– Me gusta, mama. Y esta mas cerca de Scotland Yard. -Dudaba que su madre la comprendiera.
Se sentia limpia, reducida a lo esencial, serena en la simplicidad del negro y gris de la habitacion.
O al menos asi habia sido hasta esta manana. Fruncio el ceno y se pregunto de nuevo que era lo que la habia hecho sentirse tan inquieta. La imagen de Matthew Asherton, de doce anos, se le aparecio espontaneamente.
Se levanto, puso dos rebanadas de pan negro en la tostadora que habia en la mesa y fue a despertar a Toby.
Tras dejar a Toby con su madre, Gemma cogio el metro hasta Charing Cross. Cuando el tren salio de la estacion una rafaga de aire proveniente del tunel agito la falda alrededor de sus piernas. Gemma se cerro las solapas de la chaqueta. Dejo la estacion y entro en el paseo peatonal de detras de St. Martin-in-the-Fields. Rodeo la iglesia y tomo St. Martin’s Lane. Fuera del metro no se estaba mejor. Una rafaga de viento del norte bajo por la calle, levantando polvo y pedazos de papel y dejando una estela de pequenos torbellinos.
Se froto los ojos con los nudillos y parpadeo varias veces para limpiarlos. Luego miro a su alrededor. Delante, en la esquina, estaba el pub Chandos y justo detras habia un cartel vertical, texto en negro sobre fondo blanco, en el que se leia LONDON COLISEUM. Lo rodeaban estandartes azules y blancos con las letras ENO estampadas, que atrajeron su mirada. En el fondo azul palido del cielo destacaba claramente la elaborada cupula blanca. Cerca de la parte superior de la cupula unas letras blancas anunciaban algo sobriamente la ENGLISH NATIONAL OPERA. Gemma penso que debian encenderse por la noche.
Algo se removio en su memoria y se dio cuenta de que habia estado antes aqui. Ella y Rob habian ido al Albury Theatre calle arriba y luego habian parado a tomar algo en el pub Chandos. La noche habia sido calida y habian tomado sus copas afuera, escapando de la aglomeracion y el humo del bar. Gemma recordo que sorbia su Pimm’s y miraba como el publico de la opera se echaba a la calle con las caras animadas, moviendo las manos con gestos rapidos mientras diseccionaban la actuacion.
– Podria resultar divertido -le habia dicho con cierta nostalgia a Rob.
El habia sonreido de esa manera suya tan condescendiente y habia dicho, socarron:
– ?Vacas viejas en estupidos disfraces chillando a pleno pulmon? No seas ridicula, Gem.
Gemma sonrio pensando en la foto que habia visto de Caroline Stowe. A Rob se le hubiera caido la baba si se hubiera encontrado con ella cara a cara. Vaca vieja… El nunca sabria lo que se habia perdido.
Empujo las puertas del vestibulo. La embargo una ola de emocion por poder acceder a este glamouroso mundo de cuento de hadas.
– Alison Douglas -dijo a la gruesa mujer de cabello gris que habia en el mostrador de recepcion-. Es la asistente del gerente de la orquesta. Tengo una cita con ella.
– Entonces tendra que ir por detras, tesoro -respondio la mujer en un tono altanero. Hizo un gesto en curva con el dedo-. Detras de la manzana, al lado del muelle de carga.
Algo escarmentada, Gemma abandono la dorada y lujosa calidez del vestibulo y rodeo la manzana en la direccion indicada. Se encontro en un callejon lleno de entradas de reparto de pubs y restaurantes. La entrada al London Coliseum, con sus escalones de cemento y su pintura desconchada, se distinguia unicamente por el cada vez mas familiar logo ENO que habia cerca de la puerta. Gemma subio, paso adentro y miro con curiosidad la pequena recepcion con suelos de linoleo.
A su izquierda habia un portero sentado dentro de una cabina con ventanas de vidrio. Justo delante, otra puerta cerraba el paso a lo que debia ser el sanctasantorum. Se presento al portero, quien sonrio mientras entregaba a Gemma una hoja de registro sujeta a una tabla con una pinza. Era joven, pecoso y el pelo castano tenia toda la pinta de estar creciendo despues de un rapado al estilo mohawk. Gemma lo estudio con mas detenimiento y vio un diminuto orificio en el lobulo de su oreja, revelando la anterior presencia de un pendiente. Sin duda habia hecho un esfuerzo considerable por ponerse presentable para el trabajo.
– Llamare a la senorita Alison -dijo mientras le entregaba una identificacion adhesiva para que se la pusiera. Cogio el telefono y murmuro algo incomprensible-. Enseguida estara con usted.
Gemma se pregunto si el chico habria estado de servicio despues de la representacion de la noche del jueves. Su sonrisa amistosa auguraba un interrogatorio facil, pero seria mejor que esperara a que nadie los interrumpiera.
Empezaron a sonar las campanas de una iglesia.
– ?St. Martin’s? -pregunto.
El chico asintio mientras echaba un vistazo al reloj de la pared que tenia detras.
– Las once en punto. Puede poner su reloj en hora.
?Habria fieles que asistieran a los servicios de las once?, se pregunto Gemma, ?o dirigia la iglesia sus esfuerzos a los turistas?
Recordo lo sorprendida que se habia sentido cuando Alison Douglas habia aceptado verla esta manana y pregunto al portero:
– ?Aqui se trabaja siempre? ?Incluso un domingo por la manana?
El portero mostro su sonrisa.
– Funcion de tarde. Una de nuestra mayores atracciones. Especialmente cuando se trata de algo tan popular como
Perpleja, Gemma saco su cuaderno de notas del bolso y hojeo en busca de un dato.
–
– Los jueves y los sabados. Producciones…
El portero dejo de hablar cuando se abrio la puerta interior y cruzo por ella una joven mujer. Luego continuo:
– Ya lo entendera. -Le guino un ojo-. Alison se asegurara de que asi sea.
– Soy Alison Douglas. -Su fria mano asio la de Gemma con firmeza-. No haga caso de Danny. ?En que puedo ayudarla?
Gemma estudio el cabello corto castano claro, el sueter y la falda negros, los zapatos de plataforma, que no la llegaban a hacer tan alta como Gemma. Pero la caracteristica mas notable de Alison Douglas era ese aire de tomarse a si misma muy en serio.
– ?Hay algun sitio donde podamos hablar? ?Su oficina, quizas?
Alison dudo, luego abrio la puerta interior y con un gesto de la cabeza indico a Gemma que pasara delante de ella.
– Entonces sera mejor que me siga. Mire -anadio-, tenemos una representacion en menos de tres horas y hay cosas que he de hacer sin falta. Si no le importa seguirme, podemos hablar mientras caminamos.
– De acuerdo -dijo Gemma dudando que pudiera obtener algo mejor. Habian entrado en un laberinto subterraneo de pasillos verde oscuro. Gemma, ya perdida, caminaba tras los pies de Alison Douglas, los cuales torcian, giraban, subian, bajaban y vuelta a empezar. De vez en cuando bajaba la mirada a la sucia moqueta verde que pisaban sus pies y se preguntaba si Alison reconocia los dibujos de las