mesa en forma de media luna-. Pero uno se adapta. Y no es que disponga de demasiado tiempo para cocinar cosas elaboradas. -Miro a Kincaid en plan indirecta mientras le llenaba la copa de vino.
– Asi es la vida de un poli. De mi no recibiras compasion -le dijo, sonriendo. Pero la realidad es que admiraba su determinacion. Con horarios imposibles e impredecibles y los muchos casos acumulados, el departamento era una opcion dura para una madre soltera y opinaba que Gemma se lo montaba sorprendentemente bien. Sin embargo, no valia la pena mostrar compasion, ya que a Gemma le irritaba cualquier cosa que se pudiera interpretar como trato especial.
– Salud. -Levanto su copa-. Brindo por tu adaptabilidad. -Cocinaron pasta en el quemador de gas y la sirvieron con salsa preparada, ensalada, una barra de pan frances recien sacado del horno y una botella de un vino tinto bastante decente. No estaba mal para una cocina del tamano de un armario para utensilios de la limpieza.
– Ah, espera. Casi lo olvidaba. -Gemma se levanto de la silla y rebusco en su bolso, del que saco una cassette. La metio en un reproductor que habia en un estante encima de la cama y le llevo la caja a Kincaid-. Es Caroline Stowe interpretando a Violeta en
Kincaid escucho los suaves, casi melancolicos sones de la obertura. Mientras estaban haciendo la compra, le habia explicado a Gemma su encuentro con Sharon Doyle y sus visitas a Trevor Simons y el vicario. A su vez Gemma le habia relatado sus entrevistas en el Coliseum. Habia sido minuciosa como siempre, pero habia un elemento adicional en su relato, un interes que iba mas alla de los limites del caso.
– Este es el famoso brindis -dijo Gemma cuando la musica cambio-. Alfredo canta sobre su vida despreocupada, antes de conocer a Violeta. -Entusiasmado, Toby aporreo su taza sobre la mesa al compas de la alegre melodia-. Escucha ahora -dijo Gemma bajito-. Es Violeta.
La voz era mas sombria y rica de lo que el habia esperado e incluso en las primeras estrofas pudo oir su conmovedora potencia. Miro la cara absorta de Gemma.
– Te fascina todo esto, ?verdad?
Gemma tomo un sorbo de su vino, luego dijo despacio:
– Supongo que si. Nunca lo hubiera pensado. Pero hay algo… -Aparto la mirada de el y se dedico a cortar la pasta de Toby en trozos mas pequenos.
– No creo haberte visto nunca falta de palabras, Gemma -dijo Kincaid algo divertido-. Normalmente pecas de lo contrario. ?Que ocurre?
Levanto la mirada hacia el, apartandose un descarriado cabello color cobre de la mejilla.
– No lo se. No puedo explicarlo -dijo, pero su mano fue a parar a su pecho en un gesto mas elocuente que las palabras.
– ?Lo has comprado hoy? -Kincaid dio un golpecito a la caja de la cassette desde la que lo miraba una Caroline Stowe mas joven y cuya delicada belleza se veia acentuada por el traje del siglo diecinueve que vestia.
– En la tienda de regalos de la ENO.
El le sonrio.
– Eres una conversa, ?no? Una proselita. Te dire lo que haras: manana interrogaras a Caroline Stowe. Seguimos necesitando una explicacion mas detallada de sus movimientos del jueves por la noche. Asi podras satisfacer tu curiosidad.
– ?Que hay de la autopsia? -pregunto Gemma mientras limpiaba las manos de Tony con una servilleta-. Esperaba ir contigo. -Dio un cachete a Toby en el trasero cuando le hizo levantarse de la silla y le susurro-: Es hora de dormir, cielo.
Mirandola, Kincaid dijo:
– Puedo ir solo esta vez. Quedate aqui hasta que puedas ver a Tommy Godwin y luego ve a Badger’s End y aborda a Dame Caroline.
Abrio la boca para protestar, pero la cerro de nuevo tras unos segundos y se dedico a pinchar la ensalada con el tenedor. Asistir a autopsias era una cuestion de honor para Gemma y Kincaid se sorprendio de que no pusiera mas objeciones.
– He puesto a los de Thames Valley tras la pista de Kenneth Hicks -dijo, sirviendose un poco mas de vino en la copa.
– ?El corredor de apuestas? ?Por que querria deshacerse de su fuente de ingresos? Ahora no va a cobrar nada de Connor Swann.
Kincaid se encogio de hombros.
– Quizas sus jefes querian que fuera un ejemplo, empezar rumores entre los grandes jugadores, del tipo «esto es lo que te espera si no pagas, colega».
Gemma se acabo la pasta y aparto el plato. Luego cogio otro pedazo de pan y lo unto distraidamente con mantequilla.
– Pero el pagaba regularmente. El sueno de un corredor de apuestas, diria yo.
– Puede que tuvieran una discusion acerca de un pago. Quizas Connor descubrio que Kenneth no declaraba todas las ganancias y amenazo con decirselo a su jefe.
– No sabemos que lo hiciera. -Gemma se levanto y empezo a recoger los platos-. En realidad, sabemos muy poca cosa. -Dejo los platos otra vez en la mesa y conto con los dedos-: Necesitamos saber exactamente lo que hizo Connor durante ese dia. Sabemos que almorzo en Badger’s End y que iba a encontrarse con alguien, pero no sabemos quien. ?Por que vino a Londres? ?A quien vio en el Coliseum? ?Adonde fue aquella noche despues de volver de Londres? ?A quien vio entonces?
Kincaid le sonrio.
– Bueno, eso nos indica al menos por donde comenzar -dijo, y sintio alivio al ver de nuevo en su companera su actitud combativa.
Despues de que Gemma hubiera puesto a Toby a dormir, Kincaid trato de ayudarla a lavar los platos, pero en la cocina no cabia mas que uno.
– ?Sardinas? -sugirio mientras se abria paso por detras de ella para guardar el pan. La coronilla de ella le llegaba justo a la barbilla y de pronto fue consciente de las curvas de su cuerpo. Se dio cuenta de lo facil que seria poner las manos en sus hombros y sostenerla entre sus brazos. Su cabello le hacia cosquillas en la nariz y dio un paso atras para estornudar.
Gemma se dio la vuelta y lo miro de una manera que no supo interpretar. Luego dijo, alegremente:
– ?Por que no te sientas en la silla mientras acabo?
Estudio con recelo el objeto en acero cromado y cuero negro y dijo:
– ?Estas segura de que no es un instrumento de tortura? ?O una escultura? - Pero cuando se sento con cuidado en ella, la encontro enormemente comoda.
Su expresion debio delatarlo porque Gemma se rio y dijo:
– No te fiabas de mi.
Acerco una silla y charlaron amigablemente mientras terminaban el vino. Kincaid se sintio en paz, liberado de la agitada tension que lo habia perturbado antes y reacio a levantarse e irse a casa. Pero cuando vio a Gemma ahogar un bostezo, dijo:
– Nos hemos de levantar temprano los dos. Mejor que me vaya. -Ella no puso objecion alguna.
No fue hasta que se encontro en el coche que se dio cuenta de que no le habia dicho nada de Sharon Doyle y sus acusaciones a Julia Swann por el asesinato de su marido. Histeria, penso, encogiendose de hombros. No valia la pena explicarlo.
Una vocecilla le recordo que tampoco le habia hablado de la enfermedad de Julia tras la muerte de su hermano y su unica excusa para esta omision era que dar a conocer la historia del vicario apestaba a traicion de tal manera que no podia explicarlo.