no mi version idealizada de el. Hay un poco de rabia en la superficie, de amargura, pero tambien la habilidad de reirse de si mismo, de poner los sentimientos en perspectiva. No me lo imagino albergando tanto odio. -Se puso de nuevo a temblar-. ?Por que me puede odiar alguien tanto?
– Que le…
Una llamada a la puerta interrumpio su pregunta, pero Hannah levanto una mano para detenerlo mientras se levantaba.
– No le dire lo que me dijo de Cassie y Penny. Tendra que preguntarselo usted.
Kincaid dudo y acabo por asentir. No tenia sentido intimidarla, habia empezado a calibrar su testarudez. Ademas, lo comprendia.
Anne Percy aguardaba pacientemente junto a la puerta, con su maletin de medico. A Kincaid le dio un vuelco el corazon y se sintio imbecil.
Kincaid se encontro con el inspector jefe Nash en las escaleras.
– Vengo a tomar la declaracion de su querida Hannah Alcock.
Se lo dijo sin preambulos, con ese tono burlon que hacia que Kincaid se tragara una infantil respuesta insultante.
– Esta la doctora Percy con ella. No parece tener nada grave.
– ?En serio? -pregunto Nash, sarcastico-. Bueno, bueno. ?No es extrano?
– ?Que insinua, si se puede saber? -Kincaid hizo un esfuerzo por dominar la exasperacion de su voz.
– Muchacho, ?no le parece que es una caida muy apropiada? Sola, sin testigos, una pequena caida por las escaleras…
– La encontre yo: ?estaba inconsciente!
– Muy apropiado, como le he dicho, que la encuentre un policia bien dispuesto. -Nash solto una risotada condescendiente-. Cualquiera puede fingir un desmayo.
Kincaid cerro los ojos y respiro hondo.
– ?Tiene usted idea, inspector jefe, de por que la senorita Alcock iba a correr el riesgo de partirse el cuello?
– Se me ocurre que si esta liquidando gente a diestra y siniestra, parecer una victima no esta de mas. Es un viejo truco.
– ?Que motivo podia tener para matar a Sebastian y a Penny?
– El mismo que cualquier otro. Digamelo usted, muchacho. Es su amiguita.
Nash le sonrio malicioso, y Kincaid penso que su conversacion iba por camino de convertirse en una farsa.
– Siento no poder ayudarlo, inspector. Tendra que preguntarselo usted.
Kincaid salio disparado por la puerta y sacudio la cabeza, como si el aire frio pudiera despejarle las ideas. Por muy pequena que fuera la dosis de inspector Nash, se sentia como si hubiera vagado por una niebla densa. Queria hacerle unas preguntas a Patrick Rennie y no tenia intencion alguna de invitar a Nash para que le estropeara la entrevista.
Camino por el jardin, ya en sombras, lamentando no tener a Gemma o a Peter Raskin como equipo consultor. El primer piso de Followdale House estaba dividido en secciones por puertas antiincendios: una dividia la zona que contenia su suite y la puerta del balcon de la zona que contenia la suite de Hannah y la escalera principal. A su vez, esa zona estaba separada de las suites del otro lado de la casa por otra puerta. Kincaid recordo que al salir por la puerta entre su suite y la escalera, habria jurado oir que la puerta mas lejana se cerraba.
En aquel momento no se paro a pensarlo, hasta que Patrick habia llegado por la puerta de entrada, sonrojado y jadeante, al cabo de unos minutos de que el hubiera encontrado a Hannah; Kincaid no podia saber cuanto rato llevaba Hannah alli caida, pero tal vez fueran solo unos minutos. Rennie pudo bajar corriendo por las escaleras traseras y dar la vuelta al edificio, ansioso por saber los resultados de su atentado contra la vida de Hannah.
Kincaid volvio a la casa y dudo un momento en el vestibulo. ?Donde estaria Peter Raskin? ?Alguien habria tomado declaracion a los demas huespedes?
Permanecio quieto, al acecho del menor ruido, de cualquier senal de vida o movimiento en el interior. Le sorprendia que una casa de aquel tamano, con casi una docena de personas, pudiese dar esa sensacion desertica. El barullo que se habia creado en el coctel del primer dia era inimaginable ahora. Los huespedes habian perdido interes en frecuentarse.
Camino por la recepcion en penumbra hacia la sala, donde una tenue lampara proyectaba un solitario haz de luz. Un leve ruido en la barra del bar atrajo a Kincaid a la puerta.
Patrick Rennie estaba sentado solo en una mesa, taciturno, empujando un vaso por el pequeno charco de liquido condensado.
– Justo la persona que buscaba -dijo Kincaid, y Rennie levanto la cabeza de golpe.
– ?Como esta Hannah?
– La doctora Percy esta con ella. No creo que tenga nada grave. -Kincaid cogio una cerveza de debajo de la barra y se sento enfrente de Rennie-. ?Donde esta todo el mundo?
– Encerrados en sus habitaciones esperando saber lo que va a ocurrir, me imagino. El inspector jefe Nash ha mandado al policia ese a tomar declaraciones. No se si ha terminado la ronda. Oiga -Rennie cambio de tactica, para no distraerse de lo que tenia en mente-, hoy me he comportado muy mal con Hannah. -Y ahora esto. Rennie hizo un vago movimiento hacia las escaleras, luego su mirada se cruzo con la de Kincaid-. ?Le ha contado algo de mi?
– Si.
– ?Y le ha contado mi odioso comportamiento de esta manana?
– Me ha dicho que le ha dolido a usted su entrada a codazos en su vida -respondio Kincaid secamente.
Rennie se froto la frente con sus largos dedos.
– Tiene que haber sufrido tanto… y encima yo la pisoteo con una sensibilidad de elefante. -Levanto las cejas y esbozo la sonrisa de autoirrision que debio de haber visto Hannah-. Habra sido el susto. Tantos anos preguntandome quien seria, como seria, por que me dio… lo recorde todo de golpe. ?Cree que es demasiado tarde para volver a empezar?
A Kincaid el papel de consejero de corazones solitarios no le hacia ilusion en ningun caso, pero en particular cuando una de las partes podia haber intentado apresurar la desaparicion de la otra.
– No sabria decirle. -Dio un trago a su cerveza y luego anadio, simplemente-. En buena parte dependera de donde haya estado hoy antes de volver.
Rennie se puso como la grana.
– Dios mio, que imbecil he sido. Tenia usted razon con lo de Cassie. Empezo el ano pasado. Marta sabia que sucedia algo, pero la engane para que vinieramos de todos modos. Yo creia que Cassie me queria, que valia la pena hasta arriesgar mi futuro. -Sacudio la cabeza, como desconcertado ante su propia estupidez-. Pero esta vez no ha ido nada bien. Esta tarde he decidido que teniamos que hablar y aclarar las cosas. Fui al chalet y empece a llamar a la puerta, pero la puerta no estaba cerrada del todo. Bueno, es la vieja historia de siempre, no se de que me sorprendo…
Sonrio, pero seguia sonrojado y sin mirar directamente a Kincaid.
– ?Muy comprometedor?
– Bastante.
– ?Y quien era el afortunado?
Rennie aparto la vista.
– Graham Frazer.