Cuando dejo el periodico en el escritorio que tenia enfrente, la secretaria salio para buscar una escoba y una pala. El siguio leyendo sin molestarse mientras ella barria el suelo en torno suyo y no termino de leer antes de que saliera otra vez con el cepillo y la pala y regresase con una jarra llena de cafe recien hecho.
– Su desayuno no es del todo sano -dijo ella amablemente, y lleno la taza-. Deberia desayunar en casa. Pan integral o cereales. No bolleria industrial, si me permite. ?Cuando fue la ultima vez que bebio leche, por ejemplo?
– Si necesitase una madre aqui, habria empleado a una. ?Donde esta el jodido expediente?
Habia empezado a inspeccionar la pila con casos en curso. Estaba seguro de que habia puesto el sobre marron lacrado en el monton sobre el lado izquierdo del escritorio antes de irse a casa a darse una ducha despues del fatigoso viaje desde Barbados. Ahora no estaba en ningun lado.
– Joder. Tengo que estar en la corte dentro de quince minutos. ?No puede usted tratar de encontrar el expediente? Es un sobre lacrado. Pone solamente: «Pertenece a Niclas Winter», y tiene su numero de identificacion personal.
Se puso de pie, se echo encima la chaqueta y tomo el cartapacio camino de la puerta.
– Y Vera, ?no lo abra! ?Quiero ser yo quien tenga el gusto!
La puerta se cerro detras de el con un golpe, y otra vez se hizo el silencio en la oficina del abogado Kristen Faber.
Astrid Tomte Lysgaard no sabia si le gustaba del todo que la casa se quedase tan silenciosa cuando Lukas se iba a trabajar y los ninos estaban en el parvulario y en el colegio. Ninguna de sus amigas se pasaba el dia en casa, a no ser por el ano obligatorio que seguia a cada nacimiento, pero ella tenia la impresion de que la mayoria envidiaba la tranquilidad que presumian que se instalaba en su casa cada dia, entre las ocho y media de la manana y las cuatro y cuarto de la tarde.
Ella tambien habia sentido eso durante mucho tiempo.
El trabajo diario del hogar raramente llevaba mas de tres horas, por lo general menos. Pese a que ella tambien traia y llevaba a los ninos y era quien se ocupaba de realizar todas las compras, le sobraba mucho tiempo. Leia. Le gustaba salir a pasear. Dos veces por semana, hacia ejercicios en Nautilus en Idrettsveien. Muy de vez en cuando podia sentir un asomo de aburrimiento, pero nunca duraba mucho. Que todo estuviese hecho y la comida estuviera sobre la mesa cuando Lukas llegaba a la casa hacia las tardes mas tranquilas. El estar juntos, mas alegre. La vida en familia era asi mucho mejor. Podian utilizar el tiempo en cuidar de los ninos, en vez de en dedicarse a las tareas hogarenas, y Lukas le demostraba diariamente lo agradecido que estaba porque ella hubiese elegido como lo habia hecho.
Tras la muerte de su suegra, todo habia sido distinto.
Lukas se afligia de una manera que la asustaba.
Parecia tan encerrado en si mismo.
Mecanico.
Decia poco y podia mostrarse hurano, incluso ante los ninos. Normalmente era siempre el quien se sentaba con el mayor a hacer los deberes, pero ahora le era claramente imposible lograr concentrarse en el programa del 2.° grado. En su lugar, habia comenzado a ordenar el garaje, donde queria construir una nueva estanteria a lo largo de la pared mas corta. Debia de congelarse trabajando ahi afuera cada noche, y cuando por fin entraba nuevamente en la casa, se comia un bocadillo en silencio y se acostaba sin tocarla.
La casa estaba demasiado silenciosa y a ella no le gustaba.
Apoyo verticalmente la plancha y fue hacia la ventana para encender la radio. Otro dia deprimente presionaba contra los vidrios mojados. Ya pronto tenia que dejar de llover. Enero era siempre un mes triste, pero este era peor de lo normal. La baja presion le influia de forma claramente fisica: hacia varios dias que le molestaba un leve dolor de cabeza.
Ahora era peor. Le dolia detras de cada sien, e intento masajearlas con dedos suaves. No ayudaba. Iria hasta el bano a buscar un par de Paracets antes de seguir con el planchado.
El botiquin de medicinas, cerrado con llave, estaba vacio de analgesicos. Busco confundida entre venditas de Asterix y Flux, botellas de Pyrisept y Vademecum. Nada contra el dolor, salvo supositorios para ninos.
Era como si el dolor de cabeza se hiciese mas fuerte al no poder dar con las medicinas.
«Las pastillas para la migrana de Lukas», penso.
Eso ayudaria.
El problema era que no estaban alli. Lukas pensaba que la cerradura era demasiado simple y que la potente medicina podia ser peligrosa para una criatura de ocho anos, curiosa y habil con los dedos. En lugar de ponerla alli, guardaba la caja bajo llave en el cajon del enorme escritorio de la habitacion que utilizaban como oficina. Astrid sabia donde estaba la llave; detras de una primera edicion de
Nunca habia abierto el cajon de Lukas y dudo al introducir la llave en la cerradura.
No habia secretos entre ellos.
Quiza debia llamar y preguntarle.
Era su marido, penso vencida, y ella solo queria una pastilla. Lukas no le hubiera prohibido nunca mirar en el cajon. Era algo ajeno a ellos el prohibir alguna cosa al otro.
La cerradura cedio casi sin ruido. Abrio el cajon y vio una fotografia. Una mujer, y la foto debia de ser antigua. Al principio se quedo quieta mirandola, luego la cogio con cuidado y la mantuvo contra la luz mas fuerte de la lampara del escritorio.
Habia algo reconocible en el rostro. Astrid no podia concretar exactamente el que. De algun modo, la forma de la cara y la nariz recta podian recordarle a Lukas, pero eso debia de ser una casualidad. La mujer del retrato tenia ademas la curiosa caracteristica de que uno de los incisivos superiores casi cubria parte del diente vecino, pero muchos tenian ese rasgo. Lili Lindfors, por ejemplo, como solia decirle cuando eran jovencitos y ella estaba prendida de todo lo que tuviera que ver con el.
Pese a que no tenia idea de quien era la mujer de la fotografia, se le ocurrio que habia visto esa foto con anterioridad. No lograba recordar donde. Mientras miraba el retrato, se percato de que el dolor de cabeza se habia ido. Puso rapidamente la foto en su lugar, cerro, echo llave al cajon y coloco la llave en su escondite habitual.
Cuando salio de la oficina de Lukas, cerro la puerta con cuidado tras de si, como si realmente hubiese hecho algo ilegal.
La deprimente pila de delitos sin resolver que habia en la oficina desalentaba a Silje Sorensen. Casi no habia lugar para una taza de cafe sobre el atestado escritorio, pese a que todo estaba ordenado cuidadosamente en carpetas. Se sento en la silla, empujo una pila de recortes de periodico y apoyo la taza antes de comenzar a revisarlo todo.
Tendria que asignar nuevas prioridades.
Los casos se complicaban.
Las acciones y protestas mas o menos legales de la Asociacion de Policias en contra de las malas condiciones laborales, los bajos salarios, la falta de efectivos y los planes de pension amenazados habian endurecido durante los ultimos anos el tono entre la Policia y el Estado. Los agentes ya no estaban dispuestos a trabajar horas extras. Los casos ya no se movian con la misma velocidad. Los mas de once mil miembros de la organizacion comenzaron lentamente a cambiar sus prioridades. Pese a que las cifras no estaban todavia procesadas, ya en enero se veia que el porcentaje de casos resueltos en 2008 habia disminuido radicalmente en relacion con el ano anterior. Los miembros de la Policia insistian sobre sus derechos a tener tiempo libre y se ponian enfermos mas a menudo, de vez en cuando, de manera conspicuamente simultanea, y con preferencia antes de los fines de semana en los que se esperaban esfuerzos extraordinarios por parte de los que debian velar por el cumplimiento de las leyes.
A los criminales se les hacia directamente mas facil.
La gente se sentia cada vez menos segura. La Policia, que siempre habia registrado un nivel alto en el barometro de la confianza, iba camino de perder la simpatia de la poblacion. Los periodicos podian publicar cada vez mas a menudo historias sobre victimas de la violencia que no lograban denunciar sus casos porque las comisarias locales carecian de policias; habia comisarias de distrito que cerraban durante los fines de semana y