audible.

Espaldas anchas, levemente pecosas; una delgada y palida linea en el cuello justo en el nacimiento del pelo, evidencia de un reciente corte de pelo; un lunar justo donde la nalga empieza a subir desde la parte baja de la espalda… Todo cosas triviales, penso Kincaid, pero todas probaban la singularidad de Connor Swann. Siempre llegaba un momento en la investigacion en que el cuerpo se convertia en persona, alguien a quien quizas le gustaban los bocadillos de queso y pepinillo, o las comedias de Benny Hill.

– ?Suficiente, jefe? -pregunto Gemma, cuya voz sonaba un poco mas apagada de lo normal-. Por este lado esta limpio como una patena.

Kincaid asintio.

– No hay mucho mas que ver. Y nada nos es de utilidad hasta que no hayamos hecho un seguimiento de sus movimientos y sepamos la hora aproximada de la muerte. Esta bien, Mickey -anadio al ver la expresion en la cara del joven, que parecia indicar que podian haber estado hablando en chino-. Creo que es todo. Busquemos a Sherry Sunshine. -Kincaid miro atras cuando llegaron a la puerta. Mickey ya habia dado la vuelta al cuerpo de Connor y lo habia tapado con la sabana tan cuidadosamente como antes.

Encontraron a Sherry en un cuchitril, justo a la izquierda de las puertas de vaiven, inclinada con diligencia sobre el teclado de un ordenador, tan alegre como siempre.

– ?Sabe para cuando han programado la autopsia? -pregunto Kincaid.

– Veamos. -Estudio un horario impreso pegado a la pared con cinta adhesiva-. Es probable que Winnie pueda encargarse de el manana por la tarde a ultima hora o bien temprano al dia siguiente.

– ?Winnie? -pregunto Kincaid, esforzandose por borrar de su imaginacion la absurda vision del oso Winnie the Pooh * realizando una autopsia.

– El doctor Winstead. -A Sherry se le hicieron unos bonitos hoyuelos-. Lo llamamos asi… Es que es un poco rechoncho.

Kincaid contemplo con resignacion asistir a la autopsia. Hacia tiempo que habia superado toda truculenta emocion ante el procedimiento. Ahora simplemente lo encontraba desagradable, y le parecia insoportablemente triste esta maxima violacion de la privacidad de un ser humano.

– ?Me avisara tan pronto como la programe?

– En un abrir y cerrar de ojos. Lo hare yo misma. -Sherry le sonrio.

Por el rabillo del ojo Kincaid vio la expresion de Gemma y supo que le tomaria el pelo por darle jabon al personal.

– Gracias, encanto -le dijo a Sherry, ofreciendole su mejor sonrisa-. Ha sido de gran ayuda. -La saludo con la mano-. ?Hasta luego!

– No tienes verguenza, -le dijo Gemma tan pronto como hubieron cruzado la puerta exterior-. Esa pobre chica es influenciable como un bebe.

Kincaid sonrio.

– Pero asi se consiguen las cosas, ?o no?

* * *

Gemma no estaba familiarizada con el sistema viario en sentido unico de High Wycombe por lo que, tras dar unos cuantos rodeos, lograron finalmente salir de la ciudad. Siguiendo las indicaciones de Kincaid, Gemma condujo hacia el suroeste de regreso a las colinas de Chiltem Hills. Su estomago rugia un poco, pero habian decidido que iban a interrogar otra vez a los Asherton antes del almuerzo.

Repaso mentalmente los comentarios de Kincaid y Tony acerca de la familia y le pico la curiosidad. Miro a Kincaid -en los labios tenia una pregunta a punto- pero su mirada perdida le indico que estaba ausente. A menudo se ponia asi antes de un interrogatorio, como si necesitara encerrarse en si mismo antes de centrar intensamente su atencion.

Gemma se concentro otra vez en la carretera, pero de repente fue extraordinariamente consciente del excesivo espacio que ocupaban las piernas de Kincaid en el asiento del pasajero de su Escort, asi como de su silencio.

A los pocos minutos llegaron a una interseccion que no le era familiar. Antes de poder preguntar, Kincaid dijo:

– Por aqui. Badger’s End esta a mitad de camino por esta carretera. -Con la punta del dedo trazo una linea imaginaria en el mapa, entre los pueblos de Northend y Turville Heath-. No esta indicado. Supongo que debe de ser un atajo para la gente de por aqui.

Regueros de agua se escurrian al otro lado del camino, donde el cauce de un arroyo pasaba entre los arboles y cruzaba la estrecha carretera. Una senal triangular indicaba «PELIGRO: INUNDACIONES», y de repente sintio muy cercana la historia de Matthew Asherton.

– Aqui mismo a la izquierda -dijo Kincaid, y senalo adelante. Gemma giro el volante. Los taludes en el camino que tomaron eran altos, y el espacio era justo para que el Escort pasara indemne. A cada lado, los gruesos arboles se arqueaban hasta que sus ramas se encontraban y entrelazaban en lo alto. El camino ascendia sin cesar y los taludes se elevaban situando las raices de los arboles a la altura de los ojos. A su derecha y cuando el follaje lo permitia, Gemma pudo ver los campos dorados que descendian hasta el valle. A la izquierda, el bosque se espesaba, misteriosamente impenetrable. La luz que se filtraba a traves del dosel de hojas que cubria el camino parecia verde y liquida.

– Trineos -dijo Gemma de repente.

– ?Que?

– Este camino me hace pensar en un trineo. Ya sabes, el bobsleigh. O el luge olimpico.

Kincaid rio.

– Yo no soy de los que deja volar la imaginacion. Ahora vigila. Veras un camino a tu izquierda.

Parecia que ya se acercaban a lo alto de la pendiente cuando Gemma vio un hueco en el talud izquierdo. Aflojo la marcha y entro en un sendero cubierto de hojas que siguio y que luego empezo a descender levemente hasta tomar una curva y llegar a un claro.

– Vaya -susurro sorprendida. Habia esperado encontrarse delante de una casa con la comoda estructura de piedra y madera de las construcciones que habia visto en los pueblos cercanos. El sol, que habia intentado atravesar de manera irregular la masa de nubes, hallo un hueco y creo un diseno veteado sobre las paredes de piedra caliza de Badger’s End.

– ?Te gusta?

– No estoy segura. -Gemma bajo la ventanilla mientras apagaba el motor. Estuvieron un rato sentados, escuchando. En las profundidades del bosque oyeron un zumbido grave-. Resulta un poco inquietante. No es exactamente lo que imaginaba.

– Pues espera -dijo Kincaid mientras abria la puerta del coche- a conocer a la familia.

* * *

Gemma supuso de inmediato que la mujer que les abrio la puerta tenia que ser Dame Caroline Stowe: pantalones de lana de buena calidad, hechos a medida, blusa, chaqueta azul marino, pelo corto y oscuro con mechones grises, un corte elegante… Todo en ella delataba buen gusto, conservador y maduro. Pero cuando la mujer los miro sin comprender, con el tazon de cafe suspendido a mitad de camino de la boca, y les dijo, ?En que puedo ayudarles?, la certeza de Gemma empezo a ceder.

Kincaid se identifico e hizo lo propio con Gemma. Luego pregunto por Sir Gerald y Dame Caroline.

– Vaya, lo siento. Acaban de irse. Han ido a la funeraria. Se estan encargando de los preparativos. -Paso el tazon de cafe a su mano izquierda y les tendio su derecha-. Por cierto, soy Vivian

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