– Los Frazer, el padre y la hija, volvieron de cenar en York a eso de las diez y media, y se fueron los dos a dormir.
– Y Hannah y yo -prosiguio Kincaid- dimos un paseo por este jardin a eso de las once…
– Despues de lo cual, cada uno volvio a su habitacion solo -concluyo Raskin, y estiro los dedos hasta que los nudillos crujieron.
– Todo inutil -dijo Kincaid, disgustado-. Cualquiera podria estar mintiendo y no podemos comprobarlo. Para empezar, no creo que Angela Frazer tenga ni idea de si su padre estaba o no en su habitacion. Discutieron mucho de camino a casa y se encerro en el cuarto de bano. Se acosto en el suelo.
Raskin sonrio.
– Su tecnica de interrogatorio debe de ser mucho mejor que la de mi jefe, que no le saco mas que sies y noes antipaticos.
– No me sorprende, Peter -dijo Kincaid, y tanteo el terreno-. He pasado a ver a la madre de Sebastian -Raskin se limito a levantar una ceja-. Eche un vistazo a su cuarto. Tenia un archivo sobre los propietarios de la casa, algunos potencialmente perjudiciales.
Ahora Raskin arqueo las dos cejas.
– Nash se lo va a comer vivo. Cuando ha llegado el informe del laboratorio, ha mandado a un equipo a la casa… le va a dar un ataque cuando se entere de que usted ha estado antes.
Kincaid esbozo una sonrisita culpable.
– No fue premeditado. Ya me he arrepentido y he movido algunos hilos para que le bajen un poco los humos. Pero mas me vale apartarme del camino mientras doy tiempo a que las cosas se arreglen desde arriba. Si Nash me echa y luego tiene que retractarse, sera todavia mas intratable.
Rasking lo miro, caviloso:
– ?Scotland Yard nos va a «ayudar» en nuestra investigacion?
– Puede. Todo de forma muy correcta y diplomatica, por supuesto.
– Por supuesto -convino Raskin, y se sonrieron, con entendimiento-. De acuerdo, ?me puede decir que porqueria habia desenterrado el curioso del senor Wade?
Kincaid extendio las piernas y se observo los pies, meditabundo.
– Habia informes de muchos propietarios de otras semanas, pero creo que sera mas practico concentrarse en los que estan aqui ahora. No se como, Sebastian oyo un rumor que circulaba por Dedham segun el cual Emma y Penny MacKenzie ayudaron a su querido padre a llegar al fin mas rapidamente de lo que la naturaleza pretendia. -Raskin parecio sorprendido, pero no interrumpio-. Era diabetico, y ellas mismas le administraban la insulina… Pudieron aumentar la dosis un poco.
– Es posible. Cosas mas improbables he oido. ?El siguiente?
– Graham Frazer. Por lo visto, ha tenido un asunto muy torrido con Cassie Whitlake, una situacion que no parece muy grave para ninguno, pero Frazer esta metido en una ardua pelea por la custodia de Angela, y cualquier mala conducta podria ser usada en su contra. Al menos, asi lo creia Sebastian. Era muy preciso.
»Tambien advirtio un desacuerdo creciente en el matrimonio Rennie. Y eso es todo… aparte de una nota sobre una condena por drogas contra Maureen Hunsinger.
Raskin solto una risotada.
– ?Nuestra Senora de la Naturaleza? Pensaba que nada que no fuera natural habia pasado por sus labios.
Kincaid sonrio al ver su reaccion.
– En realidad, no es tan raro. El movimiento por la comida natural viene de la cultura hippie de los sesenta y setenta, y esa condena era de hace veinte anos. No se me ocurre como pudo descubrirla Sebastian.
– ?Y los demas? -pregunto Raskin.
– Es la primera vez que vienen Hannah Alcock y los Lyle. Tal vez no haya encontrado nada.
– Pero pasa lo mismo con las MacKenzie -le recordo Rasion.
– Eso hay que tenerlo en cuenta -dijo Kincaid, frunciendo la frente-. ?Como se enteraria de esa historia?
– ?Nada sobre su primo? -la ceja de Raskin se alzo maliciosamente.
– No, por suerte -dijo Kincaid, aliviado-. Jack esta limpio como una moneda recien acunada. Eso me habria puesto en un apuro.
– ?Y quien segun usted seria la victima del chantaje? -pregunto Raskin deliberadamente.
Kincaid no contesto enseguida. Miro la masa silenciosa de la casa, y cuando hablo fue casi inaudible:
– Es muy raro. No creo que Sebastian estuviera chantajeando a nadie. Al menos por dinero. Parece como si guardara una ficha de casi todos los propietarios. La mayor parte son cosas inocuas… casi como estudios de personajes. Tal vez solo buscara ejercer un poder emocional. -Kincaid se froto la cara con las manos-. No se… Me guio por una mera sensacion. No lo veo como un extorsionador.
– Me imagino lo que diria mi jefe. No se fia mucho de las sensaciones, a no ser que sea sed de cerveza.
– Me lo imagino. -Kincaid solto una carcajada, aliviado por el sentido del humor de Raskin-. A proposito de su jefe, creo que me voy a esfumar esta tarde, hasta que el mio tenga ocasion de lanzar algunas piedras al estanque. De no ser asi, Nash se va a pelear conmigo. Me ire a hacer un poco de excursionismo. Al fin y al cabo -anadio, tristemente-, se supone que estoy de vacaciones.
Al ver a Emma MacKenzie en el banco que daba encima de la cancha de tenis, Kincaid se desvio de su recorrido hacia la parte trasera del jardin. La mujer estaba observando con mucha atencion las copas de los arboles a traves de sus binoculos y no se distrajo ni siquiera cuando Kincaid se sento a su lado. El aguardo en silencio, siguiendo su mirada, y al cabo de un rato vio una mancha roja.
– Que mala suerte, lo he perdido -dijo Emma, bajando los binoculos.
– ?Que era?
– Un macho de camachuelo comun. Comun, pero se ve poco. Son muy timidos.
– Nunca he observado pajaros -advirtio Kincaid-. Debe de ser interesante.
Emma lo miro con lastima, como si fuera una perdida de tiempo explicar la pasion de toda una vida a alguien que pudiera hacer un comentario tan simplista.
– Buf. -Aparto la vista de el y volvio a perderla entre los arboles-. Es un arte. Deberia probar. -Le paso los binoculos-. Cojalos. Me voy a casa a pasar la tarde, es el peor momento del dia.
– Gracias. -Kincaid cogio los binoculos y se paso la correa con cuidado por encima de la cabeza.
– Gracias. Quiero subir a Sutton Bank. -Vacilo por un momento, y luego anadio con toda la naturalidad que pudo-. Senorita MacKenzie, ?hablaba usted mucho con Sebastian?
Emma estaba recogiendo sus cosas para levantarse y se detuvo, luego se acomodo mejor en el banco.
– Parecia un chico listo, pero dificil. Se tomaba a veces las cosas como desaires, creo, a pesar de su parloteo vivaz y malicioso. -Guardo silencio, pensativa-. Sabia ser amable. Era bueno con Angela Frazer. Creo que se identificaba con ella porque la veia como una especie de marginada, siempre a la sombra de su padre. Y despreciaba a Graham Frazer. No se por que. Tambien era bueno con los ninos, se inventaba actividades para ellos, cosas que los divertian. Parecia pasarlo bien con ellos.
– Bueno con los ninos y con los animales -murmuro Kincaid, mas para si que para Emma. Ella tenso la columna e inspiro con fuerza. Kincaid noto que se ponia a la defensiva y se enfado consigo mismo por su falta de tacto. Se apresuro a anadir-. No, no, no la estoy ridiculizando. A mi tambien me cayo bien, aunque lo conoci poco, y casi a mi pesar. -Sonrio abiertamente-. Es usted muy observadora.
Emma habia vuelto a relajarse, pero la situacion ya no era fluida. Insistir significaria activar su conciencia, que censuraria cualquier tendencia a los vanos cotilleos.
– ?Que tengo que buscar? -le pregunto entonces, senalando los binoculos.
– Supongo que no distingue un petirrojo de una urraca. Mas le vale coger esto -y le tendio una pequena guia muy gastada-, asi tiene un punto de referencia. Y observe. Observar pajaros no es muy diferente que observar a personas. Claro -insistio, al ver la mirada sorprendida de el-, usted es un experto. En parte por experiencia y en parte por talento natural, imagino. Inspira usted confianza a los demas, con ese aire de prestar atencion sincera a sus palabras, un halago bien acogido. Mejor que me vaya antes de decir algo impropio.
Y con aquello, se levanto del banco con esfuerzo y se encamino hacia la casa sin volver la vista atras.