Cerro la ventana a medias y se coloco los dos libros bajo el brazo. Con el mensaje impreso en una mano y el ordenador portatil en la otra, regreso al sofa.
La Biblia de Yngvar era una traduccion de 1930, segun se leia en el colofon. Recorrio las hojas hasta dar con la epistola de san Pablo a los romanos y dejo correr sus dedos hacia abajo en la pagina:
24. Por lo cual tambien Dios los entrego a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre si sus propios cuerpos…
Ella dudo.
… deshonraron entre si sus propios cuerpos…
– Significa que se acostaron el uno con el otro -murmuro antes de que sus ojos hallasen el versiculo 27.
… y de igual modo tambien los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, y cometieron hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibieron en si mismos la retribucion debida a su extravio…
Pese a que lo entendia, cerro el gastado libro y se fue al ordenador. Tenia que haber pensado en esto de inmediato, en vez de desordenar el estante de Yngvar. Habia hecho algo asi solo una vez, y a su marido el enfado le habia durado horas.
Le llevo dos minutos encontrar el mismo texto en la Red, pero en una traduccion mas moderna.
24. Por lo que Dios los entrego tambien a la suciedad, de modo que siguieron sus propios deseos y deshonraron entre si sus propios cuerpos…
«Mucho mas claro», penso, y sacudio despacio la cabeza. Tambien el versiculo 27 quedaba mas claro en un lenguaje mas moderno:
Del mismo modo, los hombres dejaron de tener convivencia natural con las mujeres y se encendieron de deseo unos por otros, fornicaron con hombres y hubieron de recibir castigo por su aberracion.
Inger Johanne se consideraba a si misma agnostica. Algo que para ella sonaba mejor que indiferente. De vez en cuando estaba obligada a relacionarse con personas creyentes en el trabajo y procuraba siempre hacerlo con el debido respeto. Aparte de un devaneo religioso en su adolescencia, la fe en Dios era simplemente algo que nunca le habia interesado demasiado.
Hasta ahora.
Durante los ultimos meses, habia tenido que relacionarse con las religiones en sus formas mas intensas. Los textos como los que acababa de leer no la asustaban en si. Como investigadora y no creyente, los colocaba en un contexto historico y le parecian interesantes por si mismos. Como narraciones literales relevantes para las personas vivas en 2009, encontraba atroces las palabras de san Pablo.
Si Karen y el APLC estaban en lo cierto, y la interpretacion del nombre de The 25'ers surgia realmente de estos textos, debia tratarse de una organizacion dirigida directa y exclusivamente contra los homosexuales y las lesbianas. Sin gilipolleces. Ni una congregacion ni una feligresia.
Propiamente, un grupo de odio.
Si realmente sucedia que los cristianos ultraconservadores se habian unido a los radicales musulmanes para formar una organizacion, habia razones para creer que el odio era mas violento que cualquiera de las expresiones en cuyo analisis habia estado ocupada los ultimos meses.
Inger Johanne leyo la ultima linea otra vez.
… y hubieron de recibir castigo por su aberracion.
Se le erizo la piel y tomo el mensaje impreso.
El numero 19.
El nombre (posiblemente arabe) Rashad Khalifa.
Los dedos pulsaron el teclado.
Aparecia en Google 4.400 veces.
– Hola, mama. Quiero papilla.
Ragnhild cruzo la sala como una flecha, con los pies descalzos. Inger Johanne apenas alcanzo a dejar el ordenador sobre la mesa antes de que su hija se arrojase en sus brazos.
– Hoy no quiero ir al parvulario -rio la nina-. ?Hoy tendremos juntas un dia de ositos!
Inger Johanne alejo de si a su hija con cuidado para poder mirarla a los ojos antes de decir:
– No, preciosa. Debes ir. Hoy es lunes.
– Dia de ositos -insistio Ragnhild, adelantando el labio inferior.
– En otra ocasion, mi vida. Hoy mama tiene que trabajar. Iras al parvulario. ?Te has olvidado de que ireis a Solemskogen para hacer esqui? ?Asar salchichas en un fuego y todo?
La cara mohina de la nina se deshizo en una gran sonrisa.
– ?Cierto! ?Y cuantos dias faltan para mi cumpleanos?
– Nueve dias. Faltan solo nueve dias y cumpliras cinco anos.
Ragnhild rio, contenta.
– Entonces tendre el mejor cumpleanos del mundo con crema encima.
– Y para que seas tan grande, haremos papilla de avena. Pero antes las dos nos daremos una ducha.
– Muy bien -contesto su hija, y salto como un conejo camino del bano.
Inger Johanne sonrio ante aquel espectaculo. Habia sido un delicioso fin de semana e iba a disfrutar de una hora de soledad compartida con su hija menor antes de comenzar en serio una nueva semana.
Si tan solo pudiese sacarse de la cabeza a The 25'ers.
La ultima persona que abrio la puerta de acceso a la pequena capilla del Crematorio del Este se llamaba Petter Just. Se quedo inmovil un momento y se pregunto si estaba en el lugar correcto. Faltaban tres minutos para las doce, pero no podia haber habido mas de veinte personas en el lugar. Petter Just, un companero de clase de Niclas Winter que no habia visto a su viejo amigo desde hacia muchos anos, habia creido que estaria lleno de gente. Habia leido que a Niclas le habia ido bastante bien. Sus obras las compraban museos y colecciones privadas. El periodico del barrio habia publicado un ano atras un largo reportaje sobre el atelier de Niclas, y de alli el habia sacado la idea de que el tipo estaba en camino hacia un gran debut internacional.
Un hombre mayor, delgado y con gafas, que indicaban que era casi ciego, le puso un pedazo de papel en la mano. Un retrato de Niclas adornaba la portada del folleto, con el nombre y las fechas de nacimiento y muerte escritos debajo en letra anticuada.
Petter Just tomo el pequeno fasciculo y se sento, callado, en el ultimo banco.
Las campanas taneron cuatro veces antes de silenciarse, y entonces comenzo el organo.
La capilla era simple, casi arida. Baldosas en el suelo y paredes de estuco beis que en el ultimo par de metros hacia el techo se convertian en angostas ventanas rectangulares. En lugar de un altar, la pared frontal estaba adornada con un fresco del que Just no entendio nada. Mas que nada le recordaba a un anuncio del Partido del Centro, con arboles y trigales, granjeros y sembradios, y un caballo que por encima de todo se parecia a un
Realmente creia que Niclas se habia hecho famoso. No famoso como para aparecer en el
