Plumley.

– ?Usted es el ama de llaves? -pregunto Kincaid y Gemma supo, por su pregunta nada diplomatica, que lo habian cogido desprevenido.

Vivian Plumley sonrio.

– Podria decirse que si. En cualquier caso, no me ofende.

– Bien. -Gemma observo que Kincaid habia recobrado el aplomo y la sonrisa-. Nos gustaria hablar con usted tambien, si nos lo permite.

– Vengan a la cocina. Preparare cafe. -Se dio la vuelta y los condujo por el pasillo enlosado de pizarra. Luego se aparto para dejarlos pasar por la puerta de la cocina.

Esta habia escapado a la modernizacion. Si bien Gemma suspiraba al ver las fotos de flamantes cocinas de diseno en las revistas, ella sabia por instinto que aquellas no tenian ni punto de comparacion, a nivel emotivo, con un espacio como este. Nudosas alfombras trenzadas quitaban rigor al suelo de pizarra; una vieja mesa de refectorio de roble y las sillas con respaldo de listones dominaban el centro de la habitacion; y junto a una de las paredes una cocina Aga esmaltada en rojo irradiaba calor y confort.

– Por favor, sientense -dijo Vivian Plumley y les hizo un gesto indicandoles la mesa. Gemma aparto una silla, se sento y noto en sus musculos la tension que no habia percibido hasta entonces-. ?Querran un tentempie? -anadio Vivian y Gemma nego rapidamente con la cabeza. Temio que fueran a perder totalmente el control del interrogatorio, seducidos por el confort de la habitacion.

Kincaid dijo: «No, gracias» y se sento en una silla del final de la mesa. Gemma cogio su cuaderno de notas del bolso y lo sostuvo discretamente en su regazo.

La cafetera de goteo funcionaba con la rapidez que exigia su aspecto caro. En tan solo unos instantes el olor a cafe recien hecho empezo a invadir la cocina. Vivian preparo en silencio una bandeja con tazones, crema de leche y azucar. Era una mujer lo suficientemente segura de si misma como para no verse forzada a dar conversacion. Cuando la cafetera finalizo el ciclo, ella lleno los tazones y llevo la bandeja a la mesa.

– Sirvanse. Me temo que se trata de nata de verdad, no un sucedaneo. Tenemos un vecino que tiene un par de ejemplares de vacas Jersey.

– Un lujo que no nos hemos de perder -dijo Kincaid sirviendose generosamente. Gemma sonrio. Sabia que normalmente lo tomaba solo-. ?No es usted entonces el ama de llaves? -continuo con soltura-. ?He metido la pata?

Vivian hizo tintinear la cuchara un par de veces en su tazon y suspiro.

– Les explicare sobre mi misma si lo desean, pero es que suena tan terriblemente victoriano. En realidad soy pariente de Caroline. Primas lejanas, para ser exactos. Tenemos la misma edad. Y fuimos juntas al colegio. -Hizo una pausa y tomo un sorbo de la taza, luego hizo una leve mueca, como de molestia-. Demasiado caliente. Nos distanciamos, Caro y yo, una vez terminamos el colegio. Nos casamos las dos, su carrera prospero. -Vivian sonrio.

– Entonces fallecio mi marido. Un aneurisma. -Dio una palmada con las manos-. Asi, un segundo y ya estaba muerto. Estaba sola, sin hijos, sin habilidades para poder encontrar trabajo y sin dinero suficiente para arreglarmelas. Esto ocurrio hace treinta anos, cuidado, cuando no todas las mujeres eran educadas para que trabajaran. -Miro directamente a Gemma-. Una educacion muy distinta a la suya, estoy segura.

Gemma penso en su madre, que se habia levantado de madrugada cada dia de su vida de casada para hacer pan y despues trabajaba en el mostrador de la panaderia desde que abrian hasta la hora de cerrar. La posibilidad de no trabajar jamas se le ocurrio a Gemma, o a su hermana. La ambicion de Gemma la impulso a elegir su propia profesion y no hacer algo simplemente por la necesidad de poner un plato de comida sobre la mesa.

– Si, muy distinta, -dijo, respondiendo a la afirmacion de Vivian Plumley-. ?Que hizo entonces?

– Caro tenia dos ninos pequenos y una carrera que le exigia mucho. -Se encogio de hombros-. Parecia una solucion sensata. Tenian espacio, yo disponia de suficiente dinero como para no depender totalmente de la familia, y adoraba a los ninos como…

Si fueran mis propios hijos. Gemma acabo la frase por ella y sintio como un torrente de empatia por esta mujer que parecia haber sacado el maximo provecho de lo que le habia proporcionado la vida. Gemma paso los dedos por la mesa y noto leves listas de color incrustadas en las vetas de la madera.

Vivian la miro y dijo carinosamente:

– Los ninos hacian todo en esta mesa. Casi todas sus comidas las tomaban en la cocina, claro. Puesto que sus padres viajaban tanto, las cenas familiares eran un lujo excepcional. Los deberes del colegio, proyectos de la clase de arte… aqui pinto Julia sus primeras obras, cuando cursaba la ensenanza secundaria.

Los ninos esto, los ninos lo otro… A Gemma le parecia como si el tiempo se hubiera parado con la muerte del nino. Pero Julia habia estado ahi despues, sola.

– Esto debe resultarle muy dificil a Julia -dijo, tratando el tema con delicadeza-, despues de lo que le paso a su hermano.

Vivian aparto la mirada mientras agarraba el borde de la mesa con una mano, como si estuviera dominando fisicamente el deseo de levantarse. Al cabo de un momento dijo:

– No hablamos del tema. Pero si, estoy segura de que la muerte de Con ha hecho la vida de Julia mas dificil. Ha hecho mas dificil la vida de todos nosotros.

Kincaid, que habia permanecido sentado en silencio con la silla un poco apartada de la mesa y el tazon en sus manos, se inclino hacia delante y dijo: -?Le gustaba Connor, senora Plumley?

– ?Gustarme? -respondio sin comprender, frunciendo el ceno-. Jamas pense si debia gustarme o no. Era sencillamente… Connor. Imparable como la misma naturaleza. -Sonrio al pensar en la analogia que acababa de hacer-. Un hombre muy atractivo de muchas maneras distintas, y sin embargo… siempre me dio algo de pena.

Kincaid arqueo una ceja, pero no dijo nada y Gemma siguio su ejemplo.

Vivian explico, al tiempo que se encogia de hombros:

– Ya se que suena un poco tonto que una diga que le da pena alguien tan excitante como Con. Pero es que Julia lo frustraba. -Los botones dorados de su chaqueta atraparon la luz al moverse ella en la silla-. El nunca fue capaz de hacerla reaccionar de la manera que el queria y no habia tenido experiencia en estas cosas. De modo que a veces se portaba… de manera poco apropiada. -La puerta de la entrada se cerro de golpe. Vivian ladeo la cabeza, escuchando. Medio levantada de la silla, dijo-: Ya han vuelto. Dejenme avisar…

– Una cosa mas, senora Plumley, por favor -dijo Kincaid-. ?Vio a Connor el jueves?

Se sento de nuevo, pero en el borde de la silla, con la postura provisional de alguien que no tiene intencion de quedarse por mucho tiempo alli.

– Claro que lo vi. Prepare el almuerzo -ensaladas y queso- y comimos todos juntos en el comedor.

– ?Todos excepto Julia?

– Si. Pero ella a menudo trabaja durante el almuerzo. Yo misma le subi un plato.

– ?Parecia Connor el de siempre? -pregunto Kincaid en un tono familiar, pero Gemma sabia por su tranquila concentracion que estaba atento a su respuesta.

Vivian se relajo mientras reflexionaba. Se apoyo de nuevo en el respaldo y siguio distraidamente el diseno floral en relieve de su tazon con los dedos.

– Con siempre estaba bromeando y contando chistes, pero quizas parecia algo forzado. No lo se. -Miro a Kincaid con el ceno fruncido-. Es muy posible que este distorsionando las cosas tras los hechos. No estoy segura de confiar en mi propio criterio.

Kincaid asintio.

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