– De ahi -senalo Raskin-, detras de la verja.

La caja de madera se confundia con los arbustos que habia detras de la cerca por el verde gastado de su pintura que era como un camuflaje. Del tamano de un ataud de nino, la caja tenia un simple pestillo metalico.

– Supongo que es para uso de los huespedes.

– Bien -Kincaid pensaba en voz alta-, imaginemos que ve a Penny salir sola y la sigue… Ella se pone de espaldas a el, concentrada en algun pajaro… El sabe donde se guardan las raquetas… pero no la habra cogido con las manos desnudas, no, nuestro hombre no. ?Que habra usado? ?Un guante? ?Una bolsa de plastico? Probablemente, se habra tenido que deshacer de ello. Les pedire a los investigadores tecnicos que echen un vistazo.

– Se lo sugerire yo -sonrio Raskin-, como si fuera idea mia, claro.

* * *

Hannah estaba sentada con los ojos cerrados y la mejilla apoyada en las rodillas dobladas. Cuando Kincaid se inclino sobre ella, abrio los ojos y le sonrio, somnolienta.

– Creo que me he dormido de verdad. Es extrano. Me siento tan fragil como un gatito.

– Es el shock -Kincaid le tendio una mano-, a veces causa efectos raros en el organismo. Lo que necesita es una taza del mejor reconstituyente ingles: te calentito. La acompano a la casa. Que Nash mande a alguien mas tarde a tomarle declaracion.

– Muy bien, Duncan -Hannah miro hacia la cancha, donde Peter Raskin esperaba pacientemente-. Alguien se lo tendra que decir a Emma. Y si yo…

– No, no, ni hablar de eso. Si nos encontramos con alguien, diremos que no se encuentra bien. -Y anadio, con voz afligida-. Creo que a Emma se lo debo decir yo.

* * *

La llamada de Kincaid a la puerta de la suite de las MacKenzie sono hueca. Habia acompanado a Hannah por la puerta trasera; los gritos de los ninos en la piscina les llegaron claramente a traves de las puertas de vidrio. El resto de la casa parecia vacio, y ya se alejaba de la puerta de Emma cuando esta se abrio a sus espaldas.

– Perdone -dijo Emma-, estaba empapada. He estado en la piscina con los monstruitos.

Seguia frotandose el cabello con la toalla, que quedo tieso en oscuras puntas, dandole un extrano aspecto juvenil que por un momento le recordo a Angela. Sin embargo el traje de bano era de la cosecha de la postguerra, negro, con una faldita que ocultaba discretamente la parte alta de los muslos. Emma le dirigio una de sus sonrisas raras y sorprendentes.

– Si quiere ver a Penny, no va a poder. Ha salido temprano a observar pajaros. No se que le ha dado, normalmente es muy perezosa.

– No, Emma, en realidad la busco a usted. ?Podemos sentamos?

Kincaid se pregunto que formula universal requeria que una persona recibiera las malas noticias sentada. ?Seria una mera precaucion contra el desmayo o la caida, o se habia convertido en una precaucion efectiva para suavizar el golpe?

– Claro.

Emma parecio sorprendida, pero lo condujo hasta el sofa sin protestar. Se sento con cuidado en la butaca, extendiendo la toalla debajo del banador mojado, y Kincaid se inclino hacia ella.

– Emma, tengo que darle una mala noticia. -Ella no dijo nada, pero el terror cruzo su rostro-. Es Penny.

Emma se llevo la mano al pecho, con el puno apretado.

– ?Esta muerta? -pregunto en un susurro.

– Si.

Emma cerro los ojos y apoyo la cabeza contra el respaldo; solo el suave subir y bajar del pecho aseguraba a Kincaid que seguia respirando. Al cabo de un momento, empezo a preguntarse si se habia desmayado, pero entonces ella hablo, sin abrir los ojos:

– ?Que ha pasado?

– Todavia no lo sabemos muy bien. Hannah la ha encontrado en la cancha de tenis. Tiene una herida en la cabeza.

– ?Ha podido… ha podido caerse? ?Golpearse?

– Es… posible.

Emma capto la vacilacion de su voz. Abrio los ojos y paralizo a Kincaid con la mirada.

– Pero usted no lo cree.

Kincaid no contesto. Habia sido una afirmacion mas que una pregunta. Emma se incorporo y volvio a hablar, recobrando algo de su aspereza en la voz:

– Quiero verla.

– Bueno… Voy a ver que puedo hacer. Tendra que esperar hasta que acaben el medico y el equipo de la policia. Si quiere vestirse y recuperarse un poco, la espero delante de la puerta principal. Emma -Kincaid vacilo. Expresar el pesame no era nunca facil incluso despues de anos de experiencia con extranos-. Lo siento.

– Ya lo se -respondio ella, y Kincaid penso que nunca habia visto tal expresion de desamparo.

* * *

El inspector Raskin recorrio el sendero que llevaba a la cancha y levanto una mano para llamar a Kincaid, que estaba de pie en el patio, indeciso. Se encontraron en el cesped, Raskin jadeante por la rapida ascension.

– Tengo que volver a entrenarme… Empieza a hacer calor. -Se paso un dedo por el cuello de la camisa y movio los hombros como si tuviera que quitarse la chaqueta-. ?Mision cumplida?

– Si, Peter, y ademas he ido a ver a la senorita MacKenzie.

La expresion burlona de Raskin desaparecio.

– Gracias. Me ha ahorrado que lo hiciera yo. ?Como se lo ha tomado?

– Con calma. No esperaria de ella que se pusiera histerica, ?no? -Kincaid hizo una pausa-. Pero creo que ha sido muy duro. Quiere ver a su hermana. Le he dicho que intentaria arreglarlo.

Raskin reflexiono un momento.

– La doctora Percy esta aqui, pense que le gustaria saberlo -le sonrio con malicia-. El equipo cientifico tambien ha llegado.

– Ya me habia parecido…

Kincaid senalo varios coches forasteros aparcados de cualquier manera sobre la grava.

– El patologo del ministerio de Interior esta de camino, y tambien la furgoneta de la funeraria. Si la senorita MacKenzie la ve antes de que la suban a la furgoneta, se ahorrara tener que ir a hacer una identificacion oficial en la funeraria. Es lo mejor. Tomare las declaraciones en cuanto acaben abajo. ?Quiere acompanarme? ?O sigue sin ser ni chicha ni limona?

– Diria mas bien esto, pero le he prometido a Emma que la esperaria aqui.

Kincaid hizo unos pasos por el sendero hasta que pudo ver la actividad en la cancha. Un policia uniformado hacia guardia junto a la verja, y habian marcado con una cinta blanca adhesiva el area en torno al cuerpo de Penny. Anne Percy estaba arrodillada al lado de Penny y Nash estaba cerca en silencio, vigilando la escena como una divinidad maligna.

La doctora Percy cerro su maletin, se levanto y fue a hablar con el inspector jefe Nash. Al levantar la vista, vio a Kincaid en el sendero y le dedico una breve y luminosa sonrisa. Kincaid penso que esta vez tenia un aspecto mas profesional y estaba mas atractiva que cuando la vio por primera vez, vestida con un jersey y pantalones de color verdoso.

Se acerco por el sendero, balanceando su maletin negro.

– Al final me acostumbrare a sustituir al medico de la policia -dijo a modo de saludo-. Ya he certificado la muerte, poco mas puedo hacer.

– ?Esperara al patologo? -pregunto Kincaid.

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