movil.

– Es de lejos lo ultimo en que deberia confiar -dijo Inger Johanne, y se sento en la silla de las visitas-. ?Tienen idea de quien filtra la informacion?

– No. El que la prensa sepa mucho siempre fue un problema para nosotros, pero este es el peor ejemplo que puedo recordar. De vez en cuando me pregunto si no es que los periodistas simplemente extorsionan. Que tienen algo sobre alguno de los nuestros, quiero decir.

Sonrio con brusquedad y coloco una botella de agua mineral y un vaso frente a Inger Johanne.

– Usted suele tener sed -dijo-. Y ademas me ha picado la curiosidad. Yngvar dijo que el caso de Bergen posiblemente tome una direccion totalmente nueva.

– Bueno, yo no…

El telefono sono.

Silje dudo un momento antes de hacer un gesto de disculpa con la mano, levanto el aparato y se lo llevo al oido.

– Sorensen -dijo rapida.

Quien fuera tenia mucho que contar. Inger Johanne comenzo a sentirse incomoda. La subinspectora hablaba muy poco, y de vez en cuando le arrojaba una mirada neutral, casi distraida. Finalmente Inger Johanne decidio salir al pasillo. La incomodidad de tener que asistir a una conversacion de la que no se esperaba que fuese parte la hacia sudar. Estaba a punto de ponerse de pie cuando Silje Sorensen sacudio la cabeza con vehemencia y levanto una mano.

– ?Viene hacia aqui con eso, la mujer? -pregunto Silje-. ?Ahora?

Otra vez quedo en silencio.

– De acuerdo -dijo Silje Sorensen-. Enseguida, por favor. Me quedare en la oficina hasta que llegues.

Colgo. Una arruga de asombro aparecio sobre la nariz estrecha y recta. Corria oblicua a la ceja izquierda.

– Un testamento -dijo pensativa.

– ?Que?

– Una mujer, que al parecer es secretaria de un bufete de abogados aqui en la ciudad, llamo al telefono de informaciones contando que tiene un testamento que beneficia a Niclas Winter y que podria tener significado para la investigacion de su muerte.

– Si… Si, ?y entonces?

– Por suerte atraparon la informacion a tiempo, y uno de mis muchachos encontro a la mujer. Esta de camino, con el testamento.

– Pero ?que habria de…? Si la teoria de The 25'ers es cierta, ?que tendria que ver un testamento con el caso?

Silje se encogio de hombros.

– Ni idea. Pero esta en camino, o sea, que lo miraremos. ?Que iba a decir? Yngvar me desperto una gran curiosidad, tengo que admitirlo.

Inger Johanne abrio la botella y escancio agua en el vaso. El acido carbonico le burbujeo en los labios al beber.

– Eva Karin Lysgaard no solo sentia simpatia por los homosexuales -dijo finalmente dejando el vaso-. A juzgar por todo lo que sabemos, era lesbiana. Visto asi, esto refuerza la teoria de The 25'ers.

Por la expresion de la cara de Silje Sorensen, bien podria haber dicho que Jesus habia regresado al mundo y se habia acostado en la cama de Kristiane.

Marcus Koll se sento confundido sobre la cama y murmuro algo que ni Rolf ni su hijo comprendieron.

– Dormilon -bromeo Rolf, apoyando sobre la mesa de noche la bandeja con cafe, zumo y dos rebanadas de pan blanco tostado con jamon y queso-. ?Es mas de la una!

– ?Por que me habeis dejado dormir hasta tan tarde?

Marcus eludio los abrazos, estaba sudado e intentaba deshacerse del regusto amargo del sueno.

– Tenia la impresion de que no habias pegado un ojo en toda la noche -dijo Rolf-. Cuando por fin te dormiste, no tuve corazon para despertarte.

– Hicimos volar el helicoptero -dijo Marcus, ansioso-. ?Es buenisimo!

– Con este frio -gimio Marcus-. Las instrucciones dicen que debe usarse con temperaturas por encima de cero grados. El aceite se congela.

– No podiamos esperar hasta la primavera -sonrio Rolf-. Y anduvo de maravillas. Lo tenia todo bajo control, Marcus.

– Y yo -dijo el muchacho-. ?Logre hacerlo volar completamente solo!

– Por lo menos mientras esta en el aire -agrego Rolf-. Aqui estan los periodicos del dia. ?Un asunto feo, el de esa banda de asesinos! Tambien hicimos las compras. Buena comida para esta noche. ?Recuerdas que tenemos visitas?

Marcus no recordaba nada acerca de una visita.

Cogio el VG. La primera plana lo hizo soltar un sollozo.

– ?Estas enfermo, papa? ?Por eso duermes tanto?

– No, no. Un poco resfriado, solamente. Muchas gracias por el desayuno. ?Puedo disfrutarlo y leer un poco los periodicos? Luego bajare.

No miro ni una vez a Rolf.

– Bien -dijo el muchacho, y se marcho.

– ?Va todo bien? -pregunto Rolf-. ?Deseas alguna otra cosa?

– Todo esta bien. Muy amable, esto. Bajo dentro de media hora, ?vale?

Rolf dudo. Lo escudrinaba. Marcus forzo una expresion de felicidad y se lamio el dedo indicando la intencion de seguir hojeando.

– Disfrutalo -dijo Rolf, que salio tras el muchacho.

No parecia que realmente lo deseara.

– Mi intencion era en realidad hablar solo con usted -dijo Yngvar Stubo, y miro alternadamente de Erik a Lukas-. Para serle sincero, me sentiria mucho mas comodo de ese modo.

– Para serle sincero -respondio Erik-, lo importante ahora no es si usted se siente comodo o no.

– ?Caramba! -murmuro Yngvar.

Era evidente que Erik se habia espabilado. La indolencia de la ultima entrevista habia bordeado la apatia. Sin embargo ahora, el enjuto viudo tenia unos modales agresivos, casi hostiles. Yngvar dudo; se habia preparado para hablar con un hombre con un animo del todo distinto al que Erik evidentemente tenia ahora.

– Me molesta bastante -dijo Erik- que usted aparezca constantemente por aqui sin tener nada que ofrecer. Hasta donde entiendo, por Lukas, han hecho un avance en la investigacion. Uno creeria que usted debe tener mejores cosas que hacer que venir aqui. Si me va a seguir importunando con el paseo de mi esposa, entonces…

Fue como si, de pronto, hubiese utilizado toda su energia. Se encogio, los hombros se hundieron e inclino la cabeza hacia el pecho, plano y pobre.

– No dire nada, ya se lo dije. No lo hare.

– No sera preciso -dijo Yngvar con calma-. Se adonde iba Eva Karin.

Erik levanto la cabeza lentamente. Los ojos habian perdido su color. El blanco se habia azulado y era como si todas las lagrimas hubiesen blanqueado el azul de los iris. Yngvar no habia visto nunca una mirada tan vacia. No tenia idea de lo que debia decir.

– Lukas -dijo Erik, completamente sereno-. Ahora quiero que te vayas.

Por fin el tiempo podia seguir avanzando, penso Martine Br?kke, y encendio un fosforo.

El retrato de Eva Karin, que solia estar sobre la mesilla de noche, ahi donde nadie entraba, lo habia trasladado a la sala. Era el consejo del policia. Le habia preguntado, al final, si no tenia uno. Ella lo habia buscado

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