Su guion, interpretado tantas veces, no habia contado nunca con la atraccion sexual, asi que cuando el torbellino de sentimientos la atrapo con tanta rapidez no se dio cuenta de lo que sucedia. La toma de conciencia llego insidiosamente, y la parte salvaje de su mente jugueteaba con la idea de rendirse a ello, dejar que la llevara adonde fuera. Podia no decirle la verdad; el no tenia otro modo de enterarse.

La vision repentina de si misma arrastrada por la conversacion en el coctel le embotaba los sentidos, asustada por haber imaginado semejante locura. Nunca antes, cuando elucubraba con todo detalle como seria su relacion con el, se habia sentido… vieja. Nunca habia imaginado envejecer, nunca habia imaginado depender de nadie, inspirar piedad. Tanto si le decia la verdad como si no, deberia hacer frente a lo ineluctable. O retirarse simplemente, volver a la esterilidad de su vida como si nada hubiera ocurrido. ?Y Duncan? Que pensaria de ella, que volaba de hombre a hombre como una mariposa de mediana edad… Sintio que le debia una explicacion, pero no antes de que hallase una solucion. Una sensacion de urgencia la atenazaba. Deberia ser pronto.

* * *

Penny sabia como se sentia el conejo acuciado por los perros de caza, espoleado por la astucia. Si salia por la puerta delantera, se toparia cara a cara con su hermana, y Emma era la ultima persona con quien queria encontrarse. No deseaba ver a nadie, cualquier intento de explicar su comportamiento la humillaria mas todavia.

Finalmente habia subido al piso superior y habia recorrido el largo pasillo hasta las escaleras traseras y la salida de la piscina. Luego habia resultado facil tomar el sendero que llevaba a la cancha de tenis, encubierta por los arboles y los altos matorrales. Se sento acurrucada en su banco favorito justo encima de la cancha, envuelta su pequena figura por la penumbra.

Emma y los ninos seguian en el jardin, pues oia la voz chillona del pequeno, yendo y viniendo con la brisa. Era divertido ver que Emma se llevaba bien con Brian y Bethany. Ellas nunca habian tratado a ninos, en realidad - sobrinos que cuidar, vecinitos que corretearan y pidieran leche o galletas- y Penny nunca sabia muy bien que decirles. Sin embargo, Emma les daba ordenes con su brusquedad habitual y los ninos las aceptaban sin cuestionarlas y se llevaban la mar de bien.

?Seria asi como la llegaria a tratar Emma, con esa brusca amabilidad, pero en su caso tenida de piedad? ?Hablaria la gente de ella como habian hablado de la senora Lyle, y se compadecerian de Emma a sus espaldas? ?Llegaria al punto en que Emma no se atreveria a dejarla sola, pues seria un peligro para si misma y para los demas? Era una idea insoportable. Se le llenaron los ojos de lagrimas inoportunas, y Penny, desamparada, dejo que corrieran por su rostro y sintio la sal en las comisuras de los labios. Emma le pediria que dejara de compadecerse y se animara, pero Penny nunca habia sido lo que Emma llamaba una persona equilibrada.

Penny aspiro y rebusco un panuelo en sus bolsillos. Debia intentar sacar fuerzas de flaqueza, por Emma y por ella misma. Ademas, tenia una obligacion moral que requeria su atencion. Durante la reunion se habia decidido: no podia arrojar sospechas falsas sobre nadie. Lo que habia visto debia de tener alguna explicacion logica, y para saberlo lo mas justo era preguntar.

9

Kincaid puso dos huevos en la sarten junto al bacon y se felicito por apanarselas tan bien con una cocina que no conocia. La temperatura adecuada le habia supuesto reajustes y una quemadura de aceite en el pulgar, pero el bacon habia quedado perfecto. Dio la vuelta a los huevos mientras la tostadora disparaba el pan, y en cuanto tuvo el pan y el bacon en el plato, los huevos tambien estuvieron listos.

Cuando se estaba sirviendo el cafe, llamaron a la puerta.

Hannah Alcock estaba apoyada en la pared del pasillo, abrazada a su chaqueta de Aran. No iba maquillada, y tenia los labios palidos en contraste con las ojeras oscuras.

– Hannah, pase -invito Kincaid abriendo la puerta de la suite y separando para ella una silla de la mesita-. ?Esta bien? Tiene mala cara esta manana.

– No he dormido.

Se dejo caer en la silla como si estar en pie le hubiera requerido mucho esfuerzo.

– ?Que le ofrezco? ?Unas tostadas? ?Un cafe?

– Un cafe me apetece, gracias.

Kincaid sirvio otra taza y se sento frente a ella, pasandole la leche y el azucar por encima de la mesa. Hannah removio el cafe unos instantes antes de mirarlo, luego le sonrio forzadamente.

– Me siento idiota al venir asi. Pensaba decirle «tenemos que hablar», pero me doy cuenta de que no es verdad. Soy yo la que necesita hablar. -Hannah hizo una pausa y desvio la mirada, encogiendose de hombros con un gesto un tanto autodesdenoso-. Siento que le debo una explicacion por mi comportamiento. No es…

– ?Por que deberia hacerlo? -pregunto Kincaid, perplejo-, yo no soy quien para juzgarla.

– Vamos, Duncan, no proteste, lo hace todo mas humillante todavia. Empiezo a pensar que han sido imaginaciones mias que hubiera… en fin… algun sentimiento, alguna chispa… entre nosotros. Me ha pasado un par de veces. Conoces a alguien, pasas un rato con el, charlas como si lo conocieras desde hace mucho tiempo, dices cosas que no dirias a las personas que te conocen desde hace anos. -Sonrio tristemente-. Es un don raro un rato como ese, sobre todo si no lo has planeado.

Al menos ella estaba siendo mas sincera que el, penso Kincaid. Habia habido un chispazo de afinidad, de posibilidad, entre ellos, y se habia sentido dolido al ver que compartia la misma intimidad espontanea con Patrick Rennie. No eran meros celos, aunque tambien habia algo de eso, sino mas bien una sensacion de confianza traicionada.

– Muy bien, Hannah. Lo reconozco. -La miro con atencion, observo su inalterada tez de porcelana y la finura de sus huesos, noto asimismo la expresion demacrada y sus ojeras-. Pero hay algo mas, ?no? No esta solo preocupada por haber herido mis sentimientos.

Hannah sacudio la cabeza antes de que el acabara la frase.

– No. Es decir, si. No lo se. -Gesticulaba con la mano al hablar y derramo unas gotas lechosas del cafe intacto sobre la mesa-. Con Patrick no es lo que usted piensa. -Las cejas de Kincaid imitaron las de Peter Raskin-. Ya se lo que estara pensando, que soy una mujer madura que se lanza sobre todos los hombres que la miran dos veces. Pero no es asi. Ojala todo fuera tan sencillo.

Hundio el rostro en las manos, con los dedos en abanico.

– Hannah…

Kincaid extendio una mano para tocarla, pero la retiro.

– Tiene que entenderlo -dijo ella, entre los dedos-. Creia que me habia construido una vida perfecta, sola. Era inteligente, capaz, respetada. He tenido la suerte de encontrar el trabajo que me gustaba. -Hannah levanto la cabeza-. La gente cree que no tuve ocasion de casarme. El viejo estereotipo de solterona sexualmente necesitada. ?Por Dios! -exclamo amargamente-, se supone que lo habiamos superado, pero no es asi. Las mujeres se juzgan como una mercancia, un apendice de los hombres. Si no tienes un hombre, no vales. Asi de simple. En cuanto al sexo -solto una aspera carcajada-, es facil. Lo que me asusta es el matrimonio. Perder el control.

Hannah empujo la taza con los dedos y miro al exterior a traves de los cristales.

– Mis padres disponian de todos los aspectos de mi vida, lo que tenia que comer, como tenia que vestirme, cortarme el pelo, a quien podia ver, hasta lo que podia pensar. El unico paso que pude dar sola… me lo quitaron de las manos. Y jure que nadie volveria a hacerlo. ?Lo entiende?

– Si -dijo Kincaid, suavemente-, creo que si.

– Y asi he estado durante anos, capitana de mi barco y todo eso, hasta que de pronto, este ultimo ano, me empezo a parecer todo tan vacio… He tenido amantes, claro, pero ninguno anclado en mi vida. Quizas -suspiro, y Kincaid noto que la tension bajaba un poco- sufra una demencia relacionada con la menopausia, algun desequilibrio hormonal. Pero no creo. -Ahora parecia hablar consigo misma mas que con Kincaid, su mirada perdida-. No hay una plenitud, nada que lo una todo. Parece… -Las palabras dejaron de fluir. Hannah callo por unos instantes y luego miro directamente a Kincaid-. He vuelto a hacer lo mismo, ?verdad? Como la otra noche, cuando lo aburri con la historia de mi vida. Lo siento.

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