Ella sonrio y fue hasta una estanteria vecina a la ventana que daba al jardin. Cuando regreso, dudo por un momento antes de sentarse a su lado en el sofa amplio y profundo. Yngvar ya estaba por la mitad de un bollito.
– Buenisimos -dijo con la boca llena de comida-. ?Que les pone dentro?
– Mermelada comun y corriente -dijo ella-. De fresa. Mire.
Le mostro una fotografia. Confundido, el dejo el resto del bollo en el platillo y se limpio los dedos en el pantalon antes de tomar el retrato y apoyarlo con cuidado sobre la rodilla derecha.
La fotografia era de papel grueso y sepia, y habia sido tomada desde bastante cerca.
– Espero estar haciendo lo correcto -dijo ella con voz casi inaudible.
– Lo esta haciendo.
El examino la foto con cuidado. Si bien no podia tildarsela precisamente de bella, habia algo simpatico en aquel rostro joven. Los ojos eran grandes y el hubiese apostado a que eran azules. Tenia una linda sonrisa, con indicios de hoyuelos en una de las mejillas. Uno de los incisivos frontales ocultaba al vecino y, por un momento, el arrugo la frente, profundamente concentrado.
– Es casi como si la hubiese visto antes -murmuro.
Astrid no contesto. En lugar de hacerlo lo miro, con la boca entreabierta y sin respirar, como tomando impulso para decir algo que se resistia a pronunciar.
El se le adelanto.
– Se parece a Lukas, ?verdad?
Ella asintio.
– Lukas cree que es su hermana -dijo-. Por eso no deseaba mostrarle esta foto. Queria encontrarla por sus propios medios y evitar que se hiciera publica cualquier cosa en torno a este asunto. Piensa que la familia ya ha tenido suficiente y que esto no deberia salir a la luz. En lo primero que piensa es en su padre. Pero tambien en la reputacion de su madre. Y en si mismo, creo.
– Una hermana -dijo Yngvar, pensativo-. Una hermana desconocida podria tener cabida en esta historia, pero ella es…
– No es posible -interrumpio Astrid, que se enderezo.
Estaba sentada a su lado como una reina: de costado en el sofa, relajada y sin apoyar la espalda, con las piernas juntas.
– Eva Karin no habria mantenido jamas en secreto una hermana de Lukas.
– Eso creo -dijo Yngvar sin quitar la mirada del retrato-. Porque esta mujer es demasiado mayor hoy, si vive, como para ser la hermana de Lukas.
– ?Demasiado mayor? ?Como lo sabe? La fotografia no tiene fecha, y…
Esta vez fue Yngvar el que interrumpio.
– De hecho, hemos considerado que habia un hijo o una hija. Esa historia de que encontro a Jesus cuando tenia dieciseis anos fue claramente muy importante en la vida de Eva Karin. Puede pensarse que en ese momento estaba embarazada y que fue salvada, en ese sentido. Lo comun en ese entonces era dar en adopcion los hijos de las jovenes madres solteras. Pero… -Hizo una mueca y sacudio lentamente la cabeza-. Me he hecho una idea bastante buena de la obispo en estas semanas. Y tengo que estar de acuerdo con usted. Si existe un hijo o una hija de esa epoca, ella probablemente se lo hubiese dicho a Lukas. En todo caso cuando crecio. Hoy nadie la condenaria. Muy al contrario, una historia asi apuntalaria todo lo que ella dice…, todo lo que dijo en referencia a la cuestion del aborto.
Astrid tomo el retrato y lo alzo con cuidado.
– El parecido puede ser puramente casual -dijo-. Siempre pense que Lukas se parecia a Lili Lindfors, y en todo caso ellos no estan emparentados.
– ?Lili Lindfors?
Yngvar sonrio con amplitud mientras examinaba el retrato una vez mas.
– Ella tambien se le parece -dijo sorprendido-. ?Y ahora que lo dice, Lukas no esta tan lejos de parecersele, tampoco! Una version masculina de Lili Lindfors, con el cabello oscuro.
– Y usted se parece a Brian Dennehy -sonrio Astrid-. El actor norteamericano. Aunque seguramente no es su hermano.
– No es usted la primera persona que lo dice -rio Yngvar, y se enderezo con energia-. Pero el es un poco mas gordo que yo, ?no cree?
Ella no contesto. El tomo otro bollo.
– ?Como puede saber que ella es demasiado mayor? -pregunto ella.
– Una mujer nacida en 1962 o 1963 tendria hoy en dia… -calculo rapido- alrededor de cuarenta y seis. Cuarenta y seis anos. ?Que edad cree usted que tenia cuando tomaron esta foto?
Una inclinacion de cabeza hacia el retrato hizo que Astrid lo sostuviera de nuevo ante si.
– No estoy segura -dudo-. ?Veintitres? ?Veinticinco?
– Probablemente menos. Quiza solo dieciocho. En esa epoca parecian mayores en los retratos hechos en las tiendas de fotografia. Tiene que ver con la ropa, el peinado y esas cosas. Yo naci en 1956 y me animaria a jurar que esta mujer del retrato es mayor que yo.
– Pero ?como…? Usted no puede…
– Para comenzar, tiene usted la calidad del papel -dijo el, y sujeto el retrato cuidadosamente por uno de los bordes-. En caso de que esta mujer hubiese nacido en efecto a principios de los sesenta, el retrato debio de tomarse… -Otra vez calculo rapidamente-. Cerca de 1980. ?Cree que esta foto parece, de algun modo, haber sido tomada tan tarde?
Astrid sacudio levemente la cabeza.
– Yo tampoco lo creo -dijo Yngvar-. Me parece que es de alrededor del comienzo de los anos sesenta. Quiza de 1965, pero como mucho. ?Mire la ropa! ?Fijese en el peinado!
– Yo naci en 1980 -dijo ella despacio-. No se gran cosa acerca de la moda en los sesenta. Pero eso quiere decir que esta mujer…, esta senora…, ?tiene la misma edad que Eva Karin!
– Si -dijo Yngvar, y se contuvo de tomar otro bollo-. Y entonces…
Dejo el retrato nuevamente sobre la rodilla. Se inclino sobre el y analizo cada trazo. La nariz fina y recta. La frente, que era amplia y sin una sola arruga. Los pomulos eran lisos y el cabello parecia como pintado sobre el craneo, en bellas ondas y con rizos en las sienes.
– ?Puede haber habido una hermana? -murmuro enderezandose finalmente-. No se parece a Eva Karin, pero puede explicar de alguna manera el parecido con Lukas. De vez en cuando estos genes nuestros toman atajos notables, y…
Astrid lo miro, asustada.
– ?Hermana? Eva Karin tiene dos hermanos, ambos menores que ella. Einar Olav, que debe andar por los cincuenta y cinco, y Anne Turid, que cumplio cincuenta el ano pasado. No. El ano antes. ?Y esta no es ella!
Hubo ruidos en la entrada. Voces de ninos. Alguien se rio y la puerta de calle se cerro de golpe.
Astrid coloco rapidamente el retrato dentro del sobre del que lo habia sacado. Dudo solo un momento antes de entregarselo a Yngvar.
– En silencio, ninos.
No quito su mirada de la de el.
– Papa y William duermen. En silencio, ?de acuerdo?
Yngvar se puso de pie. Camino hacia la puerta y los dos ninos casi lo atropellaron cuando entraron corriendo. Lo miraron con curiosidad.
– ?Quien eres? -pregunto la menor.
– Soy Yngvar. Y tu eres Andrea, la nueva Picasso.
La nina rio.
– No, yo dibujo las orejas y los pies ahi donde deben ir.
– Eso esta bien -dijo Yngvar, que le revolvio el cabello-. Siempre es bueno tener esas cosas en el lugar que corresponde.
– Gracias por haber venido -dijo Astrid.
Se apoyo contra el marco de la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho. Parecia aliviada, de alguna manera. La sonrisa ya no era tan medida como cuando el habia llegado, y rio un poco cuando el nino de ocho