les hizo retrasarse?
7
Kincaid reorganizo los archivos de su escritorio y se paso la mano por el pelo hasta dejarlo levantado como una cresta. La tregua de la tarde de domingo en Scotland Yard normalmente proporcionaba el momento perfecto para poner al dia los papeles, pero hoy la concentracion le eludia. Se desperezo y echo una ojeada a su reloj. Habia pasado la hora del te y la repentina sensacion de vacio en su estomago le recordo que tampoco habia almorzado. Tiro los informes que habia logrado terminar en la bandeja de salidas, se levanto y cogio la chaqueta del perchero.
Iria a casa, se encargaria de Sid, volveria a hacer su bolsa de viaje y quizas pediria comida china para llevar. Normalmente la perspectiva lo hubiera satisfecho, pero hoy no habia conseguido aliviar la inquietud que lo habia perseguido desde que dejo la vicaria y cogio el tren de regreso a Londres. La imagen de Julia se le aparecio otra vez. Su cara era mas joven, mas suave, pero palida en contraste con el pelo oscuro y mate por la fiebre, y se agitaba desconsolada en la cama, entre las sabanas blancas.
Se pregunto cuanta influencia politica ejercian los Asherton y con cuanto cuidado debia andarse.
No fue hasta que salio del garaje de Scotland Yard y entro en Caxton Street que penso en telefonear otra vez a Gemma. Habia llamado varias veces durante la tarde sin poder localizarla, a pesar de que debia de haber acabado el interrogatorio en la opera hacia horas. Miro el telefono movil, pero no lo cogio. Al dar la vuelta por St. James Park se encontro dirigiendose hacia Islington en lugar de Hampstead. Hacia semanas que Gemma se habia mudado al nuevo piso y su algo embarazosa alegria lo intrigaba. Apareceria por sorpresa para ver si por casualidad la encontraba en casa.
Luego recordo el cuidado que puso Gemma en evitar invitarlo a su casa de Leyton, pero trato de no pensar en ello.
Paro delante de la direccion que le habia dado Gemma y estudio la vivienda que tenia delante. Era una construccion victoriana separada, de piedra lisa color miel. Se trataba de una mas entre un batiburrillo de casas construidas entre dos de los edificios georgianos en forma de arco que habia en Islington. Las dos ventanas en curva captaban la luz del atardecer y una verja de hierro rodeaba el cuidado jardin. En los escalones de la entrada, dos perros negros, grandes, de raza indeterminada lo miraban atentos, preparados para protestar si Kincaid fuera a cruzar los limites de la cancela. Reconocio la descripcion que le habia hecho Gemma y fue a aparcar el coche en el hueco mas cercano. Regreso a pie, siguiendo la pared del jardin.
Las puertas del garaje estaban pintadas en un alegre color amarillo narciso, al igual que la puerta mas pequena a su izquierda. Encima habia un discreto numero 2 en negro que le confirmo que habia dado con la direccion correcta. Llamo a la puerta y al no contestar nadie decidio sentarse en el escalon que llevaba al jardin. Apoyo la espalda contra las barras de la estrecha verja y espero.
Oyo el coche antes de llegar a verlo.
– Te van a poner una multa si aparcas en la doble linea amarilla -le dijo mientras Gemma abria la puerta.
– No, si bloqueo mi propio garaje. ?Que estas haciendo aqui, jefe?
Desabrocho el cinturon de Toby y este trepo por encima de ella, gritando excitado.
– Que agradable que alguien lo aprecie a uno tanto -dijo Kincaid dando una palmada a Toby. Luego lo cogio en brazos y le alboroto el pelo liso y rubio-. El motor empieza a sonar a metalico -continuo diciendole a Gemma mientras ella cerraba el Escort.
Hizo una mueca.
– No me lo recuerdes. Al menos no todavia. -Se quedaron mirandose, incomodos; Gemma con un ramo de rosas rosas en el pecho. El silencio se prolongo y aumento la incomodidad.
?Por que habia pensado Kincaid que podria cruzar sin consecuencias las barreras que Gemma habia levantado tan cuidadosamente? Esta invasion de su intimidad, palpable como una piedra, parecia separarlos.
– Lo siento. No voy a entrar. Es que no te podia localizar y he pensado que podiamos ponernos al dia. -Sintiendose cada vez mas contrito, anadio-: Puedo llevaros a ti y a Toby a comer algo.
– No seas bobo. -Busco las llaves en su bolso-. Entra, por favor. -Gemma abrio la puerta y se retiro, sonriente, para dejarlo pasar. Tommy, chillando, paso entre los dos como una flecha-. Esta es mi casa -dijo Gemma, mientras entraba detras de el.
Su ropa colgaba en un perchero al lado de la puerta. Kincaid rozo un vestido y olio por un instante la fragancia floral del perfume que Gemma llevaba normalmente. Se tomo su tiempo, echando una ojeada con placer, contemplando. Le sorprendio la simplicidad, y sin embargo, de alguna manera, no le sorprendio.
– Te pega -dijo finalmente-. Me gusta.
Gemma se movio como si la acabaran de liberar. Cruzo la habitacion hacia la pequena cocina y lleno de agua un jarron para las rosas.
– A mi tambien. Y creo que a Toby tambien -dijo, senalando con la cabeza hacia su hijo. Este estaba abriendo los cajones de un banco de debajo de las ventanas que daban al jardin-. Pero esta tarde me he llevado una buena zurra de mi madre. Ella opina que este no es un sitio adecuado para un nino.
– Al contrario -dijo Kincaid. Paseo por la habitacion e inspecciono con mayor detenimiento-. Hay algo de ingenuo en este espacio, como una casa de munecas. O la cabina de un barco, donde todo tiene su lugar.
Gemma rio.
– Le he dicho a mi madre que al abuelo le hubiera encantado. Estuvo en la marina. -Coloco las flores en una mesa de centro. El rosa daba una nota de color al negro y gris de la habitacion.
– La eleccion obvia hubiera sido el rojo -dijo Kincaid, sonriendo.
– Demasiado aburrido. -Dos pares de bragas, algo desgastadas y raidas por las gomas, colgaban frente al radiador. Ruborizada, Gemma las cogio rapidamente y las metio en un cajon junto a la cama. Encendio las lamparas y cerro los estores, dejando afuera el jardin en penumbra-. Me voy a cambiar.
– Dejame que os invite. -Seguia sintiendose obligado a reparar el dano-. A menos que ya tengais planes -anadio, ofreciendo asi una escapatoria facil-. O podemos tomar una copa rapidamente, nos ponemos al dia, y me ire enseguida.
Gemma se quedo de pie un momento, con la chaqueta en una mano y una percha en la otra, mirando alrededor como evaluando las posibilidades.
– No. Hay un Europa justo en la esquina. Compraremos un par de cosas y cocinaremos. -Colgo la chaqueta con decision y saco unos tejanos y un sueter del baul que habia junto al perchero.
– ?Aqui? -pregunto Kincaid, echando una ojeada de desconfianza a la cocina.
– Cobarde. Tan solo se necesita practica. Ya veras.
– Tiene sus limitaciones, -admitio Gemma mientras empujaban las sillas hacia la