padre. Mi hermano Vincent iria con su novia, Lisa Lum. Yo tambien podia ir acompanada de un amigo.

Sabia que iba a hacer eso, porque mediante sus habilidades culinarias mi madre expresaba su amor, su orgullo, suponer, y demostraba que sabia mas que tia Su.

– Luego no te olvides de decirle que su comida ha sido la mejor que has probado jamas, mucho mejor que la de tia Su -le dije a Rich-. Creeme.

La noche de la cena me sente en la cocina, mirando como trabajaba, esperando el momento apropiado para hablarle de nuestros planes de matrimonio, nuestra decision de casarnos en julio, unos siete meses despues. Ella estaba cortando una berenjena y al mismo tiempo hablaba de tia Suyuan:

– Solo sabe cocinar mirando una receta. En cambio, yo tengo las instrucciones en los dedos. ?Me basta el olfato para saber que ingredientes secretos debo anadir!

Cortaba con tal ferocidad, aparentemente sin prestar atencion a la afilada cuchilla, que temia que las puntas de sus dedos se convirtieran en uno de los ingredientes del plato ce cerdo desmenuzado con berenjena.

Confiaba en que ella dijera primero algo sobre Rich. Habia visto su expresion cuando abrio la puerta, la forzada sonrisa mientras le miraba de la cabeza a los pies, confrontando su evaluacion con la que ya le habia dado tia Suyuan. Trate de prever las criticas que le haria.

Rich no solo no era chino, sino que tenia varios anos menos que yo y, por desgracia, parecia mucho mas joven con el cabello rojizo y rizado, la piel suave y palida y las pecas anaranjadas en la nariz. Era mas bien bajo y de complexion maciza. Enfundado en su traje de calle oscuro, tenia un aspecto agradable pero facil de olvidar, como el sobrino de alguien en un funeral. Por eso no me fije en el durante el primer ano que trabajamos juntos. Pero mi madre reparo en todo.

– Bueno, ?que te parece Rich? -le pregunte finalmente, reteniendo el aliento.

Ella echo la berenjena en el aceite hirviendo, produciendo un ruido estridente, chirriante, airado.

– Tiene demasiados lunares en la cara -replico. Senti como si me clavaran alfileres en la espalda.

– Son pecas, y las pecas son una senal de buena suerte, ?sabes? -Hable un tanto acaloradamente, alzando la voz para hacerme oir por encima del estrepito de la cocina.

– ?Ah, si? -dijo ella, con tono de inocencia.

– Si, cuantos mas lunares, mejor. Todo el mundo sabe eso.

Ella reflexiono un momento y luego sonrio y hablo en chino:

– Tal vez sea cierto. De pequena tuviste la varicela. Te salieron tantas manchas que tuviste que quedarte diez dias en casa, y por eso pensaste que eras afortunada.

No pude salvar a Rich en la cocina, como tampoco pude hacerlo mas tarde, en el comedor.

Rich habia llevado una botella de vino frances, sin saber que mis padres no serian capaces de apreciarlo. Ellos ni siquiera tenian copas de vino. Luego cometio el error de llenar no una sino dos veces un vaso de vidrio mate, cuando los demas tomaron un dedo, «solo para probado»,

Cuando le ofreci a Rich un tenedor, el insistio en usar los resbaladizos palillos de marfil, que sostenia extendidos como las patas patizambas de un avestruz, mientras cogia un gran pedazo de berenjena empapada en salsa. A medio camino entre el plato y su boca abierta, la berenjena le cayo sobre la impecable camisa blanca y se deslizo hacia la entrepierna. Pasaron varios minutos antes de que Shoshana dejara de reir ruidosamente.

Entonces se sirvio grandes porciones de gambas y guisantes, sin darse cuenta de que lo cortes era tomar solo una cucharada, hasta que todos los demas se hubieran servido un poco. Rechazo las legumbres verdes salteadas, las tiernas y caras hojas de las plantas de habichuelas arrancadas antes de que los brotes se convirtieran en judias, y Shoshana se nego tambien a comerlas, senalando a Rich: «?El no las ha comido! ?El no las ha comido!».

Creyo ser cortes al rechazar segundas porciones cuando deberia haber seguido el ejemplo de mi padre, que aceptaba ostentosamente segundas, terceras y hasta cuartas porciones pequenas, diciendo siempre que no podia resistirse a tomar otro bocado de tal o cual cosa, y luego quejandose porque estaba tan repleto, segun el, que iba a reventar.

Pero lo peor fue cuando Rich critico la comida de mi madre sin saber siquiera lo que estaba haciendo. Como manda la costumbre china, mi madre siempre hacia observaciones en menoscabo de su propia habilidad culinaria. Aquella noche decidio hacer de su famoso cerdo al vapor con verduras confitadas, que siempre servia con especial orgullo, el blanco de su denigracion.

– Ai! Este plato no bastante salado, no tiene sabor -se quejo tras probar un bocado-. No se puede comer.

Con esto daba pie a los comensales para que comieran un poco y proclamaran que era el mejor plato que habia cocinado jamas. Pero antes de que pudieramos hacerlo, Rich le dijo:

– Mire, todo lo que necesita es un poco de salsa de soja.

Y procedio a verter un rio del salado liquido negro en la fuente del cerdo, ante los ojos horrorizados de mi madre.

Aunque confie durante toda la cena en que ella viera de algun modo la amabilidad de Rich, su sentido del humor y su encanto juvenil, sabia que su comportamiento habia sido intolerable para ella.

Rich, por supuesto, tenia una opinion diferente sobre el desarrollo de la velada. Aquella noche, una vez en casa y tras acostar a Shoshana, me dijo humildemente:

– Creo que lo hemos hecho muy bien, carino.

Tenia el aspecto de un perro dalmata, jadeante, leal, esperando que le den unas palmaditas.

– Humm -replique.

Me estaba poniendo una camisa de dormir vieja, senal de que no tenia ganas de atenciones amorosas. Aun me estremecia al pensar en los firmes apretones de mano que Rich, habia dado a mis padres, con la misma familiaridad que empleaba con sus nuevos y nerviosos clientes. «Linda, Tim», les dijo. «Estoy seguro de que volveremos a vemos pronto.» Mis padres se llaman Lindo y Tin Jong, y nadie, excepto unos pocos viejos amigos de la familia, les llama jamas por su nombre de pila.

– Dime, ?como reacciono cuando se lo dijiste?

Supe que se referia a nuestro matrimonio. Anteriormente le habia dicho a Rich que primero hablaria con mi madre y dejaria que ella le diera la noticia a mi padre.

– No he tenido ocasion de decirselo -replique.

Y era cierto. ?Como podria haberle dicho a mi madre que ibamos a casarnos si cada vez que estabamos a solas ella comentaba cuanto vino caro le gustaba beber a Rich, o lo palido y enfermizo que parecia, o lo triste que estaba Shoshana?

Rich me sonrio.

– ?Tanto cuesta decirles: «Mama, papa, voy a casarme»?

– No lo entiendes. No puedes comprender a mi madre.

Rich meneo la cabeza.

– ?Uf! En eso tienes razon. Habla un ingles tan malo… ?Sabes? Cuando hablaba de ese tipo muerto que sale en Dinastia, crei que se referia a algo que sucedio en China hace mucho tiempo.

***

Aquella noche, despues de la cena, permaneci despierta en la cama, tensa. Sentia una profunda decepcion por el ultimo fracaso, empeorada por el hecho de que Rich no parecia darse cuenta de nada. Era tan patetico… Me sobresalte al repetir esas palabras. ?Tan patetico! Mi madre volvia a influir en mi, me hacia ver negro donde antes veia blanco. En sus manos era siempre un peon, solo podia huir, mientras que ella era la reina, capaz de moverse en todas las direcciones, implacable en su persecucion, capaz de descubrir mis puntos debiles.

Me desperte tarde, con los dientes apretados y los nervios de punta. Rich ya se habia levantado y duchado, y estaba leyendo el periodico dominical.

– Buenos dias, muneca -me dijo entre los crujidos que hacia al masticar copos de maiz.

Me puse el chandal y los zapatos de correr, sali de casa, subi al coche y me dirigi al piso de mis padres.

Marlene estaba en lo cierto. Tenia que decirle a mi madre… que sabia lo que estaba haciendo, no se me ocultaban sus tretas para que me sintiera desdichada. Cuando llegue a la casa habia acumulado suficiente ira para

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