– ?Que paso exactamente? -pregunto Kincaid-. Tan solo he oido la historia por terceros.
– La unica persona que sabe exactamente lo que paso es Julia, puesto que ella estaba con el -dijo el vicario con una minuciosidad digna de un policia-. Pero hare lo posible por reconstruir la historia. Los ninos regresaban del colegio y tomaron un conocido atajo a traves del bosque. La lluvia nos habia dado un breve respiro por primera vez en varios dias. Matthew, satisfaciendo su deseo de juguetear a lo largo de la orilla del arroyo, cayo adentro y fue atrapado por la corriente. Julia trato de alcanzarlo y se adentro peligrosamente en el agua, pero al no lograrlo corrio a casa a buscar ayuda. Ya era demasiado tarde. Creo muy probable que el nino dejara de respirar antes de que Julia lo dejara.
– ?Le explico ella la historia?
Mead asintio mientras tomaba un sorbo de su te, luego dejo la taza y continuo.
– En fragmentos y me temo que muy poco coherentes. Vera. Ella estuvo luego muy enferma debido al
»Contrajo neumonia. Estuvo en una situacion critica por un tiempo. -El vicario meneo la cabeza y acerco las manos a la estufa electrica, como si el recuerdo le hubiera provocado frio-. La visite cada dia e hicimos turnos con la senora Plumley para sentarnos junto a ella durante los peores momentos.
– ?Y que pasaba con los padres? -pregunto Kincaid, notando como empezaba a indignarse.
La angustia provoco que la delicada cara del vicario se arrugase.
– El dolor en aquella casa era tan denso como el agua que mato a Matthew, senor Kincaid. No habia sitio en sus mentes o corazones para nada mas.
– ?Ni siquiera para su hija?
Apenas audible, casi para si mismo, Mead dijo:
– Creo que no podian soportar verla, saber que ella estaba viva y el no. -Sus ojos se encontraron con los de Kincaid y anadio con mas brio-: Vaya, he dicho mas de lo que deberia. Hacia mucho tiempo que no pensaba en ello y la muerte de Connor lo ha vuelto a traer a la memoria.
– Hay algo mas que no me esta diciendo. -Kincaid se sento un poco mas adelante. No estaba dispuesto a dejar pasar el asunto.
– No me corresponde juzgarlos, senor Kincaid. Fue un momento dificil para todos los implicados.
Kincaid lo interpreto como que, en opinion de Mead, los Asherton se habian comportado de forma abominable, pero que el no se permitia decirlo.
– Sir Gerald y Dame Caroline estan ahora pendientes de su hija.
– Y como he dicho, senor Kincaid, hace mucho tiempo de todo esto. Lo unico que siento es la nueva perdida de Julia.
Un movimiento junto a la ventana llamo la atencion de Kincaid. El viento habia levantado un remolino de hojas en el cesped del vicario. Dio unas cuantas vueltas y luego se desmorono. Unas cuantas hojas fueron empujadas hacia la ventana y golpearon levemente los cristales.
– Usted ha dicho que conocia a Matthew, pero en realidad es a Julia a quien debe de haber llegado a conocer bastante bien.
El vicario agito el poso del te en su taza.
– No estoy seguro de que nadie conozca bien a Julia. Siempre fue una nina callada. Alli donde Matthew se metia de lleno, Julia simplemente miraba y escuchaba. Esto hacia que una respuesta de ella, si bien rara, fuera tanto mas encantadora, y cuando se interesaba por algo parecia un interes genuino, no un mero entusiasmo transitorio.
– ?Y luego?
– Ella me hablo, claro, durante su enfermedad. Pero era un batiburrillo, desvarios infantiles. Y cuando se recupero se encerro en si misma. La unica vez que volvi a ver a la nina que habia sido fue en el dia de su boda. Tenia ese resplandor que tienen casi todas las novias el dia de su boda y que la suavizaba. -Con tono afectuoso, la sonrisa del vicario invitaba a ser comprensivo.
– Casi lo puedo imaginar -Kincaid penso en la sonrisa que habia visto cuando Julia les habia abierto la puerta pensando que era Plummy quien venia-. ?Dice que los caso? Pero pensaba…
– Connor era catolico, si. Pero no era practicante y Julia preferia casarse aqui, en St. Barts. -Senalo con la cabeza la iglesia cuyo caracteristico doble campanario era apenas visible al otro lado del sendero-. Oriente tanto a Connor como a Julia antes de la boda y debo decir que ya entonces tenia mis dudas.
– ?Por que? -Kincaid habia empezado a tener muy buena opinion de las percepciones del vicario.
– De alguna extrana manera me recordaba a Matthew, o Matthew si hubiera llegado a ser adulto. No se si puedo explicarlo… Era quizas demasiado superficial para mi gusto. Con un encanto tan extrovertido es a veces dificil saber lo que pasa por debajo de la superficie. Una union desafortunada, en cualquier caso.
– Por lo visto -coincidio con ironia Kincaid-. Pero estoy algo confundido. ?Quien no quiere conceder el divorcio a quien? Desde luego Julia parece haber llegado a sentir aversion por Connor. -Hizo una pausa, ponderando sus palabras-. ?Cree usted que podria haberlo matado, vicario? ?Es capaz de ello?
– Todos llevamos la semilla de la violencia en nosotros, senor Kincaid. Lo que siempre me ha fascinado es el precario equilibrio que la sostiene. ?Que factor provoca que una persona cruce la frontera y otra no? -Los ojos de Mead contenian una sabiduria acumulada durante toda una vida de observar lo mejor y lo peor del comportamiento humano. Y a Kincaid se le ocurrio que sus vocaciones no eran tan diferentes. El vicario parpadeo y continuo-: Pero para contestar a su pregunta le dire que no, no creo que Julia sea capaz de matar a nadie, sin importar las circunstancias.
– ?Por que dice «nadie»? -pregunto Kincaid, desconcertado.
– Solo porque hubo rumores cuando murio Matthew, y acabara oyendolos si rebusca entre las piedras durante el tiempo suficiente. Las acusaciones a la cara pueden haber sido refutables, no asi los cuchicheos a espaldas de ella.
– ?Que decian quienes cuchicheaban? -pregunto Kincaid sabiendo la respuesta de antemano.
Mead suspiro.
– Solo lo que uno puede esperar, siendo la naturaleza humana como es y sabiendo que estaba celosa de su hermano. Insinuaron que no trato de salvarlo… que incluso lo empujo.
– Entonces, ?estaba celosa de el?
El vicario se incorporo un poco en su silla y por primera vez sono algo irascible.
– ?Claro que estaba celosa! Como cualquier nino normal, dadas las circunstancias. -Sus ojos grises sostuvieron la mirada de Kincaid-. Pero tambien lo queria y jamas hubiera permitido que nada malo le ocurriera. Julia hizo tanto por salvar a su hermano como se podia esperar de una nina de trece anos asustada, probablemente mas. -Se levanto y empezo a poner los utensilios para el te en la bandeja-. No soy tan temerario como para calificar una tragedia de esta clase como un acto de Dios. Y los accidentes, senor Kincaid, a menudo son incontestables.
Kincaid coloco su tazon con cuidado en la bandeja mientras decia:
– Gracias, vicario. Ha sido muy amable.
Mead, con la bandeja en las manos, se quedo mirando por la ventana hacia el cementerio.
– No pretendo comprender como funciona el destino. En mi sector a veces es mejor no hacerlo -anadio, y el brillo aparecio de nuevo-, pero siempre me lo he preguntado. Los ninos cogian normalmente el autobus de la escuela para ir a casa, pero ese dia llegaron tarde y tuvieron que ir andando. ?Que