– Hemos seguido una posible pista sobre ese Kenneth Hicks, comisario. Rumores de fuentes procedentes de las carreras indican que frecuenta un pub de Henley llamado Fox and Hounds. Esta en el extremo de la ciudad, en una salida de la carretera de Reading.
Kincaid habia pasado por Henley al volver de Reading y ahora tendria que dar la vuelta y retroceder. Solto un taco por lo bajo, pero no critico a Makepeace por no llamarle al localizador o al telefono del coche. No valia la pena echar a perder el buen rollo entre ellos.
– ?Se sabe algo sobre el?
– Nada en los archivos, que digamos, solo un par de delitos juveniles. Por lo que parece se trata de un maleante insignificante, nada serio. Alguna vez ha metido mano en alguna caja; ese tipo de cosas.
– ?Descripcion?
– Entre alrededor de un metro setenta y cinco; sesenta kilos; pelo claro y ojos azules. Sin direccion conocida. Si quiere hablar con el, imagino que tendra que ir a tomar una copa al Fox and Hounds.
Kincaid suspiro con resignacion ante la perspectiva:
– Gracias, sargento.
Al contrario que el pub de Reading donde habia almorzado, el Fox and Hounds resulto ser tan deprimente como habia imaginado. La escasa actividad de ultima hora de la tarde se centraba alrededor de la mesa de billar situada en la sala del fondo, pero Kincaid prefirio el bar y se sento de espaldas a la pared en una mesa con tablero de plastico. Comparado con otros clientes, penso que llamaba la atencion vestido con sus tejanos y su jersey de lana gruesa. Sorbio la espuma de la pinta de cerveza Brakspear y se dispuso a esperar.
Habia bebido la mitad de su cerveza lo mas lentamente que habia podido cuando entro un hombre cuya descripcion coincidia con la de Kenneth Hicks. Kincaid lo miro mientras se acercaba a la barra, dirigia unas palabras en voz baja al camarero y finalmente aceptaba una cerveza. Llevaba ropa de aspecto caro, pero que le sentaba mal debido a su cuerpo menudo. La cara estrecha tenia el mal aspecto de los que en su infancia pasaron hambre. Kincaid vio por encima del borde de su vaso de cerveza como el hombre miraba nerviosamente por el bar y luego se sentaba en una mesa junto a la puerta.
La paranoia del maldito granuja le hubiera delatado incluso si su aspecto no lo hubiera hecho, penso Kincaid, sonriendo con satisfaccion. Bebio algo mas de su cerveza, luego se levanto y con aire indiferente se llevo el vaso a la mesa del otro hombre.
– ?Le importa que me siente? -Aparto una silla y se sento.
– ?Que pasa si me importa? -respondio el hombre, que retrocedio y sostuvo el vaso contra su cuerpo, como si fuera un escudo.
Kincaid se fijo en las motas de caspa mezcladas con gel fijador que oscurecia su pelo.
– Si es Kenneth Hicks, no esta de suerte, porque necesito hablar con usted.
– ?Y que si lo soy? ?Por que iba yo a hablar con usted? -Sus ojos no dejaban de moverse por el cuerpo de Kincaid, pero este se habia colocado entre el y la puerta. La luz gris que venia de las ventanas iluminaba las imperfecciones de la cara de Hicks: una zona donde no se habia afeitado bien la barba rubia, una marca oscura en la barbilla justo donde se habia hecho un corte…
– Porque se lo he pedido amablemente -Kincaid saco sus credenciales del bolsillo y sostuvo la tarjeta delante de la cara de Hicks-. Si no le importa, dejeme ver alguna identificacion.
Un brillo de sudor aparecio encima del labio superior de Hicks.
– No tengo por que. Esto es acoso.
– No creo que sea acoso, en absoluto -dijo Kincaid con suavidad-, pero si quiere puedo llamar a la policia local y podemos tener esta conversacion en la comisaria de Henley.
Por un momento penso que Hicks echaria a correr y se asento mejor en la silla, con los musculos tensos. Luego Hicks dejo su vaso en la mesa con un golpe y, sin dirigir la palabra a Kincaid, le entrego su carne de conducir.
– ?Una direccion de Clapham? -pregunto Kincaid despues de examinarlo.
– Es de mi madre -dijo Hicks con resentimiento.
– Pero usted vive aqui, en Henley, ?no es asi? -Kincaid meneo la cabeza-. Tiene que poner estas cosas al dia, ?sabe? Queremos saber donde encontrarlo cuando lo necesitemos. -Saco un cuaderno de notas y un boligrafo de su bolsillo y los empujo al otro lado de la mesa-. ?Por que no me escribe su direccion antes de que nos olvidemos? Asegurese de que sea la correcta -anadio mientras Hicks cogia el boligrafo a reganadientes.
– ?Que le importa? -pregunto Hicks mientras anotaba unas lineas en el papel y se lo devolvia a Kincaid.
El comisario alargo la mano para que le devolviera el boligrafo.
– Bueno, tengo un gran interes por no perder el contacto con usted. Estoy investigando la muerte de Connor Swann y creo que sabe mucho sobre el. Seria raro que no fuera asi, teniendo en cuenta la cantidad de dinero que le pagaba todos los meses. -Kincaid bebio otro sorbo de su cerveza y sonrio a Hicks. La piel cetrina de este paso a ser casi de color verde ante la mera mencion de Connor.
– No se de que esta hablando -chillo Hicks. Kincaid pudo oler su miedo.
– Yo creo que si lo sabe. Lo que yo he oido es que usted hace de recaudador extraoficial para un corredor de apuestas, aqui en la ciudad, y que Connor le debia dinero.
– ?Quien le ha dicho eso? Si ha sido esa fulana suya, la voy a…
– Ni se te ocurra tocar a Sharon Doyle -le tuteo Kincaid, inclinandose hacia Hicks y abandonando su fingida afabilidad-. Y sera mejor que no sea propensa a los accidentes, porque te considerare responsable, incluso si solo se rompe el menique. ?Queda claro? -Espero a que asintiera y luego dijo-: Bien. Sabia que eras un tipo listo. En fin, lamentablemente Connor no comento sus problemas financieros con Sharon, de modo que vas a tener que ayudarme. ?Si Connor debia dinero a tu jefe, por que te pagaba a ti directamente?
Hicks tomo un trago largo de su cerveza y luego saco del bolsillo de su chaqueta un paquete arrugado de Benson & Hedges. El sobre de cerillas que uso para encender un cigarrillo llevaba el nombre del pub. Parecia armarse de valor con cada calada.
– No se de que habla, y no puede…
– Puede que Connor no cuidase mucho ciertos aspectos de su vida, pero en cambio en otros era muy meticuloso. Documentaba cada cheque que escribia, ?lo sabias, Kenneth? ?Te importa que te llame Kenneth? -anadio Kincaid, todo cortesia. Al no obtener respuesta de Hicks, continuo-: Te pagaba grandes sumas regularmente. Tengo curiosidad por saber si esas cantidades coinciden con lo que el debia a tu jefe.
– ?Dejele fuera de esto! -Hicks casi grito, y vertio cerveza sobre la mesa. Miro a su alrededor para ver si alguien mas lo habia oido, luego se inclino hacia delante y bajo la voz hasta un susurro-. Se lo advierto, dejelo.
– ?Que estabas haciendo, Kenneth? ?Un poco de usura por tu cuenta? ?Cobrabas intereses sobre las deudas de Con? Por alguna razon no creo que tu jefe se tome demasiado bien que peles asi a sus clientes.
– Teniamos un acuerdo privado. Lo ayudaba cuando tenia problemas, lo mismo que hubiera hecho el por mi, lo mismo que cualquier colega.
– Colegas, ?eh? Bueno, esto le da un nuevo cariz al asunto. En ese caso estoy seguro de que a Connor no le importaba que te sacaras un sobresueldo gracias a sus deudas. -Kincaid se inclino hacia delante, con las manos en el borde de la mesa, reprimiendo el deseo de coger a Hicks por las solapas de su cazadora de cuero y zarandearlo como a un muneco-. Eres una sanguijuela, Kenneth, y con amigos asi, ?quien necesita enemigos? Quiero saber cuando fue la ultima vez que viste a Connor, y quiero saber de que hablasteis exactamente, porque empiezo a pensar que Connor se canso de pagarte tu parte. Quizas te amenazo con ir a