– Bien, esto; no es que la llegara a conocer exactamente.

Kincaid arqueo una ceja.

– ?Como se puede no conocer a alguien exactamente?

– La vi. Es decir, la fui a ver, y la vi. -Al ver la expresion de duda de Kincaid Frye se ruborizo y dijo-: A la mierda. Me siento como un idiota. Un verdadero imbecil. Sentia curiosidad por ella, despues de todo lo que habia oido. De modo que cuando vi la noticia en el periodico de su exposicion en Henley…

– ?Fue a la inauguracion?

– Mi esposa iba a pasar la noche fuera, con su madre, y pense, bueno, por que no. No le hago dano a nadie.

– ?Por que habria de hacerlo? -pregunto Kincaid, algo perplejo.

– Quiero pintar -dijo sencillamente Frye-. Para empezar, esa fue la razon por la cual estudie bellas artes. Mi mujer piensa que es una frivolidad, con dos hijos que mantener y todo eso…

– ?…y los artistas ejercen mala influencia? -Kincaid acabo la frase por el.

– Algo parecido. -Sonrio compungido-. A veces exagera un poco. Supongo que piensa que si alguien agitara un pincel en mi cara, me largaria y los abandonaria a su suerte.

– Entonces, ?que paso en la inauguracion? ?Conocio a Julia?

Frye miro mas alla de Kincaid con ojos sonadores.

– Es muy atractiva, ?verdad? Y sus pinturas… Bueno, si yo supiera pintar asi, no me pasaria la vida haciendo bocetos para Carpetland o para suministros de fontaneria White. -Hizo una mueca de desaprobacion-. Pero no se. -Se centro de nuevo en Kincaid-: No la llegue a conocer, pero no por no intentarlo. Habia bebido mi copa de champan barato -gran parte habia caido en mi camisa por los codazos- y casi me habia abierto camino por entre la masa de gente cuando vi que ella salia por la puerta de la entrada.

– ?La siguio?

– Consegui llegar a la puerta a codazos, pensando que al menos podria presentarle mis respetos al salir.

– ?Y? -insistio impaciente Kincaid.

– No estaba por ninguna parte.

9

Los arboles arqueandose por encima, las ramas entrelazandose como dedos enroscados que apretaban mas y mas fuerte… Gemma se soplo un mechon de pelo de la cara y dijo en voz alta: ?Que tonta! Las palabras parecieron resonar en sus oidos. Despues, el silencio se hizo de nuevo en el coche, excepto por los ocasionales chirridos en los cristales de las ventanas de las ramitas y raices que sobresalian de los taludes. El sonido le recordo el de unas rascando una pizarra. Londres y la cortesia urbana de Tommy Godwin parecian estar a anos luz, y por un momento deseo haber insistido en asistir a la autopsia con Kincaid. Este habia dejado un mensaje para ella en Scotland Yard en el que resumia los mas bien inconcluyentes resultados.

Redujo a segunda cuando la pendiente se hizo mas pronunciada. Kincaid habia estado con ella cuando condujo por este camino la primera vez. Su presencia impidio que le acechara la claustrofobia. Que tonteria, de verdad, se autocensuro. Despues de todo era solamente una carretera estrecha. Parte de su incomodidad se debia sin duda a su urbana desconfianza de todo lo rural.

Sin embargo, se sintio aliviada cuando vio la entrada al camino de Badger’s End y poco despues paro en el claro que habia delante de la casa. Salio del coche y se quedo parada un momento. A pesar del aire frio le llego el aroma humedo del mantillo, denso como otono destilado.

Entre la calma oyo el mismo zumbido agudo que Kincaid y ella notaron la ultima vez. Miro hacia arriba, buscando lineas electricas, pero solo vio mas hojas y un parche de cielo uniformemente gris. Quizas fuera un generador o un transformador, o a lo mejor -sonrio, su humor mejoraba por momentos- un ovni. Trataria de hacerselo tragar al jefe.

Sus labios seguian curvados insinuando una sonrisa cuando llamo al timbre. Vivian Plumley abrio la puerta, como la vez anterior, pero esta vez sonrio al reconocer a Gemma.

– Sargento. Por favor, entre.

– Me gustaria hablar con Dame Caroline, senora Plumley. -Respondio Gemma cuando entro en el vestibulo de piedra-. ?Esta en casa?

– Si. Pero esta dando una clase justo ahora.

Gemma oyo el piano, luego una voz de soprano canto un verso rapido y cadencioso. Unas palabras que no pudo distinguir interrumpieron el canto y una segunda voz repitio el verso. Era mas sombria y compleja que la primera; poseia una singularidad indefinible. Incluso tras la puerta cerrada del salon Gemma pudo reconocerla de inmediato.

– Es Dame Caroline.

Vivian Plumley la miraba con interes.

– Tiene buen oido, querida. ?Donde la ha escuchado?

– En una cinta -respondio Gemma bruscamente. De repente se mostro reacia a confesar su interes.

Vivian miro su reloj.

– Venga a tomar un te. Acabara pronto.

– ?Que estan cantando? -pregunto Gemma mientras seguia a Vivian por el pasillo.

– Rossini. Una de las arias de Rosina de El barbero de Sevilla. En italiano, gracias a Dios. -Le sonrio por encima del hombro mientras empujaba la puerta de la cocina-. Aunque en esta casa no es politicamente correcto decirlo.

– ?Por la politica de la ENO?

– Exactamente. Sir Gerald esta firmemente de acuerdo con su postura. Creo que Caro siempre ha preferido cantar opera en la lengua original, pero no suele expresar su opinion con energia. - Vivian sonrio de nuevo, carinosamente. El desacuerdo parecia obviamente una tradicion familiar que venia de antiguo.

– Algo huele divinamente -Gemma respiro hondo. Despues de la visita anterior, la cocina le parecia tan reconfortante y familiar como su propia casa. La cocina Aga roja irradiaba calor como un corazon de hierro fundido. Encima habia dos hogazas de pan enfriandose sobre una rejilla.

– Acabo de sacar el pan del horno. -Vivian coloco unos tazones y una tetera de ceramica en una bandeja. En el fogon descansaba un humeante hervidor de cobre.

– ?No utiliza una tetera electrica? -pregunto Gemma con curiosidad.

– Soy un dinosaurio, supongo. Nunca me han gustado los artilugios. -Centro la atencion en Gemma y anadio-: ?Tomara un poco de pan caliente? Ya es casi la hora del te.

– Almorce antes de salir de Londres. -Gemma recordo el bocadillo frio y grasiento de salchicha que habia comido rapidamente en la cantina de Scotland Yard tras la entrevista en LB House-. Pero si, tomare un poco, gracias.

Se acerco a Vivian mientras esta vertia el agua hirviendo en la tetera de ceramica y empezaba a cortar el pan.

– ?Integral?

– Si. ?Le gusta? -Vivian parecia complacida-. Es mi sello caracteristico y me temo que tambien mi terapia. Lo amaso a mano dos veces, y es necesario dejar que fermente tres veces, pero en el horno se hincha de maravilla. -Le lanzo a Gemma una mirada divertida-. Y es dificil que una siga frustrada con la vida despues de haber trabajado tanto la masa.

Cuando se sentaron en la mesa de roble llena de marcas, Gemma le explico:

– Creci en una panaderia. Mis padres tienen una pequena en Leyton. La mayor

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