– La foto -dijo Yngvar con decision antes de echar una mirada al reloj.
– La foto. Aja. ?Que foto?
– Son las once y media. Tengo que dormir.
– Pero ?de que hablas?
Sigmund no dio senales de querer irse a su propia habitacion. Por el contrario, se acomodo mejor en la silla y traslado los pies hasta el borde de la cama.
– La que desaparecio -dijo Yngvar-. Ya te conte algo de la fotografia que estaba en el «cuarto de servicio»… -Dibujo las comillas en el aire-. Ahi donde Eva Karin solia ir, segun dicen, cuando no lograba dormir. La primera vez que entre, habia cuatro retratos; y tres cuando regrese dos dias mas tarde. Lo unico que puedo recordar es que se trataba de un retrato.
– Pero seguramente Erik Lysgaard no…
– Definitivamente, tenemos que olvidarnos de Erik. Es un
– Tampoco parece tener muchas ganas de colaborar, si me preguntas.
– Te doy la razon en eso. Y entonces debemos preguntarnos por que un hombre que sufre abiertamente, y que con tanto placer veria como se aclara el asesinato de su madre, es tan hostil con la Policia. Ese tipo de cosas tienen, como regla, solamente una explicacion.
Miro a Sigmund con las cejas levantadas, como invitandolo a seguir el razonamiento.
– Secretos de familia -dijo Sigmund con voz dramatica.
– Bingo. Generalmente no tienen nada que ver con el caso, pero en esta ocasion no tenemos razones para suponer nada. Mi impresion es que Lukas no esta del todo… -la pausa se alargo. Sigmund espero con paciencia, el vaso no estaba todavia vacio-, del todo seguro acerca de su padre -termino finalmente Yngvar.
– ?Que quieres decir?
– Obviamente se quieren. Son muy parecidos, fisicamente y en su forma de ser, y no veo ninguna razon para pensar que existe algo problematico en la relacion entre padre e hijo. De alguna manera hay, sin embargo, algo entre ellos que no se pronuncia. Algo nuevo. Uno lo nota enseguida cuando esta en la misma habitacion con los dos. No es para nada una enemistad, sino una especie de… -otra vez tuvo que buscar la expresion correcta- falta de confianza.
– ?Sospechan el uno del otro?
– No lo creo. Pero algo va mal entre ellos, un tipo de desconfianza profunda que… -De nuevo, y casi como un reflejo, miro el reloj-. Lo digo en serio, Sigmund. Tengo que dormir. Te vas.
– Aguafiestas -murmuro su colega recogiendo las piernas.
Su habitacion quedaba dos cuartos mas alla y no se tomo el trabajo de ponerse los zapatos. Los agarro del talon con dos dedos de la mano derecha y cogio la botella de whisky con la otra.
– ?A que hora nos encontramos para desayunar?
– Yo desayuno a las siete. Luego ire a Os. Espero pillar a Lukas antes de que se vaya al trabajo. Ahi es donde reside nuestra esperanza: en que Lukas, una vez que todo se ha dicho, nos quiera ayudar.
Bostezo con lentitud y se llevo despacio dos dedos a la frente. Sigmund se volvio en la puerta.
– Yo dormire un poco mas -dijo-. Ire directamente a la Central de Policia a eso de las nueve. Dire que tu te has ido otra vez a hablar con Lukas. La gente de Bergen piensa que esta bien que te muevas de manera independiente. ?Jamas hubiese funcionado asi en casa!
– Excelente. Buenas noches.
Su amigo murmuro algo inaudible antes de que la puerta se cerrase tras el con un ruido apagado.
Mientras Yngvar se desvestia y se preparaba para la noche, recordo que se habia olvidado de llamar a Inger Johanne. Maldijo en voz baja y comprobo su reloj de pulsera, a pesar de que hacia solo dos minutos que habia constatado que eran seis minutos despues de las doce.
Era demasiado tarde para llamar, y se acosto.
Pero no logro dormirse.
Fue el numero 19 lo que mantuvo despierta a Inger Johanne. Habia pasado toda la noche leyendo acerca de Rashad Khalifa y su teoria sobre el origen divino del Coran. Sin importar lo que tratase de pensar para encontrar el sueno, el maldito numero 19 se le aparecia otra vez mas para despertarla totalmente.
Al cabo de una hora se rindio. Podia hallar algo insustancial en la television. Una serie policial o un drama ligero que le devolviese el sueno. Ya era la una pasada, pero TV3 tambien solia emitir alguna basura a esta hora.
Sobre el sofa reinaba un caos absoluto.
Papeles por todos lados, y todos eran impresos de articulos de la Red.
Inger Johanne amenazaba a sus propios estudiantes con el deguello u otra muerte terrible y subita si alguna vez utilizaban Wikipedia como fuente para un trabajo cientifico. Por su lado, ella utilizaba la Red a menudo. La diferencia entre ella y los estudiantes, pensaba para si, era que ella sabia ser critica. Esta noche habia sido complicada. La historia de Rashad Khalifa era una lectura fascinante, y todos los enlaces la habian hecho adentrarse cada vez mas en el extrano relato.
Era demasiado fascinante.
Fue en silencio hasta la cocina y decidio seguir el viejo consejo casero de su madre. Leche en un cazo, dos cucharadas grandes de miel. Poco antes de que todo comenzase a hervir, echo dentro unas gotas de conac. De nina, ella no habia tenido idea sobre la posibilidad de anadir este ultimo ingrediente. Como adulto, habia confrontado a su madre con la total falta de responsabilidad que suponia dar alcohol a una criatura para hacerla dormir. Su madre le resto importancia a todo el asunto senalando que el alcohol se evapora y que, de todos modos, el alcohol era algo que cabia tener en cuenta como medicina. En todo caso, ante circunstancias similares. Por otro lado recibian la mezcla lactea muy de vez en cuando, agrego cuando Inger Johanne siguio sin parecer convencida.
Se rio y sacudio la cabeza al pensarlo.
Lo sirvio en un tazon grande.
Estaba demasiado caliente como para tomarlo.
Lo dejo sobre la mesa de la sala e hizo lugar en el sofa. Encendio el televisor y recorrio los canales hasta encontrar TV3. Era dificil entender de que iba la pelicula. Las escenas eran oscuras y mostraban arboles que caian durante una terrible tormenta. Cuando un vampiro surgio de pronto en uno de los troncos, ella apago el aparato.
Sin realmente quererlo, tomo una pila de hojas que reposaba al lado del tazon de leche. A pesar de que era una idiotez en relacion con el dia que le esperaba manana, se acomodo mejor para leer mas acerca de Rashad Khalifa y sus extranas teorias sobre el numero 19.
El egipcio habia llegado a los Estados Unidos en su juventud y alli se habia formado como bioquimico. Una vez que encontro insuficiente la traduccion inglesa del Coran, lo tradujo nuevamente de su propia mano. A mitad del trabajo, a fines de los anos sesenta, se le ocurrio la idea de que el libro sagrado precisaba un analisis. Puramente matematico. La idea habia sido comprobar que el Coran era un texto divino. Algunos anos y mucho trabajo despues, aparecio con su teoria sobre el numero 19 como una especie de combinacion divina y directa hacia la palabra de Ala.
Inger Johanne no tenia ningun antecedente para seguir los enormes saltos de pensamiento de aquel extrano musulman. Por algunos momentos parecian matematicas relativamente avanzadas, pero en otros lugares hacia observaciones totalmente banales, como resaltar que el primer verso del Coran,
Bebio con cuidado de la leche caliente. La teoria de su madre no era valida: el alcohol le quemo la lengua y le pico la nariz.
Encontro nuevamente informacion acerca de que Rashad Khalifa hacia innumerables calculos. El mas absurdo era sumar todos los numeros que se mencionan en el Coran y demostrar que tambien esa suma es un multiplo de 19. Al principio ella no entendio para nada donde estaba lo espectacular de eso, pero una vez que comprendio que 19 era un numero primo y, por lo tanto, solamente divisible por si mismo y por la unidad, se le hizo mas facil
