Maureen estaba de nuevo al borde de las lagrimas-. Ojala no hubieramos venido.

– Entiendo como se siente, pero tenemos que pedirles que se queden un poco mas, al menos hasta completar las formalidades. -Raskin le hablo con amabilidad y comprension, y Maureen se relajo un poco en su asiento-. Ahora, ?le importaria contarme que ha hecho esta manana?

– Los ninos nos han despertado. Hemos desayunado y al cabo de un rato hemos bajado a la piscina. Ha venido tambien Emma…

– ?Cuanto tiempo ha estado?

– Pues… una hora, creo. Ha dicho que ya tenia bastante, y al cabo de un rato los ninos han empezado a tener hambre y hemos subido nosotros tambien. Nos estabamos cambiando cuando Janet Lyle ha venido a decimos que pasaba algo, pero que no sabia que. -Maureen se echo hacia delante, suplicante-. Por favor, digame que ha pasado exactamente. Ya se que Penny… ha muerto, nos lo ha dicho el policia. Pero ?que le ha ocurrido? ?Lo mismo que a… Sebastian?

Raskin adopto un tono formal, la mejor defensa frente a las emociones para un policia, penso Kincaid, sarcastico.

– La senorita MacKenzie ha sufrido un fuerte golpe en la cabeza. Por ahora no podemos decirle nada mas.

Maureen se hundio en el asiento y Kincaid tuvo la impresion de que, al confirmarse sus peores miedos, toda la tension emocional se liberaba. Se levanto en silencio, pero cuando cruzaba el umbral se volvio y dijo:

– Voy a ocuparme de Emma. Alguien tiene que hacerlo. No se la puede dejar sola ahora.

La determinacion de su gesto no permitia discusion.

* * *

Entraron y salieron en una rapida sucesion, unos mas cooperadores que otros.

Cassie ocupo la silla de las visitas, se quito las zapatillas de tenis y se sento sobre sus piernas dobladas. Era una demostracion deliberada de propiedad, penso Kincaid, como nunca habia visto antes. Cassie miro furiosa el monton ordenado de papeles en su mesa.

– ?Sabe cuanto tiempo me va a llevar volver a ponerlo bien?

Peter Raskin se permitio un asomo de sonrisa.

– Y yo que creia haberle hecho un favor…

– ?Donde esta el inspector jefe Nash? -Cassie miro enseguida a Kincaid.

– Esperando la autopsia -dijo Raskin-. El rango da ciertos privilegios. Ahora, si no le importa…

– He pasado la manana aqui. Trabajando.

– ?Ha…?

– Bueno, he ido al bano de abajo un par de veces, si le importa saberlo. He ordenado el salon y el bar. Patrick Rennie estaba trabajando en el escritorio del salon. Y Eddie Lyle ha entrado en algun momento. No he visto a nadie mas.

– Admirablemente sucinta, senorita Whitlake -dijo Raskin, imperturbable en su papel de interrogador.

– Llameme Cassie.

Cassie apreto el acelerador de su capacidad de seduccion y Kincaid observo con interes la reaccion de Raskin. De pronto, ella se levanto y se inclino sobre el escritorio, obligando a Raskin a retroceder, para abrir el cajon central.

– Perdon.

Tras revolver por unos instantes, saco un arrugado paquete de cigarrillos y unas cerillas.

– Un vicio secreto. No molesta a los clientes.

Le temblaba la mano cuando encendio la cerilla, y Kincaid penso que por mucho aplomo que mostrara, los nervios la traicionaban.

– El comisario aqui presente -de nuevo miro de reojo a Kincaid- cree que tengo que ser franca. Y prefiero mil veces confesarme a usted, inspector, que al inspector jefe Nash.

Regalo a Raskin una sonrisa de dentifrico.

– Siga.

– Dije que habia pasado sola el domingo por la noche en mi chalet. Pues bien, no es verdad. No estaba sola ni estaba en mi chalet. Me encontre con Graham Frazer en la suite vacia… a eso de las diez, diria yo, y estuvimos alli hasta casi medianoche.

Kincaid se maravillo de su habilidad en convertir una situacion aparentemente embarazosa en un flirteo provocador.

– ?Ocurre a menudo? -pregunto Raskin, luego se sonrojo ligeramente al darse cuenta de como habia sonado-. Es decir, que se encuentren los dos…

No ha mejorado mucho las cosas, penso Kincaid, divertido al ver la grieta en la compostura impecable de Raskin.

– Bueno, hemos tenido una relacion, se podria decir, de un ano mas o menos. -Cassie dio una calada y se inclino hacia delante, confidente-. Graham no queria que nadie lo supiera. Problemas de custodia. Desde luego, yo lo habria contado enseguida, de saber que era tan importante. Espero -su voz se hizo mas intensa- que no salga de aqui.

Raskin se levanto y se dirigio a la puerta.

– Por supuesto, no puedo prometerle nada, senorita Whitlake. -Su tono era de prudencia-. Gracias por cooperar de esta forma, senorita Whitlake.

Raskin puso enfasis en el apellido. Despues de todo, habia dicho la ultima palabra.

– ?Como le sonsacaste esa informacion tan sustanciosa? -le pregunto Raskin a Kincaid tras cerrar la puerta.

– Mi encanto irresistible -sonrio Kincaid-. Bueno, esto, y que ademas lo acerte. Le dije que sabia que habian estado juntos, pero que no comprendia por que tenian que esconderlo. Pense que no tenia nada que perder.

– Aparentemente no. Hagamos pasar al senor Frazer, a ver que dice.

* * *

Graham Frazer se mostro intratable desde el principio hasta el final, dirigiendo a Kincaid para empezar una mirada de bulldog.

– ?Ya no mira desde la barrera? Le debia doler el trasero…

Angela, que entro detras de el, parecia mortificada.

– Papa… -Frazer hizo caso omiso de ella y se sento en la silla, dejando a su hija en pie, incomoda e indecisa. Kincaid se levanto y le ofrecio su taburete con una reverencia. Ella sonrio.

– He pasado la manana trabajando en la suite. Tenia que ponerme al dia con el trabajo burocratico -dijo Frazer en respuesta a la pregunta de Raskin-. Angie dormia. Eso es lo que hacen las adolescentes, ?no?

Angela reacciono con rabia.

– Papa, eso no…

– No es justo -acabo Raskin por ella, y sonrio-. ?A que se dedica, senor Frazer?

– A los seguros. Aburridisimo, pero sirve para pagar las facturas.

– Ya. -Raskin puso en orden sus notas con cuidado-. ?Y no ha salido de su suite por ninguna razon antes de las diez de la manana?

– No. -Frazer habia perdido hasta su tono intimidatorio, y ya no ofrecia nada mas-. Ahora si son tan…

– Angie -interrumpio Kincaid-, ?a que hora te has despertado esta manana?

Ella miro a su padre antes de volverse a Kincaid:

– A las diez, mas o menos.

– Angie -dijo Raskin-, tu puedes salir, si no tienes nada que anadir a la declaracion de tu padre. -Frazer empezo a levantarse-. Senor Frazer, si no le importa, querria hacerle algunas preguntas mas.

– Claro que me importa. Pero no tengo eleccion.

Raskin aguardo a que Angela hubiera salido y hubiese cerrado la puerta tras de si.

– Puede llamar a un abogado, senor Frazer, pero se trata de preguntas muy informales. No le estamos

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