empezar.
Inger Johanne se sorprendio cuando aquella cara gracil y femenina pronuncio la palabrota.
– Puede ser que me equivoque -dijo despacio.
– Si. Pero no vamos a correr el riesgo.
Se pusieron de pie al mismo tiempo, como siguiendo una orden. Inger Johanne recogio su cartera grande, se la echo al hombro, tomo el abrigo y enfilo hacia la puerta.
No habia mencionado su sensacion de que vigilaban a Kristiane. Ahi parada, con la mano de Silje en la suya para despedirse, se le ocurrio que debia de haberlo hecho. Silje Sorensen era una extrana, sin las reacciones reflejas que Isak o Yngvar tenian ante la angustia exagerada de Inger Johanne. Silje misma era una madre, hasta donde podia deducir por las fotos familiares enmarcadas.
Quizas ella la hubiera creido.
Todo podia tener significado en el caso.
– Gracias por haberme querido escuchar -dijo soltando la mano de Silje.
– Somos nosotros quienes debemos darle las gracias -contesto Silje, y sonrio sin alegria-. Y hablaremos otra vez bien pronto.
Cuando dos minutos mas tarde, Inger Johanne se sento en su coche, entendio por que no le habia contado nada de la carpeta desaparecida, del hombre en la cerca y de ese sentimiento indefinible e intimidatorio de que habia alguien alli fuera que no deseaba precisamente el bien para su hija.
Hubiera sido una traicion a Yngvar no hablarlo primero con el.
Ahora, una vez que la Policia de Oslo la tomaba en serio, el escucharia con mas atencion.
Eso esperaba.
Astrid Tomte Lysgaard habria deseado que Lukas hubiese respondido de forma distinta. No dudaba que el decia la verdad, pues se conocian mas que bien. Pero, de todos modos, algo sucedia con el, algo que ella no podia entender. Desde que iban a primer ano de secundaria y eran novios, siempre lo habia admirado. Primero porque era atractivo, bueno en el colegio y amable. Con los anos llegaron las obligaciones economicas, la vida diaria y los tres ninos. Lukas se lo tomaba todo seriamente. Nunca se atrasaban en las cuentas. Habia acudido a todas las reuniones para padres desde que el mayor se iniciara en el parvulario, y se enrolo voluntariamente como representante en la Comision de Padres en cuanto el nino empezo el colegio. Lukas era trabajador y habil con las manos, y habia construido el anexo y el garaje el solo. No se le hubiera ocurrido jamas pagar algo en negro. Criticaba todas las formas de racismo y las habladurias.
Sus amigos podian dejar caer de vez en cuando un comentario sobre que Lukas era aburrido.
No lo conocian como ella.
No era para nada aburrido, pero ahora ella no lo entendia.
El
Simplemente, Lukas nunca hacia algo mal.
No ayudar a la Policia estaba mal.
Se sirvio mas cafe y se sento en el sofa. Sostuvo la taza cerca de su cara y sintio como el vapor humedo se enfriaba al tocar su piel.
Lukas no tenia una hermana. Por supuesto que no. Si Eva Karin hubiese tenido una hija en su vida anterior, con o sin Erik como padre, la hubiese aceptado. Si la criatura hubiese sido dada en adopcion, ella se lo hubiera dicho a los que le eran mas cercanos. Era cierto que, en determinadas circunstancias, Eva Karin podia parecer distante, casi encerrada en si misma. Pero Astrid siempre habia atribuido esa fugaz ausencia de animo al hecho de que la pastora conocia los secretos de muchos otros. Eva Karin infundia confianza. Era discreta, tambien en el pulpito, con un discurso sobrio y musical que invitaba de por si a la confidencia. Y Astrid no habia experimentado nunca, ni siquiera una sola vez en todos estos anos, que Eva Karin se expresase sin control.
Por otro lado, en lo que le atania a si misma, Eva Karin era generosa.
Hablaba abiertamente sobre los errores que habia cometido y las locuras que habia desechado. Tenia un respeto enorme por la vida, como por las vueltas que esta podia dar y lo dificil que podia ser para algunos. Su ardiente fe en Jesus bordeaba el fanatismo, pero nunca se pasaba de la raya. Cuando unos anos atras utilizo una pequena fortuna para comprar un extrano cuadro del Mesias que hoy colgaba en la pared de la sala de Nubbebakken, le lloraron los ojos de alegria. Era un bosquejo para el altar de una iglesia en algun lugar de 0stlandet, pero Eva Karin habia dicho que era solamente en ese borrador en el que el artista le habia dado ojos de azul hielo al Salvador. En un par de ocasiones, Astrid recordaba haber encontrado a su suegra conversando con la rubia figura del Jesus de cabellos cortos y revueltos. Eva Karin habia sonreido con entusiasmo y se habia reido un poco de si misma, antes de cambiar de tema con un comentario liviano sobre el tiempo.
Hasta donde Astrid podia entender, en la realidad Jesus debio de haber tenido cabellos largos y negros, ademas de ojos marrones.
«Jesus es perdon», solia decir su suegra.
«Jesus considera que toda la vida es sagrada.»
Ocultar un hijo hubiese sido deshonrar la vida.
Astrid dejo bruscamente la taza.
Si hablaban de una hija dada en adopcion, ella debia de haber tenido un retrato de la nina cuando era bebe.
Lukas no era el mismo. Normalmente era el quien ponia las cosas en orden cuando el mundo se complicaba y todo se volvia un poco demasiado dificil. Ahora era su turno. Ella debia hacer lo correcto por el.
Llevo la taza a la cocina y la coloco en el lavaplatos.
Si esperaba, quiza se arrepentiria. Cuando cogio el telefono, se percato de que ya entonces temblaba. El numero de Stubo figuraba todavia como el primero en el registro de llamadas recibidas.
– Hola -dijo en voz baja cuando el respondio la llamada enseguida-. Soy Astrid, la mujer de Lukas. Creo que debe usted venir de inmediato.
– ?Debiste decirmelo enseguida!
Rolf no estaba furioso, pero si excepcionalmente enfadado. Marcus podia oir de fondo el ganido dolorido de un perro y una voz de mujer que intentaba mantener al animal en calma.
– Lo olvide -dijo Marcus debilmente-. Ibamos a salir a comer y, simplemente, lo olvide.
– Cuando la Policia me pide que los llame acerca de un caso importante hace ya casi una semana… Esto me pone en la jodida situacion… Puede parecer que no quiero devolverles la llamada.
– Lo entiendo, Rolf. Como te dije, lo siento.
– Simplemente no es suficiente. ?Que es lo que te pasa?
La voz de Rolf tenia un tono agresivo que Marcus no habia oido nunca antes. Tomo aliento con fuerza y estaba a punto de insistir con otra parrafada de disculpas cuando Rolf se le adelanto:
– Estas ausente, murmurador, irritable. Te olvidas de las cosas mas sencillas. Ayer ni siquiera le habias preparado a Marcus la comida para el colegio, cuando te tocaba a ti. Lo descubri de pura casualidad y logre prepararle algo a toda velocidad.
– No puedo hacer otra cosa que lamentarlo. Hay… mucho que hacer. Ya sabes, la crisis financiera y…
Marcus escucho pasos rapidos al otro lado.
– Espera -gruno Rolf-. Tendre que ir yo mismo.
Rasgunos. El golpe de una puerta. Marcus cerro los ojos e intento respirar tranquilo.
– No hace ni tres semanas que te felicitabas por tu suerte durante toda la crisis financiera -dijo Rolf finalmente, en el mismo tono sibilante-. ?Dijiste que eras el unico que conocias que habia dejado la crisis atras! ?Dijiste que la empresa bien podia izar un
– Pero tu sabes que…
– ?Yo no se nada, Marcus! No tengo idea de por que te quedas despierto de noche. No tengo idea de por que te has vuelto tan impaciente. No solo conmigo, sino tambien con Marcus y con tu madre y…
– ?Ya te he dicho que lo siento!
Ahora tambien Marcus elevo la voz. Se puso de pie y fue hacia la ventana. El sol anaranjado oscuro estaba bajo en el cielo. El trafico de las embarcaciones habia dejado marcas en una y otra direccion sobre el hielo del