– Vivo solo, exceptuando mi gata, pero estoy seguro de que ella respondera por mi. Se llama Salome, por cierto, y debo decir que le pega…

– ?A que hora llego a casa? ?Por casualidad lo recuerda?

– De hecho si. -Hizo una pausa y le sonrio, como esperando palabras de elogio-. Tengo un reloj de pie y recuerdo oir dar la hora poco despues de llegar, de modo que debio ser antes de medianoche.

Estaba en punto muerto. El no podia demostrar su declaracion, pero sin mas pruebas ella no tenia modo de refutarla. Gemma lo miro fijamente, preguntandose que habria bajo ese convincente aspecto.

– Necesitare su direccion, senor Godwin, asi como el nombre de la persona con quien hablo despues de ver a Sir Gerald. -Arranco una pagina de su cuaderno de notas y miro mientras Tommy Godwin escribia la informacion con su cuidada caligrafia de zurdo. Repaso mentalmente la entrevista y se dio cuenta de que era lo que le habia estado fastidiando y lo habilmente que Tommy Godwin lo habia esquivado.

– ?Conocia bien a Connor Swann, senor Godwin? Nunca lo ha mencionado.

Tapo con cuidado el boligrafo de Gemma y se lo devolvio. Luego empezo a doblar el papel en cuadrados perfectos.

– Lo vi de vez en cuando a lo largo de los anos, por supuesto. He de confesar que no era santo de mi devocion. No me explico por que Gerald y Caro continuaron aguantandolo cuando incluso Julia no lo hacia. Pero quizas ellos sabian algo sobre el que yo desconocia. -Arqueo una ceja y obsequio a Gemma con una semisonrisa-. Pero claro, la opinion que tiene uno sobre el caracter de una persona nunca es infalible, ?no cree, sargento?

8

La rotonda de High Wycombe le recordo un juguete que Kincaid habia tenido de nino, una serie de engranajes de plastico entrelazados que giraban alegremente cuando uno daba vueltas a la manivela. Pero en este caso, cinco mini rotondas rodeaban una rotonda grande. Los seres humanos metidos en cajas de acero eran los que giraban y nadie en la hora punta de ese lunes estaba alegre. Vio un hueco en el trafico que venia en direccion contraria y se lanzo, solo para ser recompensado con el dedo de un camionero impaciente.

– Lo mismo digo, colega -farfullo Kincaid mientras escapaba, agradecido, de la ultima de las mini rotondas.

Un atasco en la M40 lo habia retrasado y llego al Hospital General de High Wycombe media hora tarde para la autopsia. Kincaid llamo a la puerta de la sala de autopsias y la abrio lo justo para dejar pasar su cabeza. Dando la espalda a Kincaid habia un hombre pequeno, vestido con un pijama quirurgico verde, que estaba de pie frente a una mesa de acero inoxidable.

– El doctor Winstead, ?supongo? -pregunto Kincaid-. Perdone que llegue tarde. -Entro en la sala y dejo que la puerta oscilara hasta que se cerro detras de el.

Winstead le dio un toque al interruptor de pie de la grabadora mientras se daba la vuelta.

– ?Comisario Kincaid? -Desplazo el microfono de la boca con el dorso de la muneca-. Siento no poder estrecharle la mano -y a modo de demostracion levanto una mano enguantada-. Me temo que se ha perdido casi todo lo mas divertido. He empezado un poco antes para tratar de avanzar faena. Tendria que haber terminado a su tipo el sabado, o ayer a mas tardar. Pero hubo un incendio en unas viviendas subvencionadas y nos pasamos el fin de semana identificando restos.

Era rechoncho, tenia una mata de pelo grisaceo rizado y unos ojos negros como de animalito de peluche. Winstead hacia honor a su nombre. Kincaid penso que su vision de Winnie the Pooh, bisturi en mano, no andaba tan errada. Y como tantos patologos forenses que habia conocido, Winstead parecia indefectiblemente jovial.

– ?Ha encontrado algo interesante? -pregunto Kincaid, igualmente contento de que el cuerpo de Winstead bloquease parte de la mesa de acero. A pesar de haberse acostumbrado a ver la enorme incision en forma de Y y el cuero cabelludo levantado, nunca disfrutaba de la vista.

– Me temo que nada para lanzar cohetes. -Dio la espalda a Kincaid y puso a trabajar de nuevo sus manos enguantadas-. He de terminar un par de cosas y luego podriamos escaparnos un momento a mi despacho, si quiere.

Kincaid se quedo mirando mientras el aire frio de los ventiladores le llegaba a torrentes por detras del cuello. Al menos no tenia que lidiar con los olores ya que el agua fria y la refrigeracion habian retrasado bastante los procesos naturales del cuerpo. A pesar de que soportaba ver casi todo, todavia tenia que esforzarse mucho para reprimir las arcadas que le venian en respuesta a los olores de un cuerpo en descomposicion.

Una mujer joven en pijama quirurgico entro en la sala y dijo:

– ?Estas listo, Winnie?

– La tarea de recoger se la dejo a mi asistente -le dijo Winnie a Kincaid por encima del hombro-. A ella le gusta hacer el trabajo bonito. ?No es asi, Heather, querida? -anadio sonriendole-. Le proporciona una sensacion de satisfaccion en el trabajo. -Se saco los guantes, los tiro en un cubo de la basura y se lavo bien las manos en el lavabo.

Heather puso los ojos en blanco con indulgencia.

– Es que tiene celos -dijo por lo bajo a Kincaid-, porque soy mas cuidadosa que el. -Se puso un par de guantes y continuo-. Para cuando haya acabado, la madre de este chico se sentira orgullosa de el. ?No es asi, Winnie?

Por lo menos la amantisima madre de Connor Swann se habia ahorrado admirar la maestria de Heather, penso Kincaid. Se pregunto si Julia desafiaria las convenciones hasta el punto de evitar tanto el deposito como el funeral.

Mientras Winstead acompanaba a Kincaid fuera de la sala, dijo:

– Tiene razon. Yo hago el trabajo, pero ella es una perfeccionista y su mano es mucho mas precisa que la mia. -Condujo a Kincaid por distintos corredores y paro por el camino a recoger dos cafes de maquina-. ?Solo? -pregunto, oprimiendo los botones con familiaridad.

Kincaid acepto el vaso de plastico y sorbio el contenido. Encontro el liquido igual de atroz que el cafe de Scotland Yard. Siguio a Winstead a la oficina y se paro a examinar un craneo humano que decoraba el escritorio del medico. Habia unos pequenos cilindros de goma sujetos a la cara mediante alfileres. Cada uno tenia una altura distinta y llevaba un numero en tinta negra en la punta.

– ?Arte o vudu, doctor?

– Una tecnica de reconstruccion facial que me ha prestado un colega antropologo. El sexo y la raza se suponen midiendo ciertas caracteristicas del craneo, luego se colocan los marcadores de profundidad de la piel de acuerdo a informacion obtenida de tablas estadisticas. Se anade arcilla segun el grosor que indiquen los marcadores y, voila, ya tienes una cara humana otra vez. En realidad es bastante eficaz a pesar de que esta etapa parezca sacada de Pesadilla en Elm Street. Heather esta interesada en la escultura forense y con las manos que tiene no dudo de que lo hara muy bien.

Antes de que Winstead se entusiasmara demasiado con el tema de los encantadores atributos de Heather, Kincaid penso que seria mejor cambiar de tema.

– Digame, doctor -dijo, mientras se sentaban en unas sillas de cuero viejas-, ?se ahogo Connor Swann?

Winstead fruncio el ceno, lo que le daba un aire mas comico que fiero, y parecio que regresaba al tema del cuerpo en cuestion.

– Es un bonito problema, comisario, como estoy seguro de que ya sabra. El ahogamiento es imposible de probar mediante una autopsia. En realidad se trata de un diagnostico por

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