las otras ninas.

Le fue sorprendentemente facil decirlo.

– ?Oh? ?Que le sucede?

– ?Quien sabe! -dijo Inger Johanne-. Kristiane nacio con una afeccion cardiaca y tuvo que pasar por tres operaciones graves antes de cumplir el ano. Si la lesion viene de alli o si es una limitacion congenita que tiene, no hay nadie que lo haya podido descubrir todavia.

Karen sonrio otra vez y observo la foto mas de cerca. La antigua companera de estudios le recordaba a Inger Johanne todos los anos que habian pasado. Karen habia sido siempre delgada y de buena figura. Ahora tenia una expresion mas tensa, mas enjuta, y el cabello negro tenia hebras grises. Habia empezado a usar gafas. Seguramente desde hacia poco, porque continuamente se las colocaba y se las quitaba, y no sabia muy bien que hacer con ellas cuando no las estaba utilizando.

Habian pasado casi dieciocho anos desde la ultima vez que se vieron. Igualmente, se habian reconocido de inmediato. Cuando Karen salio del taxi frente al restaurante Victor en Sandaker, Inger Johanne recibio el abrazo mas largo que podia recordar, y cuando entraron ella se sentia dichosa.

Casi excitada.

El camarero coloco una copa de champan frente a cada una de ellas.

– ?Desean que les haga una pequena presentacion del menu ahora? -sonrio.

– Podemos esperar un poco -dijo rapido Inger Johanne.

– Por supuesto. Regresare.

Karen levanto su copa.

– To you -dijo, y rio-. Pensar que nos hemos reencontrado. ?Fantastico!

Bebieron un sorbo de champan.

– Mmm. Delicioso. Dejame saber mas de Kristi…, Krysti…

– Kristiane. Durante mucho tiempo los expertos pensaron que podia tratarse de una forma de autismo. Asperger, quiza. Pero no coincide del todo. Es cierto que tiene una gran necesidad de rutinas fijas y que puede ocuparse intensamente y durante largos periodos con sistemas y ordenes repetitivos. A veces casi puede parecer una savant, o sea, una autista con capacidades extremas. Pero entonces, de pronto, sin que podamos saber que es lo que desencadena el cambio, puede portarse como una nina normal, algo retraida. Y si bien le cuesta trabar amistades reales, es muy flexible en relacion con las demas personas. Es… -Inger Johanne levanto nuevamente la copa, asombrada por lo bien que le iba hablar de su hija mayor con alguien que nunca la habia conocido- muy carinosa con la familia.

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