– Tranquilo, hombre. No me ha dado tiempo de llamar a nadie. Tal vez… -Kincaid noto que Hannah se crispaba a su lado, y la oyo decir, bajito, con apremio.

– No, no me deje.

– Tal vez -continuo, dirigiendose a Rennie, sin mirarla a ella-, podria ir usted a llamarlos ahora.

* * *

– Se pasa la vida preparandome tazas de te. -Hannah ensayo una palida sonrisa.

– Cada uno tiene su funcion -respondio Kincaid desde la cocina-. He nacido en una epoca equivocada. Seguro que habria sido un buen mayordomo.

– ?Usted en el papel de Jeeves *? No lo creo.

Esta vez su sonrisa fue genuina, y Kincaid se sintio aliviado al ver que su rostro se relajaba. Con la ayuda de Rennie, la habian subido por las escaleras y entrado en su suite, donde la habian acomodado en el sofa.

Rennie daba vueltas en torno a Hannah, con el claro deseo de hablar con ella sin la presencia vigilante de Kincaid. Parecia que Hannah habia abandonado su miedo casi instintivo ante su hijo, pero no habia hablado con el ni lo habia mirado directamente. Kincaid no tenia intencion de dejarlos todavia.

Rennie cedio finalmente, recuperando su simpatia habitual.

– Mire, me doy cuenta de que no soy bienvenido. Pero si puedo hacer algo, ?me lo dira? -Desde la puerta volvio a dirigirse solo a ella, haciendo caso omiso de Kincaid-. Lo siento, Hannah.

A Kincaid le dio la sensacion de que no se estaba refiriendo a la caida. Salio de la cocina con dos tazas de te y una bandeja de galletas digestivas.

– La hora del te.

Hannah cogio una galleta, vacilante.

– Me da la impresion de que no he almorzado. Por eso me siento tan debil.

Kincaid empujo la butaca y se sento lo bastante cerca para pasarle el te y las galletas. Observo su rostro mientras cogia la taza de te. Espero a que bebiera y comiera antes de hablarle.

– Hannah, cuenteme que ha pasado entre Patrick y usted. Creo que es necesario -anadio, suavizando un poco el tono perentorio de la peticion.

Ella bebio y la taza tintineo sobre el platito cuando la dejo.

– Yo no queria que fuera asi. No queria… -Aparto la cabeza, con los ojos enrojecidos e hinchados por el llanto reciente, nuevamente llenos de lagrimas-. Primero lo acuse de todas esas cosas horribles, todas esas cosas que usted me dijo. Me salio asi. No pude evitarlo. Luego le dije…

– ?Que era su madre? -atajo Kincaid.

Hannah se rio espasmodicamente.

– Menuda ganga. Desconfiada, aspera. No me extrana que no le haya hecho mucha ilusion la perspectiva.

Hannah cruzo los brazos sobre el pecho y se echo a temblar.

– Esta conmocionada. -Kincaid se inclino sobre ella, lleno de remordimientos-, no deberia darle la lata…

– No, no, he de decirselo. Quiero decirselo. -Levanto la voz y Kincaid se dio cuenta de que se esforzaba por dominarse-. Me he equivocado en todo, ya ve -prosiguio, expresandose con calma-. Desde el principio. Exito. Independencia. Esas eran las cosas que yo veia en mi. Bajo la jurisdiccion de nadie. Pensaba en el matrimonio y la familia como una perdida de autonomia. -Hannah retorcio la punta de la manta-. Que falsedad. La verdad es que yo no tenia nada que dar, nada que compartir. -Levanto la vista y lo miro-. Y Patrick… Creo que lo que mas le ha dolido ha sido el tiempo que he esperado… Si conocerlo era tan importante para mi, ?por que no lo busque hace anos? Y podria haberlo hecho, en eso tiene razon. Con todas mis ilusiones de valor e independencia, nunca hice frente a mi padre. Mi padre…

Kincaid aguardo mientras ella buscaba una postura mas comoda. Los musculos faciales mostraban agotamiento, se le caian los parpados.

– Hannah…

– No, quiero contarselo, antes de que todo se me vaya…

Kincaid guardo silencio, impotente ante su necesidad de hablar. Lo habia visto con cierta frecuencia en victimas de accidentes o en estado de shock, pero Hannah era mas coherente que la mayoria.

– Patrick… ?Como puedo explicar lo que me ha pasado este ultimo ano? El reloj biologico es estupido, ya lo se -sus labios se torcieron en una debil sonrisa-, pero cuando he sabido que no podria tener otro hijo… algo ha cambiado en mi. De pronto todo parecia vacio. Todo lo que habia hecho, tan absurdo…

Kincaid, perplejo, empezo a protestar.

– No ira a decir ahora que las mujeres solo pueden realizarse con el matrimonio y los hijos… No me lo creo de usted.

Ella empezo a sacudir la cabeza, luego se llevo los dedos con delicadeza a la nuca.

– No… -Se quedo callada tanto rato que Kincaid creyo que se habia perdido. Luego dijo, tranquila-. No creo que el sexo tenga mucho que ver. Son las pequenas mentiras, la acumulacion de decepciones. Nos hacemos un caparazon, ocultandonos, como una criatura marina de cuerpo blando. Con miedo de…

– ?Con miedo de que, Hannah? -Kincaid no se fiaba de su propia delicadeza.

De nuevo sacudio imperceptiblemente la cabeza.

– De perder…

Aparto los ojos. Cogio la taza olvidada y se bebio el te frio, sedienta, retrocediendo para alejarse del presunto precipicio al que se habia acercado.

Parpadeo y cerro los ojos, bordeados de pestanas oscuras. La taza vacia tintineo entre sus manos. Kincaid la iba a coger cuando ella empezo a hablar con los ojos cerrados.

– De pronto me di cuenta de que si no me despertaba una manana, nadie me echaria de menos. Aparte de Miles. Miles y yo fuimos amantes, al principio. -Hannah sonrio levemente al recordar-. El se canso cuando empezo a fallarle la salud. O tal vez yo no tuviera mucho que dar tampoco entonces. Pero sigo siendo lo unico que tiene, aparte de un despreciable sobrino que no le importa mucho, y yo lo he descuidado muchisimo desde que me… obsesione tanto con Patrick.

Abrio los ojos y miro a Kincaid. La luz vespertina hacia fluctuar sus iris del color avellana al verde, casi tan claros como los de Patrick Rennie.

– Obsesion… un interes egoista -dijo, sonadora, y siguio con mas vehemencia-. ?Que derecho tenia yo de buscar a Patrick y espiarlo, juzgando sus capacidades como hijo? Podia haber ido a su despacho a contarle la verdad directamente, darle una oportunidad de empezar de forma ecuanime. Y en cambio… -Un pequeno encogimiento de hombros de desolacion resumio el resultado.

– Me parece -dijo Kincaid con suavidad- que ya te has castigado bastante por errores que cualquiera podia haber cometido. Ninguno de nosotros tiene las respuestas por adelantado. ?Por que es demasiado tarde para Patrick y para usted? ?Es que no puede contarle lo que me ha contado a mi? ?Tiene algo que perder?

– Bueno… El no quiere…

– ?Como sabe lo que Patrick quiere o no quiere? No me ha dado la impresion de un hombre determinado a cortar toda relacion.

A no ser, penso Kincaid, que Patrick Rennie hubiera visto alguna ventaja en adoptar un nuevo papel, el del hijo afligido que ha encontrado a su madre.

– Que raro -dijo Hannah, interrumpiendo su poco agradable especulacion-. Despues de todo lo que ha pasado, hoy me siento muy distanciada. Como si viera las cosas a traves de un telescopio. Claras y lejanas. No creo que me dure. Pero veo claramente que no puedo perseguir a Patrick y esperar que llene los vacios de mi vida.

La voz de Hannah se iba cargando de sueno. Kincaid recogio el servicio de te y volvio a su lado, pensando que no debia dejarla descansar todavia. Una pregunta pendia sobre el como un peso.

– Hannah, ?pudo ser Patrick quien la empujo escaleras abajo?

Ella no se molesto, como hubiera hecho anteriormente ante una sugerencia de la culpabilidad de Patrick, sino que respondio pensativa y somnolienta.

– Ya lo he pensado. Seria idiota, si no. Pero no lo creo. -Hizo una pausa, buscando las palabras-. Habia tanta… maldad en ese golpe. Lo note. -Arrugo la frente, concentrada-. Hoy he visto un poco al verdadero Patrick,

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