era precisamente famosa, si que tenia una posicion tan central en el ambiente del cine noruego que permitia que los periodicos utilizaran la vendedora frase «conocida y premiada» al referirse a la afligida viuda de la victima, quien era bastante fotogenica, incluso en cazadora y con el cabello revuelto a 5.208 metros sobre el nivel del mar, en el campamento Base Norte en Nepal.

Que el asesinato hubiera sucedido en el venerable hotel Continental tambien ayudaba. Dos dias despues del hallazgo del cadaver, el VG empleo toda una pagina para hablar de un hombre llamado Fritjof Hansen, a quien el hotel utilizaba para trabajos menores. Fue el quien hallo el cadaver, y solamente gracias a su ardor entusiasta por la serie de television CSI, mantuvo a todos alejados del lugar hasta que la Policia llego y pudo asegurar la zona. En la fotografia aparecia sentado en una mecedora con una lata de medio litro de cerveza y una bolsita de patatas fritas, y parecia llevar todas las penas del mundo sobre sus hombros.

A veces, Silje Sorensen deseaba que los medios de informacion no existieran. A veces odiaba la libertad de prensa.

Agarro la taza de cafe.

Estaba vacia.

Arrugo la frente y paso la mirada de un nombre a otro. Destapo el rotulador con los dientes, camino hacia delante y escribio «parque Sofienberg» bajo el nombre y la fecha de la muerte de Runar Hansen. Bajo el nombre de Hawre escribio «prostituto», y al final, directamente sobre el retrato de Marianne Kleive bajo el sol brillante de Gaustatoppen, vestida con el sosten de un bikini, vaqueros recortados y grandes botas de montana, escribio «en pareja».

Cuando su trasero encontro nuevamente el escritorio, golpearon a la puerta.

Se quito la tapa del rotulador de la boca y grito:

– ?Entre!

Knut Bork obedecio.

– ?Hola! -dijo agitado-. Pense que podria…

– Estar aqui -dijo Silje Sorensen-. Ponte a mi vera.

El oficial Bork encogio los hombros e hizo lo que ella le indicaba.

– ?Que haces? ?Que es esto?

El senalo el tablero con la cabeza.

– Estos son los tres asesinatos de los que me ocupo por el momento -dijo Silje.

– Tres son demasiados.

– Tenia cuatro. Entregue uno. ?Ves algo destacable en ellos?

– ?Destacable? Para eso tengo que hojear las carpetas y…

– No. Tu conoces los casos, Knut. Pero mira solamente eso que esta ahi colgado.

El arrugo la frente sin decir nada.

– ?Mira lo que he escrito bajo los nombres, vamos!

– Parque Sofienberg -leyo el-. Prostituto. En pareja.

Todavia no veia ninguna conexion entre las palabras.

– ?Por que es famoso el parque Sofienberg? -pregunto ella.

– ?Ah, si! Ese conductor de ambulancia que…

– No. Si, tambien por eso. Pero ?que mas? No estoy pensando en el area del parque que queda al oeste de la iglesia de Sofienberg, sino en la que queda detras. Hacia el este.

– Sexo homosexual -dijo el, enseguida-. Compra y venta e intercambio. No es un lugar al que iria de noche.

– Exactamente -dijo Silje sonriendo levemente-. Ahi fue donde encontraron a Runar Hansen. Lo mataron una noche desapacible y lluviosa de noviembre, en algun momento entre la medianoche y las doce y media. Eso es casi todo lo que hicimos en el caso. Averiguar cuando lo mataron a golpes, digo.

– ?Era marica?

– No tengo idea. Pero una cosa por ahora: quedate con la fama del lugar. ?Ves a lo que me refiero?

Lo miro. Un atisbo de asombro le cubrio los ojos cuando entendio el punto.

– Demonios -dijo el acariciandose la barba rala y rubia-. ?Es raro que LLH no dijera nada!

La Asociacion Nacional de Lesbianas y Homosexuales trataba desde hacia tiempo que el Departamento de Justicia tomase en serio la violencia contra los homosexuales. Silje Sorensen siempre penso que el problema era que los asaltos contra homosexuales pocas veces se diferenciaban de manera significativa de todas las otras agresiones que ocurrian entre borrachos. Contra mujeres. Contra hombres. Contra heterosexuales y contra homosexuales. La gente bebia. Se volvia agresiva. Golpeaba, acuchillaba, violaba y mataba. Por cada victima homosexual, Silje podia contar cien victimas heterosexuales. No lograba entender por que molestaban tanto con la cuestion. Pero esto era llamativo.

– Runar Hansen esta en un parque conocido por la compra, venta e intercambio de sexo homosexual -dijo ella despacio-. Hawre Ghani desaparece con un hombre que es cliente de prostitucion masculina. Marianne Kleive esta casada con una mujer. Todos mueren de manera distinta, en lugares diferentes, y ninguno habia tenido que ver con el otro durante el tiempo que vivieron. Hasta donde sabemos. Pero… -Achico los ojos-. Bajo mi responsabilidad tengo tres investigaciones de asesinato independientes, y las tres tienen, posiblemente, algo que ver con los homosexuales. ?Cuales son las posibilidades de eso?

– Jodidamente altas -dijo Knut, y comenzo a morderse la una de un pulgar-. ?Que cono es esto? Y en serio, Silje, ?por que nadie vio esa posible relacion antes?

Ella no contesto. Se quedaron quietos en silencio mirando el tablero. Mucho tiempo.

– A nadie le preocupa el primer caso -dijo ella de pronto-. Del segundo nadie sabe nada. Es decir, la gente pudo haber leido en los periodicos algo acerca de un cadaver hallado en la bahia, y tambien se ha mencionado que resulto ser un solicitante de asilo. Pero nada mas. En cuanto a Marianne Kleive, el caso. Dudo durante tanto tiempo que el completo la frase: -El caso es tan especial y absurdo que nadie reparo en que se trata de una lesbiana.

Silje camino hasta el tablero. Descolgo las hojas blancas y el recorte del periodico, los arrugo y los arrojo a la papelera. Knut Bork se quedo inmovil con los brazos cruzados sobre el pecho mientras ella rodeaba el escritorio y se sentaba.

– Esto -dijo ella con decision-. Esto queda entre tu y yo. Por ahora. Todo puede ser una coincidencia, y como toda coincidencia puede ser solamente el azar, o ser…

– Algo verdaderamente sospechoso -completo Knut; su pulgar habia comenzado a sangrar.

Por segunda vez en tres semanas, Inger Johanne estaba totalmente sola en casa. Se sentia un tanto asustada. El apartamento parecia siempre tan distinto sin los ruidos habituales de las ninas. Se movia despacio sobre el suelo para evitar hacer ruido ella misma.

– Controlate -murmuro para si, y coloco un CD que Line Skytter habia compilado y grabado para ella como regalo de Navidad.

Kristiane se quedaria con Isak hasta el viernes, y Ragnhild estaba en casa de sus abuelos maternos, como cada miercoles, y se quedaba a dormir alli.

Durante varias horas intento hablar con Yngvar, pero siempre le respondia el contestador. Probablemente estaba en una reunion. Cuando por fin se hizo de noche, inquieta y llena de angustia, concluyo que tenia que hablar con el. No habia lugar para mas dudas, como esa noche, en la que habia cambiado de opinion varias veces. Ahora habia tomado una decision y el haberlo hecho le permitia pensar con un poco mas de claridad sobre todo el asunto.

Si solo hubiese sabido lo que Kristiane habia presenciado.

Algo habia visto, pero ?que? No le parecio aconsejable presionar mas a su hija. Quiza mas tarde, penso mientras caminaba descalza y de puntillas sin saber del todo que ponerse encima.

La musica que Line habia reunido no era precisamente del gusto de Inger Johanne. Fue hacia el aparato y redujo el volumen de Kurt Nilsen en medio del estribillo de una balada.

Debia comer algo, pero no tenia hambre.

La reunion de Yngvar era larga: hacia ya tres horas desde que habia dejado el primer mensaje en el que le pedia que la llamase.

Por supuesto, podia ponerse a trabajar.

Вы читаете Noche cerrada en Bergen
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату