fiordo. La nieve cubria el agua negra de la bahia. El ferry de Nesodden atracaba en ese momento en el muelle y un grupo de personas surgio tiritando en la tarde gelida y bella.
– Esto no funciona -dijo Rolf con resignacion-. Estas en el trabajo casi todo el tiempo. Asi, es imposible que…
Tenia razon.
Marcus se habia sentido siempre orgulloso de respetar, por lo general, las horas normales de trabajo. Su filosofia era que si uno no lograba completar sus tareas entre las ocho y las cuatro, era porque habia algo que no andaba bien, no era efectivo trabajando. Eso implicaba que a veces tenian que realizar grandes esfuerzos, tanto el como los otros. Como nada era tan importante como la familia, intentaba estar igualmente en casa en horario normal todos los dias y tomarse libres los fines de semana.
Ahora se quedaba trabajando cada vez mas a menudo hasta despues de la cena y durante las noches. Sin que hiciera mucho. La oficina de Aker Brygge se habia convertido en un refugio. Una proteccion contra las miradas inquisitivas y las acusaciones de Rolf. Cuando todos se habian ido y quedaba solo el, se sentaba en el comodo sillon al lado de la ventana y veia como la noche envolvia la ciudad. Escuchaba musica. Leia poco, lo intentaba, pero le costaba concentrarse.
– ?Joder! -continuo Rolf con abatimiento-. ?No eres un avaricioso, Marcus! ?Siempre has dicho que el dinero esta alli para que lo utilicemos, y no al reves! Si la empresa te devora, podemos vender toda esa mierda y vivir mas simplemente de lo que lo hacemos.
– Es 15 de enero -protesto Marcus debilmente-. Dos semanas de estres en el trabajo no es tanto, me parece, para que saques conclusiones drasticas. Tambien pienso, para serte bien franco, que eres extremadamente injusto. Yo no cuento cuantas noches o fines de semana tienes que salir de improviso para entablillar las patas de un animal o recibir los cachorros de una perra que ya esta tan vieja que no puede parir sola.
El otro extremo se quedo en silencio.
– Eso es completamente distinto -dijo Rolf-. Se trata de seres vivos, Marcus, y yo siento mi oficio. Siempre dije que los animales significan algo para mi. Tu mantienes siempre que el dinero no representa nada para ti. Por otro lado, siempre hablamos de que, justamente porque de vez en cuando tengo que salir, tu te quedarias en casa para estar con Marcus. Hemos… En esto estamos de acuerdo, Marcus. Pero, sinceramente, creo que no vamos mucho mas alla. Por lo menos no por telefono.
El tono frio de su voz lo asusto.
– Llegare temprano a casa esta noche -dijo el rapidamente-. ?Has logrado arreglar lo de la Policia?
– Por lo visto. Van a mandar a un policia a por las colillas, esta noche. Ya les mande por correo las fotografias de las huellas. No es que piense que les sera de ayuda, pero igualmente… Nos vemos.
Ni siquiera dijo hasta luego.
Marcus miro fijamente el telefono mudo, antes de caminar despacio hasta el sillon y sentarse. Estuvo sentado hasta que el cielo se hizo negro y las luces de la ciudad se encendieron, una tras otra, convirtiendo el paisaje de fuera de la ventana en una estampa tan bella como una postal de la gran ciudad durante la noche.
Lo peor era que Rolf lo habia llamado avaricioso.
«Si solo estuviera al corriente», penso Marcus, y no supo como juntaria fuerzas para levantarse.
– ?Sabe que es? -pregunto el abogado Faber a sus secretaria, realmente sin necesidad.
El lacre estaba intacto.
– Por supuesto que no -dijo ella mansamente-. Usted dijo que debia dejarlo ahi hasta que usted lo abriese. Pero… ?no seria propiamente violacion de correspondencia? La direccion de destino esta claramente escrita en el sobre, y aunque este muerto, es…
– «Violacion de correspondencia» -murmuro Kristian Faber despectivamente mientras buscaba un abrecartas en el desorden del escritorio-. ?No es violacion de correspondencia abrir un sobre que encontre en mi propia oficina, que me costo tan cara! ?Como logro abrir el cajon, ya que estamos?
– Aqui -dijo ella alcanzandole un cuchillo largo y afilado-. Use la astucia femenina.
El hombre abrio el sobre. Introdujo dos dedos en el y saco un documento. Tenia solo dos hojas, y al principio de la primera pagina estaba escrito «testamento», en letras grandes.
– Esto es un testamento -dijo el, decepcionado, sin necesidad.
La secretaria estaba de pie a su lado y vio exactamente lo mismo que el. El hombre se alejo de ella con irritacion, y enseguida le pidio una taza de te. Ella asintio severa y salio a la antesala.
A Kristen Faber, el nombre del redactor del testamento le sonaba conocido, a pesar de que no lograba ubicarlo. Niclas Winter era unico heredero. Una lectura rapida indicaba una vasta herencia, aunque frases como «todo el portafolio» o «todos los edificios» no decian mucho.
El documento satisfacia todos los requerimientos de forma. Estaba paginado y firmado por el redactor y dos testigos que, segun el contenido, no eran beneficiarios. Cuando el abogado vio la fecha original del testamento, arrugo por un momento la frente antes de escribir una pequena nota en un papelito.
La secretaria volvia con una taza. «Enojoso», penso el abogado Faber; la taza debia de estar ya preparada cuando pregunto. Guardo rapidamente el testamento en su sobre y lo sello con una ancha cinta adhesiva. Pego al papelito escrito en la cara del sobre.
– Guarde esto en la caja fuerte -dijo-. He de verificar lo que haremos con ello. Niclas Winter esta muerto, pero puede que tenga herederos.
– No -dijo la secretaria-. En el periodico dicen que no tiene ningun heredero. Hasta donde yo entiendo, el Estado es quien heredara todo lo que deja.
– Bueno -dijo Kristen Faber, encogiendose de hombros-. Entonces no es tan peligroso. El Estado ya saca lo suficiente de casi toda la gente. Pero en todo caso creo que este documento tiene que llevarse al juzgado de sucesiones. Lo investigare manana.
– Manana tiene que ir a la corte con un nuevo caso -le recordo ella-. Quiza yo podria…
– Si -dijo el, cortante-. Hagalo. Llame al juzgado de sucesiones y pregunteles que debemos hacer.
– Por supuesto -dijo ella con una sonrisa-. Hare eso manana por la manana. ?Estaba bien el te?
Su jefe ni siquiera le contesto.
– Mil gracias por haberse molestado en venir hasta aqui otra vez -dijo en voz baja, y sonrio suavemente al robusto policia-. Mande a los dos ninos mayores a la casa del vecino, y William esta a punto de irse a dormir. Lukas, el pobre, ha dormido durante todo el dia.
Yngvar Stubo se quito los zapatos y le entrego el abrigo antes de entrar en el salon agradable y luminoso. Aqui y alla habia juguetes, libros infantiles y cosas asi, y sobre el respaldo de una silla del comedor colgaba un jersey, secandose. De todas maneras, el salon daba una impresion de orden. «Placentero», penso Yngvar, y cayo en la cuenta del enorme dibujo infantil que colgaba enmarcado sobre un sofa beis lleno de almohadones de colores.
– ?Quien es el artista? -sonrio indicando el cuadro con la cabeza.
– La del medio -dijo ella-. Andrea.
– ?Que edad tiene?
– Seis.
– ?Seis? ?Caramba, tiene talento!
Astrid levanto una mano hacia el sofa.
– Sientese, por favor. ?Un cafe?
– No, gracias. No tan tarde.
Ella miro de reojo el reloj de pared sobre la mesa de la cocina. Eran las siete pasadas.
– ?Agua? ?Alguna otra cosa?
– No, gracias.
El retiro un par de almohadones antes de sentarse. Olia a bollitos y levemente a limon, y en el hogar la lena reseca ardia con viveza. Habia algo particular en aquella casa. La atmosfera era de alguna manera mas calma de lo que el estaba acostumbrado a ver en familias con ninos pequenos; a pesar del limitado desorden, todo parecia bien arreglado. Levanto la vista cuando ella, a pesar de su negativa, le puso enfrente una taza de cafe, una jarrita con leche y una bandeja con panecillos.
– Esto no me sucede a menudo -dijo el cogiendo un panecillo.