perdi. Lo peor de todo fue que mi madre no dijo nada. Iba de un lado a otro con semblante satisfecho, como si mi fracaso fuese una estrategia ideada por ella.
Yo estaba horrorizada. Todos los dias pasaba varias horas rumiando lo que habia perdido. Sabia que no era solo el ultimo torneo. Examine cada jugada, cada pieza, cada casilla, y ya no podia ver las armas secretas de cada pieza, la magia en la interseccion de las casillas, sino que solo veia mis errores y debilidades. Era como si hubiera perdido mi armadura magica y todo el mundo pudiese ver por donde era facil atacarme.
Durante las semanas siguientes y en los meses y anos posteriores segui jugando, pero nunca con la misma sensacion de confianza suprema. Me esforzaba al maximo, con temor y desesperacion. Cuando ganaba, me sentia agradecida y aliviada, y cuando perdia se apoderaba de mi un miedo creciente, que cedio el paso al terror de no ser ya un prodigio, de haber perdido el don y no ser mas que una persona del todo ordinaria.
Cuando perdi por segunda vez frente al muchacho a quien habia derrotado tan facilmente unos anos antes, deje de jugar por completo. Y nadie protesto. Tenia catorce anos.
– Oye, la verdad es que no te entiendo -me dijo Marlene cuando la llame por la noche, un dia despues de haberle ensenado a mi madre el chaqueton de vison-. Puedes decir a los de Hacienda que se vayan a hacer punetas, pero no eres capaz de hacer frente a tu propia madre.
– Siempre intento hacerlo, pero ella dice esas cosas solapadas, lanza bombas de humo, hace observaciones ironicas y…
– ?Por que no le dices que deje de torturarte? -me interrumpio Marlene-. Pidele que no siga arruinando tu vida, dile que se calle.
– Eso es gracioso -replique, casi riendo-. ?Quieres que le diga a mi madre que se calle?
– Claro, ?por que no?
– Pues… no se si esta legislado explicitamente, pero jamas puedes decirle a una madre china que se calle. Podrian acusarte como complice de tu propio asesinato.
No temia tanto a mi madre como a Rich. Ya sabia lo que ella iba a hacer, como le atacaria y criticaria. Al principio no dejaria traslucir nada. Luego comentaria cualquier pequenez, algo en lo que se habria fijado, y luego haria otro ligero comentario y otro y otro mas, cada uno lanzado como punadito de arena desde esta direccion, luego desde atras y asi sucesivamente, hasta que hubiera erosionado por completo el aspecto de Rich, su caracter, su alma. Y aunque yo reconociera su estrategia, su ataque solapado, temia que alguna pavesa invisible de verdad me entrara en el ojo, empanara lo que estaba viendo y Rich pasara de ser el hombre divino que era para mi a un individuo mundano, herido mortalmente con habitos tediosos e imperfecciones irritantes.
Eso es lo que sucedio en mi primer matrimonio, con Marvin Chen, con quien me fugue cuando tenia dieciocho anos y el diecinueve. En la epoca en que amaba a Marvin, el era casi perfecto. Se graduo en Lowell, con el tercer lugar de su clase, y obtuvo una beca completa en Stanford. Jugaba al tenis, tenia musculos sobresalientes en las pantorrillas y ciento cuarenta y seis pelos negros y lacios en el pecho. Hacia reir a todo el mundo y su propia risa era profunda, sonora, masculinamente sensual. Se enorgullecia de tener posturas amorosas favoritas en los distintos dias y horas de la semana. No tenia mas que susurrar «miercoles por la tarde» y yo me estremecia.
Pero transcurrio el tiempo, y cuando mi madre hubo dicho todo lo que pensaba de el, vi que la pereza habia encogido el cerebro de Marvin, de modo que ahora solo servia para pensar excusas. Perseguia pelotas de golf y tenis y para huir de las responsabilidades familiares. Su mirada vagabundeaba por las piernas de otras mujeres, y asi ya no sabia regresar directamente a casa. Le gustaba gastar bromas que hacian sentirse ridiculos a los demas, hacia gala de su generosidad dando propinas de diez dolares a desconocidos, pero era cicatero con los regalos para la familia. Consideraba que encerar su coche deportivo rojo era mas importante que usarlo para llevar a su mujer a alguna parte.
Mis sentimientos hacia Marvin nunca alcanzaron el nivel del odio. No, pero en cierto modo fue peor. Pasaron de la decepcion al desprecio ya un aburrimiento apatico. Solo despues de nuestra separacion, en las noches en que Shoshana dormia y yo estaba sola, me preguntaba si mi madre no habria envenenado mi matrimonio.
Gracias a Dios, su veneno no afecto a mi hija Shoshana. Sin embargo, estuve a punto de abortarla. Cuando supe que estaba embarazada, me puse furiosa, considere secretamente mi embarazo como mi «resentimiento creciente» e insisti en que Marvin acudiera a la clinica para que sufriera tambien las molestias del embarazo. Resulto que nos habiamos equivocado al elegir la clinica. Alli nos pasaron una pelicula que era un terrible lavado de cerebro puritano. Vi aquellos fetos, a los que llamaban bebes cuando solo tenian siete semanas de desarrollo, con unos dedos minusculos, y decian que los deditos del bebe podian moverse, que debiamos imaginarlos aferrandose a la vida, tratando de coger una oportunidad, que eran un milagro. Si hubieran mostrado cualquier otra cosa excepto dedos minusculos… Gracias a Dios que lo hicieron, porque Shoshana fue realmente un milagro. Era perfecta. Cada uno de sus detalles me parecia notable, sobre todo la manera en que flexionaba y curvaba los dedos. Desde el mismo momento en que aparto el puno de la boca para llorar, supe que mis sentimientos hacia ella eran inviolables.
Pero Rich me preocupaba, pues sabia que mis sentimientos eran vulnerables, que podian caer derribados por las sospechas, las observaciones casuales y las indirectas de mi madre. Y temia lo que perderia entonces, porque Rich Shields me adoraba de la misma manera que yo adoraba a Shoshana. Su amor era inequivoco y nada podia cambiarlo. No esperaba nada de mi; mi mera existencia le bastaba. Y, al mismo tiempo, decia que habia cambiado, para mejor, gracias mi. Era turbadoramente romantico, e insistia en que no lo habia sido hasta que me conocio. Esta confesion hizo que sus gestos romanticos me parecieran tanto mas ennoblecedores. En el trabajo, por ejemplo, cuando grapaba notas de «FYI, para tu informacion» en los informes legales y declaraciones de impuestos de las empresas que yo debia revisar, las firmaba al pie: «FYI, Tu y yo para siempre» [4]. La empresa desconocia nuestra relacion, y por ello esa clase de conducta temeraria por su parte me emocionaba.
Pero lo que me sorprendia realmente era la quimica sexual. Pense que seria uno de esos hombres callados, embarazosamente amable y torpe, la clase de individuo de maneras suaves que te dice: «?Te estoy haciendo dano?», cuando no puedes sentir nada. Pero se adaptaba tan bien a cada uno de mis movimientos que yo estaba segura de que me leia la mente. No tenia ninguna inhibicion, y las que descubria en mi me las arrancaba como si fueran pequenos tesoros. Veia todos mis aspectos intimos, y no me refiero solo a los sexuales, sino a mi lado mas oscuro, mi mezquindad, mi mal genio, el odio hacia mi misma, todas las cosas que mantenia ocultas. Asi pues, con el me hallaba totalmente desnuda, y cuando lo estaba, cuando me sentia mas vulnerable, cuando una palabra inadecuada me habria hecho salir huyendo para siempre, el siempre decia exactamente lo apropiado en el momento oportuno. No me permitia ocultarme. Me cogia las manos, me miraba fijamente a los ojos y me decia algo nuevo sobre sus motivos para amarme.
Nunca habia conocido un amor tan puro, y temia que' mi madre lo ensuciara. Por ello trate de guardar en mi memoria todas aquellas muestras de amor de Rich, para evocarlas cuando fuese necesario.
Tras meditarlo largamente, se me ocurrio un plan brillante. Idee una manera para que Rich y mi madre se conocieran y el se ganara su simpatia. Lo arregle de modo tal que mi madre quisiera preparar una comida especial para el. Tia Suyuan echo una mano. Era amiga de mi madre desde hacia mucho tiempo y estaban muy unidas, lo cual significaba que se atormentaban continuamente con jactancias y secretos. Y yo le ofreci a tia Su un secreto del cual jactarse.
Un domingo, despues de pasear por North Beach, le sugeri a Rich que hicieramos una visita por sorpresa a tia Su y tio Canning. Vivian en Leavenworth, unas pocas manzanas al oeste del apartamento de mi madre. Caia la tarde, y llegamos cuando tia Su estaba haciendo la cena.
– ?Cenad con nosotros! -insistio.
– No, no, solo pasabamos por aqui y…
– Ya he hecho suficiente comida. ?Veis? Una sopa para cuatro. Si no la tomais, a la basura. ?Una perdida!
?Como podiamos negamos? Tres dias despues, Rich y yo enviamos una carta de agradecimiento a tia Suyuan. «Rich me ha dicho que fue la comida china mas deliciosa que ha probado jamas», le escribi.
Y al dia siguiente mi madre me llamo e invito a una cena para celebrar tardiamente el cumpleanos de mi