Angela se habia confiado a Sebastian? Esto explicaria la repugnancia que sentia Sebastian por aquel hombre. ?Y si Sebastian habia amenazado a Graham con contarlo a Cassie o a su esposa? Gemma se aclaro la garganta y el se dio cuenta de que la habia dejado colgada.
– Perdone, Gemma. ?Que mas?
Gemma le refirio su encuentro con Helen North y anadio:
– A no ser que el senor Lyle tenga un buenisimo empleo, debe de andar apurado economicamente: una hipoteca, una esposa que no trabaja y la hija en un internado de lujo. Ademas me parece un pedante.
– ?Otro marido y padre modelo?
– E hijo devoto.
Kincaid oyo que Gemma pasaba las hojas de su cuaderno.
– ?Donde esta?
– En una cabina en St. Albans. No he podido hablar con Miles Sterrett en la clinica de Hannah Alcock. Dicen que esta enfermo…
– Espere, Gemma, creo que hay alguien que llama.
Fue un roce en la puerta, tan debil que penso haberlo imaginado. Cuando abrio no habia nadie en el pasillo y volvio al telefono:
– ?Gemma? Me parecio que habia alguien en la puerta. Mire, acabe lo que este haciendo hoy y venga para aca lo antes posible. Tengo un presentimiento extrano, por muy melodramatico que suene.
Colgaron y Kincaid vacilo un momento, debatiendose sobre que hacer. Y decidio que era hora de charlar un poco con Angela Frazer.
Kincaid estaba bajando las escaleras cuando vislumbro un pie, un pie de mujer con un calcetin color melocoton, por debajo de el. Un zapato plano de cuero estaba caido en otro peldano. Se detuvo en seco. En cuanto su cuerpo reacciono, corrio al descansillo.
Hannah Alcock yacia inerte ante el.
16
Hannah estaba tumbada boca abajo, medio de espaldas, con los brazos extendidos como si hubiera tratado de parar la caida. Mientras una parte del cerebro de Kincaid habia quedado conmocionado, la otra observaba los detalles: el jersey, del color de los calcetines, estaba levantado y dejaba al descubierto una franja de piel palida; las costillas, que quedaban a la vista, subian y bajaban ritmicamente.
El alivio se expandio por su interior como un mareo. Cerro los ojos y respiro por un momento, estabilizandose, y luego se arrodillo a su lado. Aunque la cabeza de Hannah habia quedado torcida, tenia buen color, y no le parecio que estuviera profundamente inconsciente. Le toco suavemente el hombro.
– Hannah. -Ella emitio un suave ruido y sus parpados temblaron. El volvio a probar, con mas apremio-. Hannah. -Ahora abrio los ojos y lo miro confusa, con expresion vacia-. ?Hannah, Hannah!
Un destello de reconocimiento brillo en sus ojos. Volvio un poco la cabeza y parpadeo.
– Que… -Se volvio a mover, recuperando los sentidos y el conocimiento-. La cabeza. Dios mio. Que ha… - Trato de levantarse e hizo una mueca de dolor.
– Cuidado, cuidado. Con calma. ?Que le duele?
– La cabeza… la nuca.
– ?El cuello no?
Ella hizo rodar la cabeza hacia los dos lados, tanteando.
– No, parece que esta bien.
– Bien. ?Puede mover las piernas? -Ella las flexiono una tras otra y asintio-. Muy bien, menos mal. No, espere -le dijo cuando ella intento incorporarse-. Vayamos por pasos. -Le paso el brazo por debajo de la cabeza y la mantuvo al nivel de los hombros-. ?Mejor asi?
– Si. Creo que estoy bien, en serio. Lo noto todo y puedo moverme. -Hannah doblo de nuevo brazos y piernas para mostrarselo. Esbozo la sombra de una sonrisa-. Dios mio, me siento como Humpty Dumpty. *
– Afortunadamente no se parece a el -dijo Kincaid, afectuosamente. Dudaba de moverla de alli, pero al cabo de unos minutos de oir a Hannah quejarse de que la sangre le subia a la cabeza, decidio ganar tiempo. Deslizo el brazo por debajo de los hombros de ella, la levanto y le dio la vuelta para sentarla de lado en el escalon con la cabeza contra la pared.
Hannah movio la cabeza con impaciencia.
– Estoy bien. Deje que…
– Espere -la interrumpio Kincaid-. Hay que comprobar el alcance del golpe.
Le paso el dedo suavemente por la nuca. Cerca de la coronilla le estaba saliendo un bulto-. Le esta saliendo un buen chichon, pero la piel esta intacta. ?Que mas?
Ella se cogio la muneca derecha con la mano izquierda.
– Me duele horrores, pero puedo moverla.
– ?Algo mas?
– Me parece que no.
– Bien. Supongo que le saldran varios moretones.
Cuando se irguio, Kincaid noto que le temblaban las manos, y que en los dedos le habia quedado la huella del cabello de ella y la hinchazon de debajo. Esta reaccion se le pasaria, lo sabia, y rechazo aquella primera imagen grabada en su mente: Hannah inmovil en el suelo, debajo de el.
– Ahora cuenteme que ha pasado.
Por primera vez, Hannah tuvo miedo.
– Estaba en lo alto de las escaleras. La puerta del rellano estaba abierta… Recuerdo haberme vagamente sorprendido de no oir pasos o los ruidos normales de la gente al caminar. Entonces he notado una mano en la espalda.
– ?Y ha visto…?
– No, no he tenido tiempo. Un fuerte empujon es lo unico que recuerdo. -Se palpo con energia la muneca-. Supongo que he intentado frenar la caida.
Kincaid le toco el brazo.
– Hannah, ?esta segura de no saber quien era? ?No tiene ninguna impresion?
Ella nego con la cabeza.
– No, por que…
Oyeron un portazo en la entrada y pasos rapidos que cruzaban el porche. Patrick Rennie entro en el vestibulo, sonrojado por la rabia o la excitacion. Se detuvo al verlos y miro a uno y otro, anonadado.
– Hannah, por que… ?Que pasa? -Su tono paso del asombro a la preocupacion al observar la postura protectora de Kincaid-. ?Esta bien?
Kincaid, con la mano todavia en el brazo de Hannah, noto que ella se ponia rigida. Como no contesto, lo hizo en su lugar.
– Ha recibido un buen golpe. -Hizo una pausa, estudiando la cara de Rennie-. Alguien la ha empujad escaleras abajo.
Rennie los miro incredulo. Cuando logro hablar, tartamudeo como un nino:
– Por… ?empujado? ?Ha dicho empujado? ?Y por que diablos iba nadie a empujar a Hannah? Quizas se ha…
Kincaid, con malicia, penso que por una vez Rennie habia perdido su aplomo.
– Pensaba que podria… -empezo a decir, pero Rennie lo interrumpio.
– ?Han llamado al medico? ?Y la policia? Llevan todo el dia merodeando por aqui y ahora, cuando podian hacer algo util…