Kincaid estaba claro lo que ella esperaba sin mayores explicaciones.
– ?Estaba bebido?
– Habia tomado unas copas, pero no estaba realmente borracho.
– ?Y no le dijo donde habia estado o a quien habia visto?
Sharon nego con la cabeza.
– Dijo: «?Que estas haciendo aqui?» y paso por mi lado como si yo fuera un mueble o algo.
– ?Luego que? Expliquemelo poco a poco, todo lo que recuerde.
Cerro los ojos, penso durante un momento y luego empezo a hablar, obediente:
– Fue a la cocina y se sirvio una copa.
– ?No fue al carrito de bebidas? -pregunto Kincaid, recordando la cantidad de botellas.
– Eso era solo por apariencia. Para las visitas. Con bebia whisky y siempre tenia una botella en la encimera de la cocina, -dijo, y luego continuo despacio-. Volvio al salon y note que se tocaba continuamente la garganta. «?Estas bien?», le pregunte. «?Te encuentras mal, cielo?» Pero no me contesto. Subio arriba al estudio y cerro la puerta.
– ?Lo siguio? -pregunto Kincaid cuando ella se quedo en silencio.
– No sabia que hacer. Empece a subir las escaleras cuando lo oi hablar. Debia de haber llamado a alguien. -Miro a Kincaid y, a pesar de la debil iluminacion, pudo ver su angustia-. Estaba riendo. Eso es lo que no podia entender. ?Como podia estar riendo cuando apenas me habia dirigido la palabra?
– Cuando volvio a bajar las escaleras me dijo: «Salgo otra vez, Shar. Cierra cuando salgas». Para entonces ya habia tenido suficiente. Le dije que cerrara el mismo su maldita puerta. No le habia estado esperando para que me tratara como una simple fulana, ?no? Le dije que si me queria ver que cogiera el maldito telefono y me llamara, y que me lo pensaria si no tenia nada mejor que hacer.
– ?Que respondio Connor?
– Se quedo alli, con la cara inexpresiva, como si no hubiera oido una palabra de lo que le habia dicho.
Kincaid ya habia oido a Sharon en pleno ataque de ira y penso que Connor debia de haber estado realmente preocupado.
– ?Y lo hizo? ?Irse?
– Tenia que hacerlo, ?no? ?Que otra cosa podia hacer?
– Es verdad que la escena exigia una salida por la puerta grande -dijo Kincaid, sonriendo.
Sharon le sonrio un poco a su pesar.
– Di un portazo tan fuerte que me arranque una una. Un dolor de mil demonios.
– De modo que no lo vio salir del piso, ?no?
– No. Me quede afuera durante un minuto. Supongo que esperaba que viniera a decirme que lo sentia. Vaca estupida -anadio, amargamente.
– No fue estupida, de ningun modo. No tenia manera de explicarse el comportamiento de Con. En su lugar, pienso que yo hubiera hecho exactamente lo mismo.
Sharon se tomo un momento para asimilar estas palabras y luego dijo, entrecortadamente:
– Senor Kincaid, ?sabe por que Connor dijo esas cosas? ?Por que me trato asi?
Deseo poder consolarla y respondio:
– No -luego anadio con mas certeza de la que sentia-, pero voy a descubrirlo. Vamos, ha de entrar en casa. Su abuela habra llamado a la policia.
La sonrisa de Sharon fue tan debil como flojo el chiste de Kincaid, y se la dirigio simplemente para complacerlo, de eso estaba seguro. Cuando llegaron a la puerta de la casita, el le pregunto:
– ?Que hora era cuando dejo a Con? ?Lo recuerda?
Asintio, indicando el enorme campanario que tenian detras:
– Las campanas dieron las once justo cuando pase por el pub Angel.
Despues de dejar a Sharon, le salio como lo mas natural del mundo bajar la colina y seguir por el rio hasta el piso de Julia. Recogeria las cosas de Sharon ahora que lo tenia en mente, y mientras estaba alla podria interrogar a Julia otra vez sobre sus movimientos despues de que la galeria cerrara aquella noche.
O asi se lo decia la parte racional, logica de su mente. La otra parte se quedo observando las maquinaciones de la primera, como espectador entretenido y burlon. ?Por que no admitia que esperaba poder sentarse junto a ella, mirando como la calida luz de la lampara se reflejaba en la brillante curva de su cabello? ?O que queria volver a ver la manera en que sus labios se curvaban por las comisuras cuando encontraba divertido algo que el decia? ?O que su piel todavia recordaba el toque de los dedos de ella en su cara?
?Que gilipollez!, dijo Kincaid en voz alta, apartando al espectador a un lugar recondito de su mente. Necesitaba aclarar unos cuantos puntos, eso era todo, y su interes por Julia Swann era puramente profesional.
El viento que antes habia despejado el cielo habia parado al atardecer, dejando la noche silenciosa y calmada, aunque a la expectativa. Las luces que se reflejaban en la superficie del agua la hacian parecer solida como el hielo, y cuando paso junto al pub Angel y camino junto al terraplen, noto el aire fresco cerniendose sobre el rio como una nube.
Al pasar por la galeria de Trevor Simons lo vio fuera de la puerta. Cruzo la calle rapidamente y lo encontro todavia agachado sobre el cerrojo. Toco su brazo.
– Senor Simons. ?Tiene problemas con la cerradura?
Simons dio un salto, soltando el pesado llavero que sostenia en la mano.
– Dios Santo, comisario, me ha dado un susto tremendo. -Se agacho a recoger las llaves y anadio-: Se encalla un poco, me temo, pero ya lo tengo.
– ?De camino a casa? -dijo Kincaid, en tono agradable. Incluso se pregunto si el itinerario de Simons incluia una visita a Julia. Ahora que se habia vuelto a instalar en el piso, justo un poco mas abajo, ya no tendrian necesidad de encontrarse furtivamente en el taller de detras de la galeria.
Simons estaba un poco incomodo, con las llaves en una mano y la carpeta de trabajos en otra.
– La verdad es que si. ?Necesitaba verme?
– Hay un par de cosas -respondio Kincaid, tomando una decision mientras hablaba-. ?Por que no cruzamos la calle y tomamos algo?
– ?No tardaremos mas de media hora? -Simons miro su reloj-. Hoy salimos a cenar. Mi mujer ha enviado a las ninas a casa de amigos. No puedo llegar tarde si en algo valoro mi vida.
Kincaid se apresuro para tranquilizarlo.
– Sera solo un momentito, en el pub Angel. Le prometo que no estaremos mucho rato.
Encontraron el pub lleno, pero el publico era reposado. Kincaid calculo que se trataba basicamente de profesionales que tomaban una copa rapida antes de irse a casa despues del trabajo.
– Un sitio agradable -dijo, mientras se ponian comodos en una mesa junto a una