hablar con tu jefe. ?Es eso lo que paso, Kenneth? Luego quizas tuvisteis una pelea y lo empujaste al rio. ?Que opinas, majote? ?Es asi como ocurrio?

El bar habia empezado a llenarse de gente y Hicks tuvo que levantar la voz un poco para hacerse oir por encima del murmullo de voces.

– No, ya se lo he dicho, no fue asi.

– ?Como fue entonces? -Kincaid trato de ser razonable.

– Con habia tenido un par de fuertes perdidas, una detras de otra, y no consiguio la guita. Yo andaba bien de dinero y lo cubri. Despues, empezo a ser un habito.

– Un mal habito, como el juego. Y un habito del cual Con se canso rapido, ?no? Con no te habia extendido un solo cheque en las ultimas semanas antes de su muerte. ?Te estaba evitando, Kenneth? ?Habia tenido ya bastante?

El labio superior de Hicks estaba lleno de gotitas de sudor y se las limpio con el dorso de su mano.

– No, tio. Los caballos se habian portado bien con el durante las ultimas semanas, para variar. Me pago lo que me debia. Estabamos en paz, lo juro.

– Eso es verdaderamente reconfortante, como dos amiguitos. Seguro que tambien os disteis la mano. -Kincaid tomo un sorbo de su vaso otra vez, luego dijo en tono distendido-: Es buena la cerveza local ?no crees? -Antes de que Hicks pudiera contestar se inclino por encima de la mesa hasta llegar a pocos centimetros de la cara del hombre-. Incluso si te creyera, que no es el caso, creo que buscarias otra manera de desplumarlo. Pareces saber mucho sobre su vida personal, teniendo en cuenta vuestro acuerdo comercial. ?Buscabas otro mercado, Ken? ?Descubriste algo sobre Connor que no queria que nadie mas supiese?

Hicks retrocedio.

– No se de que esta hablando -dijo y se limpio un poco de baba del labio inferior-. ?Por que no le pregunta a esa puta lo que sabe? Quizas descubrio que antes muerto que casarse con ella. -Sonrio mostrando sus dientes manchados de nicotina. Kincaid penso que su sonrisa no era mejor que su mirada de desden-. A lo mejor fue ella quien lo empujo al rio. ?Lo ha pensado, senor sabelotodo?

– ?Que te hace pensar que no se hubiera casado con Sharon?

– ?Por que habria de hacerlo? ?Quedarse pillado con una vaca estupida como ella, y encima cargar con la hija de otro cabronazo? ?Ni loco! -Hicks se rio por lo bajo y saco otro cigarrillo del paquete. Lo encendio con la colilla del primer cigarrillo-. Y ella… con una bocaza como la de una verdulera.

– Eres un verdadero senor, Kenneth -dijo Kincaid, generoso en sus piropos-. ?Como sabes que Sharon pensaba que Con tenia intencion de casarse con ella? ?Te lo dijo ella?

– ?Claro que lo hizo! Me dijo: «Entonces se librara de ti, Kenneth Hicks. Me asegurare de ello». Estupida.

– Sabes, Kenneth, de haber sido tu a quien encontraron flotando en el Tamesis, no creo que hubieramos tenido que investigar demasiado los motivos.

– ?Me esta amenazando? No puede… Eso es…

– Acoso, lo se. No, Kenneth, no te estoy amenazando. Tan solo hago una observacion. -Kincaid sonrio-. Estoy segurisimo de que velabas por los intereses de Connor.

– Solia explicarme cosas cuando habia tomado unas cuantas copas. -Hicks bajo la voz confidencialmente-. Su esposa lo tenia cogido por las pelotas. A la que movia un dedo, el iba con el rabo entre las piernas. Ese dia tuvo un buen jaleo con ella, la muy puta.

– ?Que dia, Kenneth? -Kincaid pronuncio muy claramente, muy bajito.

Hicks, con el cigarrillo medio consumido colgandole de los labios, miro a Kincaid como una rata sorprendida por un huron.

– No lo se. No puede probar nada.

– Fue el dia que murio, ?verdad, Kenneth? Viste a Connor el dia que murio. ?Donde?

Los ojos muy juntos de Hicks apartaron la mirada de la cara de Kincaid. Tomo una fuerte calada del cigarrillo.

– Sueltalo, Kenneth. Lo descubrire, lo sabes. Empezare por preguntar a esta gente tan amable de aqui. -Kincaid indico el bar-. ?No crees que es una buena idea?

– ?Y que pasa si me tome un par de cervezas con el? ?Como iba a saber que seria un dia distinto a cualquier otro?

– Donde y cuando.

– Aqui, como siempre. No se la hora -dijo Hicks evasivo. Luego, al ver la expresion de Kincaid, anadio-: Quizas hacia las dos.

Despues de comer, penso Kincaid. Con habia venido directamente desde Badger’s End.

– ?Te dijo que habia tenido una pelea con Julia? ?Sobre que?

– No lo se, ?vale? Nada que ver conmigo. -Hicks cerro la boca tan decididamente que Kincaid cambio de tactica.

– ?Sobre que otras cosas hablasteis?

– Nada. Simplemente tomamos una cerveza. ?No esta prohibido, verdad, tomar una amigable cerveza con un companero? -Hicks agudizo la voz como si estuviera sucumbiendo a la histeria.

– ?Viste a Connor despues?

– No. Nunca. No despues de que se fuera. -Tomo la ultima calada y apago el cigarrillo en el cenicero.

– ?Donde estuviste aquella noche, Kenneth? A partir de las ocho o asi.

Movio la cabeza negando y dijo:

– No es de su jodida incumbencia. Ya he tenido bastante de su maldito acoso. No he hecho nada. La maldita bofia no tiene por que ir detras de mi. -Aparto su vaso vacio y empujo la silla hacia atras, mirando a Kincaid con el blanco de los ojos destacando bajo los iris.

Kincaid sopeso el beneficio de empujarlo un poco mas, pero decidio que era mejor no hacerlo.

– Esta bien, Kenneth, como tu quieras. Pero quedate por aqui, donde pueda encontrarte, por si necesito visitarte otra vez. -La silla de Hicks rechino al levantarse. Al pasar, Kincaid alargo el brazo y hundio sus dedos en la manga de la cazadora de Hicks-. Si piensas en desaparecer, chaval, te echare a la poli encima tan rapido que no seras capaz de encontrar un hoyo lo suficientemente grande para esconder tu culo estrecho. ?Me entiendes, colega?

Tras un largo rato Hicks asintio. Kincaid sonrio y lo dejo ir.

– Buen chico, Ken. Nos veremos.

Kincaid se giro y vio a Hicks escabullirse por la puerta. Luego se paso cuidadosamente los dedos por los tejanos.

10

Kincaid no era de los que desperdiciaba una buena cerveza, asi que bebio hasta la ultima gota de su vaso. Contemplo brevemente tomarse otra, pero la atmosfera del pub no invitaba a quedarse.

Ya en la calle olfateo el aire con curiosidad. Habia notado el olor al llegar a la ciudad, pero ahora parecia mas fuerte. Le era familiar, pero se le escapaba… ?Quizas tomates cocinandose? Al llegar al coche lo encontro sin graffitis y todavia con los tapacubos intactos. Kincaid se quedo quieto un momento y cerro los ojos. Lupulo. Claro, era lupulo. Era lunes y la fabrica de cerveza funcionaba a pleno rendimiento. El viento debia de haber cambiado desde su llegada al pub y habia traido el intenso olor. La fabrica pronto va a cerrar, igual que las tiendas, penso Kincaid mirando su reloj. El trafico de hora punta -el poco que habia en

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